Capítulo 1: La Foto

3656 Words
Kendrick  Estamos en casa de la tía de Fabian, curiosamente es periodista obsesionada conmigo. Se preguntarán, ¿qué hago en su territorio? Pues quiero confesar que amo la adrenalina, la fama no me importa y menos lo que opine esa loca mujer. Hay algo morboso en estar aquí, ella ha tirado tantas fotos de mí y espera que haga locuras. Para luego colocar de titular: Este niño mimado lo que hace es despilfarrar el dinero regalado de su padre, habiendo tantas crisis en el país. ¿Esto deseamos para nuestros jóvenes? Vicio y falta de respeto. Ella vive molesta porque mi padre un año atrás ganó la lotería, gracias a mí, por cierto. Le di los números victoriosos. Siempre estuve obsesionado con ellos. Terminé mi cuarto año y estoy en un curso de videojuegos. Mi padre invirtió el dinero en su taller de mecánica, ahora es más grande y ofrece más servicio de calidad. El salón de belleza de mi madre, la casa, ambas remodeladas y nuestro dinero subiendo como la espuma. No soy ambicioso, pero mi vida me gusta vivirla al máximo y haciendo cosas rebeldes. Me llaman el “Playboy de la isla” y vivo en Puerto Rico. Sin embargo, ninguna chica me ha robado mi corazón. Todas me buscan por ser quién soy y les muestro al chico “Playboy”, el que esperan. No he tenido una relación seria. Deseo sentir que es amor. Quiero perder la cabeza por una chica, pero que conozca mi verdadera esencia. En pocas palabras entregar mi locura. No soy solo un idiota, no estudié porque los estudios no son lo mío. Tampoco me importa lo que piensen de mí. Siempre ayudé a mi padre en el taller, fui bueno promocionando el salón de belleza de mi madre y, en cambio, me dejan ser yo. No me puedo quejar de mis padres, son los mejores. No les mentiré, un angelito nunca he sido, siempre les di corajes. Me castigaron bastante, pero eso no me detiene y ellos lo saben. Me aman como soy, por eso los admiro. Cuando sea padre (eso puede ser cuando nos invadan los extraterrestres) seré un padre cool y los comprenderé. Estoy sentado viendo como Fabian reventó la piscina, muerto de la risa. La piscina es rectangular de aire y pequeña. Estábamos lanzando a nuestros amigos y la pobre piscina no soportó. La parte del aire está desinflándose, por consiguiente el agua está derramándose. Tenemos música a todo volumen y tengo mi cerveza en mano. Somos siete en total, siempre unidos en la pandilla rebelde, así nos llamamos. Nunca cambió nuestra amistad. Hemos sido iguales, porque somos hermanos y vivimos al máximo. Tenemos dieciocho años, a excepción de p**o, tiene diecisiete, el bebé entre nosotros. En eso sale de la casa con cámara en mano la tía, parece una leona y apaga la radio. Me observa intensamente, casi estoy seguro de que me lanzó cuchillos a mi cabeza. Ella debe tener cuarenta y tantos. Es de piel trigueña, con su pelo oscuro corte militar y su carácter del demonio. Me recuesto en la silla, doy un sorbo de mi cerveza y espero la escena de la tía leona. —¡No puedo creer esto Fabian! —la leona escanea el área—. ¡Si este joven está en mi casa, ya lo creo! —me señala y sonrío de oreja a oreja. Esto es muy divertido, sin apenas haber actuado. No me defenderé. Acepto la culpa, siempre me han inventado bochinches y uno más no afecta. Todo sea por los amigos, como quiera todos somos culpables al fin y al cabo.  —No pasó nada titi, no hagas tanta bulla —dijo Fabian con su voz tan calmada, tan particular en él.  En eso sale una sirena de la casa, me siento derecho y casi se me cae la cerveza de las manos. Es increíble su belleza única, salió en un traje de baño de dos piezas oro. La chica tiene el pelo suelto oscuro y es bajita. Pasa por mi lado sin mirarme, menos juzgarme y entra en la piscina. Se acercó Fabian a ella, le dio un beso en la cabeza y le salpicó agua. Veo que la loca tía la aprieta por el brazo. Me levanté furioso, no quiero que la lastime con sus garras y solté la cerveza. Me encamino hacia ellos y estoy frente a la piscina. Los chicos están babeando por ella y me entran celos.  —¡Sal, ahora Tiara! —indicó con su dedo índice el suelo—. ¡Muévete! —le da un jalón y la chica se pone sonrojada. Al fin posa sus ojos gigantes en mí, son de un oscuro marrón y se cruzan nuestras miradas. Demonios, ha sonreído, es a medias, pero fue para mí. Se zafa de la loca, se acerca a p**o, y lo empuja en su pecho. Todos estamos pasmados, hasta Fabian que nada lo sorprende. En eso abre su boca, su voz es tan suave y a la vez musical. —¿Quién ha roto la piscina? —caminó hacia mi otro amigo —. ¿Tal vez tú? —señaló a mi otro—. ¿Quizás este? —Se dirigió a cada uno de ellos. —¡Tiara, sal del agua! —bramó la leona. Me gusta su nombre, es perfecto como ella y sonrío cuando la ignora. En eso se da cuenta de que sonreí, se acerca chapoteando el agua y sin pensar entré en la piscina. Quiero sentir su olor, su tacto y quiero su completa atención. Ella se acerca cada vez más, estamos de frente y queda al nivel de mi pecho. Su rostro alzado para poder mirarme y mientras mi visión hacia abajo es divina.  —Fuiste tú —colocó su pequeña mano en mi pecho desnudo y poder apreciar su sonrojo de cerca es agradable—. Eres el culpable —afirmó. Es toda un tomate viviente, jugoso y apetitoso. Siento unas ganas inmensas de probar sus labios, no soy de reflexionar y con una mano agarré su cabeza. Ella no lucha, agarré su cintura y unimos las bocas. El beso es lento, explorando su boca y saboreando a su paso. Se mantiene fluido, nuestras lenguas bailando y escucho a la loca gritando.  —¡Suéltala, suelta a mi hija, degenerado!  Siento un flash, pero no me importa. Por primera vez deseo ser portada con ella. Disfruté un poco más el beso, escuché a mis amigos gritar y con un gran esfuerzo la suelto. Al abrir mis ojos, pude ver su piel tan pálida y delicada. Es real, acaricio su mejilla y recorro con mi dedo índice su sonrojo. La madre leona la apartó de mi lado, pero sus ojos siempre están con los míos. En eso me percaté de un fotógrafo en el patio. Tendré mi portada del beso, pero nunca fueron de la obsesiva leona.  —¡Esas fotos no sirven! ¡Es mi hija, váyanse de mi propiedad! —En medio de sus aullidos se llevó a la sirena arrastrada y ella sonrió.  Nunca veo miedo, esa chica será mía. Es todo lo que deseo. Le saqué el dedo malo al fotógrafo y me sacó la foto. Se acercan mis amigos, vislumbré a Fabian pasmado y le doy un cantazo en su mandíbula.  —Fabi, cierra la boca. ¿Por qué nunca mencionaste a esa hermosa prima? Todos salimos de la piscina toda hecha ruina, encendemos el radio y buscamos más cervezas.  —Es más que prima, es mi hermana y ella no es el tipo de las que frecuentas. ¡Te lo advierto! —Su voz es seria.  Los chicos saben que no deben meterse, se apartan y nos dan privacidad.  —Ese beso para mí fue algo más. Hermano, sabes quién soy, no pienso jugar con ella —chocamos nuestras cervezas y tomamos en silencio.  Nada se tiene que explicar, él entiende que ese beso fue más grande y significó mucho para mí. —Todo claro, hermano —se quedó pensativo y prosigue—. Aunque es mayor que tú, tiene diecinueve. Es muy seria y su madre está metida en todo. —La edad no importa, además, un año más —alcé un dedo—. Necesito verla, ayúdame con tu tía.  —Cuando entres pasa el pasillo, la primera puerta a la izquierda. No tardes, es loca mi tía y lo sabes. En eso sale la tía, apaga el radio y empuja a su sobrino. Me escabullo, Fabi me tira una guiñada y me marcho. Al entrar veo la sala, me dirigí al pasillo y encontré la puerta. La abro sin tocar, la veo acostada en su cama y envuelta con una toalla boca abajo.  —¡Mamá, lárgate y déjame en paz! —Empezó a gritar sin mirar en mi dirección, suena tan molesta y dolida. Se voltea por mi silencio, al encontrarse conmigo se le escapó un grito y abrió sus ojos más grandes. Me acerco rápido, no puedo perder más tiempo y rápidamente se sonroja.  —No me podía ir sin saber cómo estabas. No debí besarte con tu madre leona presente, pero nunca pensé que fueras su hija. Es más, nunca pienso las consecuencias, pero no me arrepiento de ese beso y tenías que saberlo —con cada palabra me acerqué a su cama. —Todo fue para molestar a mi madre leona, me gusta el apodo —asintió—. No te preocupes, eres el Ken de la isla, solo fui una más de tu harén. Sus manos las mueve mucho en la toalla, su mirada está pendiente a la puerta y veo su miedo a ser encontrada conmigo.  —No creas todos los chismes, tú mejor que nadie siendo hija de una periodista; debes saber que no todo es lo que parece. Ese beso fue mucho más, no lo niegues y sé que lo sentiste al igual que yo. Escucho a Fabian hablando duro, se escucha cerca y me marcho para no causar más problemas. Al salir caminé hasta la sala, me encuentro de frente a la leona y Fabi detrás nervioso.  —¿Qué haces dentro de mi casa? Estabas con mi hija… —la corto y alego.  —Estaba buscando el baño, pero como no lo encuentro me voy. Qué modales, Sra. Leona, acuérdate que la acosadora siempre has sido tú. En mi vida siempre has metido las narices, inventado chismes y a tu gusto. La esquivo, Fabian me siguió. Los chicos han recogido y nos marchamos. Nos vamos en mi jeep anaranjado, me coloco mi camisa y nos adentramos al tráfico. Terminamos en casa, nos metimos en mi piscina y mi madre nos trajo pizza. Ella nos acompañó también y cuando llegó mi padre se unió a la bulla.  … La semana transcurrió normal, lo único fue la nota de la revista. La foto del beso está en mi estudio colgada en un cuadro. La veo siempre, es perfecta. Mis amigos se han sorprendido por ese detalle. Esa chica es especial, es la adrenalina que me falta probar. Estoy terminando los detalles del juego de guerra creado por mí y Oscar lo está probando. Mi amigo es el más experto en videojuegos de la pandilla. Se encuentra peleando con el juego y moviéndose agitado. El juego tiene dificultad, adrenalina y guerra. —¡Demonios! —aplaudió Oscar—. Es criminal, adictivo, este juego hará tu inicio en este mundo —me abraza y nos damos palmadas.  —Mi primer bebé, ¡wao! En eso entra a mi estudio mi padre, lo llamé para que llevara el demo al mercado y le hagan las pruebas. Mis padres siempre me han apoyado en todo, tanto en mis locuras como en los negocios y siempre toman en cuenta mi palabra.  —¿Qué tal Oscar?—Se saludaron. Le entregué el demo a papá. —Estoy bien, pero este juego es criminal. Tiene todo para competir.  Estoy nervioso, pero sé que Oscar y mi padre son expertos. Me ayudan con sus críticas constructivas y sinceras. Falta sacarlo al mercado.  —¡Hijo, te felicito, estoy orgulloso de ti! Me abraza, al soltarnos vuelve a ver la foto en el cuadro y me mira como halcón.  —¡Es hermosa! —mis ojos se desvían a la pared—. Es real y única —dije sonriendo y toqué mis labios porque aún siento su beso. —Lo perdimos esta vez —comentó Oscar y continuó jugando.  Mi padre se marchó, pasó el tiempo y Oscar se fue a trabajar. Me quedé solo viendo la foto, nunca me canso de mirarla. Se me ocurre llamar a Fabian.  —¡Necesito verla, hermano, ayúdame! —Voy directo al grano. —Te tardaste una semana y ahora me llamas. Ni un hola, ¿cómo estás? Solamente quieres saber de mi prima hermana, Tiara. —Sabes que estaba con el juego bien ocupado, pero nunca dejé de pensar en ella. Lo sabes, has visto su foto en el estudio. —Es tu día de suerte, está caminando en el parque Lineal. Está estresada, siempre que llega de las citas del médico necesita aire fresco. Escucho música de reggaetón de fondo, me preocupa las citas de médico y estrés.  —¿Está enferma? ¿Algún catarro o solo cita de rutina? —Tiene problemas con la tiroide, la descubrieron desde doce o trece años. Es su vida de siempre, pero su madre la protege tanto y mi prima se ahoga. No cuentes nada, solo hazte el loco. Créeme si la tratas débil, nunca pasarás de amigo. Nunca serás algo más que ese beso —colgó sin esperar, me dejó colgado en la línea y me levanté de golpe.  Tengo unos pantalones de chándal, listo para caminar. Voy a mi cuarto, me pongo un abrigo gris y gafas para los fotógrafos. No quiero que nos dañen el resto de la tarde, aunque no me molesta que me vean con ella. Al salir del cuarto me tropiezo con mi padre, me saluda. Rápido se me ocurre algo.  —Hijo, todo fue bien en la reunión —se ve emocionado—. Falta que nos llamen. —Hablamos de eso, luego papá —es importante el juego, pero quiero ver a la Sirena—. Te necesito, sal en mi jeep y yo en tu Audi n***o. Me mira curioso, nunca me he escondido de la prensa y es raro en mí.  —Te metiste en un lío, pero algo gordo esta vez, Kendrick. —No pregunta lo da por sentado y negué. —No, papá, quiero ver a la chica de la foto, pero quiero que sea tranquilo.  —Mi loco hijo, te ha tocado fuerte esta vez —me golpeó y me echó el brazo en mis hombros. —No quiero abrumar con mi vida, sin apenas tenerla en ella. —Siempre sé tú, pero entiendo son insoportables esos fotógrafos. Esperando que caigamos para reírse de nuestra desgracia.  Caminamos hacia la cochera, tenemos varios carros, motoras y four track. Intercambiamos las llaves, me abraza y sale primero. Espero su llamada, han pasado cinco minutos y suena mi celular.  —Están detrás de mí, sal y toma la calle de atrás.  —¡Gracias, papá! Te debo una. Al salir nadie me seguía y miré por el retrovisor por si acaso. Qué suerte que los cristales son polarizados, nos han multado, pero es privacidad en estos momentos. Voy en dirección hacia el parque. Estoy extasiado como si me fuera a tirar de un paracaídas. La deseo ver y sentir su nerviosismo. Al llegar me estaciono, recorrí con la mirada el parque. Se ve tranquilo y no está lleno. Hay dos familias, como tres niños jugando en los columpios y dos hombres caminando. Excelente la divisé caminando, va suave. Lleva una cola de caballo y con cada movimiento revolotea su cabello. La ropa es un pantalón lycra largo n***o, ceñido a su pequeña cintura, camisa de tirantes blanca. Me bajé la capucha, necesito ser discreto. Empiezo a trotar para alcanzarla. Me gusta hacer ejercicio, por eso me he tonificado. No soy muy saludable, pero hago mi luchita. Estoy detrás de ella, por el ruido se voltea asustada y me quité las gafas para que me reconozca. Me detengo, guardé las gafas en el bolsillo del abrigo y tomé aire. Ella se sorprende al verme. —Kendrick, ¡¿qué haces aquí?!  —Trotar y ahora caminar contigo —realicé la acción y me alcanzó. —En esto está metido mi primo, por supuesto que sí.  —Bueno, quería verte, lo llamé y lo soborné.  Ella se empieza a reír, su risa es agradable. Su nerviosismo hace que esconda sus manos en los bolsillos del pantalón. Su sonrojo está presente, pero es natural en ella y es parte de su rostro.  —Mi primo no es fácil de vender. Lo conozco muy bien, él sabe que estoy segura contigo y te envió.  —Conmigo siempre estarás segura, Tiara, te cuidaré. —No puedes, además, si nos ven los fotógrafos se pondrán a especular. Dirán volvió a repetir con la hija de la fotógrafa, ¿será que vende la exclusiva?—su voz la cambia a locutora y me empiezo a reír. —Que digan lo que quieran, nunca me ha importado. Lo único que necesito es que la gente que está alrededor mío conozca la verdad.  —Me gusta tu manera de pensar. Vamos a correr, una carrera hasta el árbol —se voltea caminando para atrás y luego se gira corriendo.  No me espera, empiezo a correr detrás de ella y me grita.  —¡Vamos Ken, corre, alcánzame si puedes! Me gusta que me llame Ken, se escucha tan íntimo en su voz. Es la segunda vez que me llama de esa manera. La alcanzo, llego hasta el árbol y me acuesto debajo. Ella jadea, se inclina sobre sus rodillas y me observa. Estamos respirando poco a poco y me encantó correr con ella. —Estás loco en el suelo, te ensuciaras —logra formular y tomar aire. —¿Nunca te has ensuciado? Te vas a poner tiquismiquis. Vamos, ven acuéstate. Es reconfortante descansar bajo un árbol y más después de una carrera perdida. Se acuesta de mala gana, me lanza unas hojas encima y atrapé una.  —¡Ya contento! Me he dado cuenta de que haces todo lo que te plazca y sin importar las consecuencias. Me coloco de lado, veo su hermoso rostro y sus mejillas rosadas. —Me gusta vivir al máximo, sin muchas vueltas y siempre ser yo. No te cohíbas, como quiera la gente verá lo malo y de qué sirve negar los placeres de la vida. —Tienes tanta razón —su voz está agotada. Nos quedamos callados, ella empieza a jugar con el cordón del pantalón. Su cuerpo pequeño es como la hoja que sostengo. Ella es suave, delicada, natural y liviana. —¿Nerviosa?—Sostengo su mano y me miró con sus ojos grandes marrones. —Así soy, no te burles. —¿Con todos o solo conmigo? Se queda callada, mirando mi mano encima de la suya.  —Contigo —su respuesta es tímida. Mi orgullo crece, solo conmigo son sus nervios.  —Cuéntame de ti. ¿Cuál es tu sueño? ¿Trabajas? ¿Estudias? ¿Tienes novio o amigo? Espero sus respuestas, es importante saber si tengo rival.  —Mmm, trabajo con mi hermano en su lavandería. —Me señala con su dedo índice y continúa contestando.  —Estudio diseño de moda, me gusta crear y ese mundo —pone dos dedos y me los enseña.  Está contando mis preguntas y aún sostengo su mano derecha. —No tengo novio, ni mucho menos amigos. ¡Oh! —exclamó bromeando—, ahora recuerdo que tengo un amigo, se llama Kendrick —pone tres dedos y los mueve. —Es muy bueno saber que no tienes novio, me quitas un peso de encima. Por lo de amigo con todo el placer lo soy, pero deseo ser más.  —Detente, eres un “Playboy”, sales cada mes en una revista con una chica nueva. Fui una más para tu colección Ken, no creo en el amor —se sienta y me acuesto de nuevo. Lo he pasado de maravilla con su compañía. Además, el cielo oscureciendo, escuchando el ruido de los carros y los murmullos de las familias compartiendo.  —No me conoces porque me veas en esas estúpidas revistas. Tampoco significa que sea novio de cada una de ellas y mucho menos que me las tire a todas. Ellas se me acercan, soy soltero y pasamos ratos en fiestas, pero no pasa de ahí. No conocen mi ser, es más, muchas ni siquiera hablan, solo van al ataque —respiro profundo y continúo—. Quiero que comprendas que siempre inventan noticias falsas, lo único que importa es que me conozcas tú. No soy lo que ves en las revistas, el amor no lo conozco y espero encontrarlo pronto. —Perdón por ser tan desconfiada, es que tu fama no es la mejor. Por otro lado, hay algo en ti que me llama y me hace confiar. Me agrada tu forma de vivir. Seremos amigos, es un gran paso —se volteó y me sonrió.  Estoy de acuerdo, seré su mejor amigo y su más.  —Me amarás como amigo —aseguré—. Me debes una pregunta.  Se gira escondiendo su rostro, veo su espalda y suspira. —Pregúntame de nuevo. —¿Cuál es tu sueño, Tiara?  —Mi mayor sueño es ser libre como tú. Poder ser independiente, ser libre —su voz suena tan suave. Sin embargo, comprendí todo y siento su anhelo. La vida de ella es como un animal atrapado en una jaula y la ayudaré a ser libre.
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