CAPÍTULO TRES Thor se cubrió los ojos con las manos, ciego por la luz, mientras las brillanes puertas doradas del castillo de su madre se abrían de par en par, tan intensa que apenas podía ver. Una figura se acercó a él, una silueta, una mujer que el sentía, en cada tejido de su ser, que era su madre. El corazón de Thor palpitaba cuando la vio allí de pie, con los brazos a los lados, frente a él. Poco a poco la luz empezó a apagarse, lo suficiente para poder bajar sus manos y mirarla. Era el momento que había esperado toda su vida, el momento que lo había perseguido en sueños. No podía creerlo: era ella de verdad. Su madre. Dentro de este castillo, encaramado en este acantilado. Thor abrió los ojos por completo y los fijó en ella por primera vez, allí de pie, a unos cuantos metros de dis