Me quedé de piedra era la segunda vez que escuchaba ese mismo maldito nombre en el día. Se suponía que Adriano estaba muerto, mi tío, su propio padre la había asesinado cuando intentó matar a mi padre. Fue una acción que nos tomó a todos desprevenidos, Adriano había sido uno de los más fieles hombres de mi padre, recordaba como era conmigo. Siempre amoroso, atento, me daba más atención que la que me daba mi propio padre, recordaba como me enseñó a montar bicicleta, o aquella vez que coló un perro en casa solo para complacer uno de mis caprichos. Nunca nadie en la familia esperó semejante traición por su parte y nunca tampoco supimos el por qué lo hizo. No entendía como era que podía estar vivo, mentirle al Don era traición y la traición en este mundo se pagaba con la muerte. —Elena, ¿Es