William encendió el auto y en menos de cinco minutos estaba nuevamente en el manantial de agua cristalina. —¿Qué hacemos aquí?— Preguntó Aurora con temor. Un hombre que se siente haber sido engañado, es capaz de lo que sea. William tenía un sobre amarillo en sus manos, se acercó y observó el manantial por unos segundos antes de dirigirse a Aurora. —Aurora, te traje aquí por primera vez, no había venido con nadie a este lugar, ni siquiera había traído a tu hermana, que en paz descanse— Decía sonriendo con nervios. —¡No estoy entendiendo William!— Dijo asustada. —Desde el momento que vi como te lanzaste a la piscina por mi hermana Sofía, me di cuenta que quizás no eras tan mala como parecías— Confesó. —Tu eres el que se ha empeñado en decir que soy lo peor del mundo— —Aurora matate a