− También. ¿Hay algún lugar aquí donde podamos sentarnos o tendremos que hacerlo de pie? —cuestiono y ella aparta la mirada hacia un taburete de plástico apoyado contra el pequeño frigorífico. Aprovecho que ya no soy el blanco de su atención para mirar el lugar donde vive. El exterior es lamentable. La calle es oscura y estrecha, apenas pasa un coche. La casa está encajonada entre otras dos y su fachada está pintada de un espantoso tono verde lima, si se le puede llamar casa, probablemente tenga otro nombre, es demasiado pequeña. Las paredes se están desconchando y la falta de protección entre ésta y la calle es inaceptable. Salvo por un porche, que en realidad no es más que un pequeño pasillo, la puerta de su casa da prácticamente a la acera. Y ahora, mirando de cerca, el interior no es