Como una mujer que ha vivido la mayor parte de su vida encerrada en su vivienda, un escape para mí siempre han sido las historias actuadas e irrealistas que veo por una pantalla: televisión, computadora, mi teléfono celular, no discrimino. Por eso el vivir una historia de amor, era uno de mis sueños frustrados. Ian, mi apuesto protagonista, estaba coqueteando conmigo. Lo que había iniciado como una amistad y posible desgracia, había finalizado en el clímax, en donde nuestros ojos se cruzarían, nuestros labios se unirían y probablemente tuviésemos sexo apasionado en el auto. Pero mi imaginación estaba volando muy alto, y yo era estúpida de profesión. Ni miradas, ni labios juntos, ni mucho menos coito hubo como es evidente. ¿Dónde estaba yo ahora? En la entrada de un restaurante viendo al