—¿Por qué eres así conmigo? —preguntó Haarón, aprovechando la oportunidad de su malestar. Honey le mostró ambos dedos, donde tenía la sortija de compromiso, la de fantasía, y la otra, la del matrimonio, el aro dorado con un brillante diamante. . —Porque eres mi esposo —comentó Honey, con expresión tierna en su cara—. En la salud y en la enfermedad, en prosperidad y en sufrimiento. Cumpliré mis votos nupciales, porque cuando yo prometo, siempre lo realizo. —Se puso de pie y agarró su bolso—. Iré por una pastilla, para el mareo y por un vaso de agua. Honey consiguió lo que necesitaba y se devolvió a la habitación. Le dio de beber un trago del vaso. Luego le dio la pastilla en la poca. La yema de sus dedos se humedeció al tocarle los labios. Se quedó, viéndolo, como si estuviera hipnotiz