CHANTAL
No había nada que pudiera hacer para que Zane Blackford no causara estragos en mí. Irte a la cama con él puede ser tu remedio, me dijo una vocecita en mi interior. Una noche. Me repetí a mí misma porque no estaba descartando la posibilidad.
Zane repasó con la mirada una vez más todos los documentos de la joint venture en mi tableta electrónica. Me abrió la puerta y fuimos directo al área de ingeniería.
—¿Entonces? —preguntó él, con una media sonrisa que desarmaba cualquier intención de mantener la compostura— ¿Esta tecnología es tan revolucionaria como dicen, o solo estamos vendiendo humo?
Se estaba divirtiendo, intentando hacerse el duro conmigo. Lo podía notar por la sonrisa cargada en picardía que me dedicó. Arqueé una ceja. Llamé al elevador presionando el botón.
—¿Humo?
