Lo suelto y sale de la habitación después de despedirse. Un problema menos, ahora solo necesito que acepte que quiere lo que le ofrezco para poder sacarla de ese antro al que Malena llama hogar. Sonrío, porque, la verdad es que, me encanta esta manera molestamente terca. Lo que le falta en altura, lo compensa con terquedad y determinación. La imagen de su rostro se enciende en mi mente como un fluorescente, iluminándolo absolutamente todo. Su piel clara, sus pecas, sus jodidos labios calientes, su cabello oscuro, su cuello delgado y orgulloso. Me río cuando recuerdo el regalo que le dejé, Malena enloquecerá cuando lo vea. Paso una mano por mi cabello, mirando la pila de archivos en mi escritorio, todo listo para funcionar. Suena el teléfono del escritorio y la luz roja me dice que es N