Luego de salir de la oficina del Jefe fuimos a la sala de conferencias, hace poco hubo una reunión y hay bastante para organizar.
Mientras trabajo, no puedo quitarme de la mente lo que sucedió hace un momento, sabía bien que no debía quedarme sola en ese lugar, no entiendo por qué me deje llevar y de todas formas me quede ahí. Debí ser yo la que iba a tirar las bolsas de basura, era lo más lógico.
—Veo que te quedaste pensativa luego de ver a Evan— dijo Alejandra quitándome de mis pensamientos
—La verdad sí, no me gustó nada su actitud— respondí. De solo pensar en lo incómodo que fue ese momento me da mucha rabia, mucha impotencia por haber tenido que quedarme callada sin poder defenderme ante ese idiota.
No se puede acusar a las personas de ladronas solo porque tienen un puesto de trabajo humilde, no es justo. Un empleo no te define como persona y el ser humilde no me convierte en una ladrona, podría tener todo el dinero del mundo y aun así ser una delincuente. No deberíamos juzgar por las apariencias, alguien debería enseñarle eso al señor Howland, a ser un poco más considerado y mirar más allá de su hombro. Además, qué podría quitarle de esa estúpida oficina, no creo que guarde su fortuna en ella, o papeles secretos para entregarlos a la competencia, ni siquiera tengo los contactos.
—Sé que te ha parecido un mal jefe, pero es un buen hombre, se preocupa por nosotros y también puedo decir que me ha ayudado mucho— mencionó Alejandra luego de ver mi molestia, ella lleva más tiempo trabajando aquí y al parecer su experiencia no le ha dado la misma concepción que yo he tomado en un solo encuentro.
—No se siente como que estés describiendo a la misma persona que acabo de ver—.
Definitivamente, ella nombra a alguien que no he visto, a veces puedo leer a las personas y en ese señor no vi un buen hombre, ni siquiera algo que se le pareciera. Suelo quedarme con las primeras impresiones y rara vez me equivoco.
—Deberías darte la oportunidad de conocerlo, no es como los demás hombres ricos— volvió a insistir.
—Prefiero no tener que volver a cruzarlo— agregué cerrando la conversación.
La realidad es que no creo que un hombre como él sea bueno, y no lo digo por su dinero, me refiero que una persona con su arrogancia, quien se siente dueño de todo el mundo, es imposible que guarde alguna pisca de bondad.
Lo que dice Alejandra parece muy alejado de la realidad, yo no creo en nada que no haya visto o que no haya sido comprobado con argumentos válidos e irrefutables, la tierra es redonda, los millonarios se creen mejores que la gente pobre, para mí el mundo es así, no encuentro otra explicación. Cuando tengo una perspectiva sobre algo es muy difícil que pueda cambiar mi imagen o verlo de otra manera. Solamente viendo el desprecio con el cual Evan Howland me miró, fue suficiente para darme cuenta de que es un hombre al cual no vale la pena conocer, un hombre capaz de llevarse por delante a quien sea que se interponga en su camino sin tener en cuenta que la otra persona también es un ser humano. Por lo tanto, no quiero volver a cruzarlo en la vida, cosa que quizás no sea tan fácil porque trabajamos en la misma empresa. Aunque la verdad es que él está en la cúspide de la pirámide y yo en el escalafón más bajo con los rezagados. Estamos destinados a ser dos personas que nunca se van a encontrar porque no tenemos absolutamente nada en común y definitivamente nacimos para llevarnos mal, no hay posibilidades de que él y yo pudiéramos entablar siquiera una amistad.
Durante el resto del primer día, mientras trabajamos, Alejandra y yo conversamos bastante. La verdad es una mujer muy agradable, le encanta hablar y a simple vista puedo ver que no es el tipo de persona que le gusta guardar sus palabras. Como habla mucho, tan pronto puedo saber que es una mujer que ha pasado por demasiadas cosas complicadas y pienso que es admirable su capacidad de resiliencia.
No es Americana, sino que nació en México, por lo que me dijo puedo saber que la vida allá para la gente pobre no es nada sencilla, y esa fue una de las razones que la llevó a venirse a vivir acá, en busca de una vida mejor, el famoso gran sueño americano. Desde niña vivía con sus padres y su hermana mayor, una linda familia que a pesar de todos los problemas siempre se mantuvo unida, de esa forma cada problema se hacía un poco menos pesado. Pero un día cuando ya eran bastante grandes su hermana decidió emigrar a Estados Unidos para salir de la pobreza, a cumplir ese sueño que siempre habían tenido. Anne con mucho esfuerzo pudo estudiar, consiguió una beca, un empleo parcial y como era tan inteligente y responsable se graduó con excelentes calificaciones, la recompensa de que su vida se hubiese vuelto únicamente para el estudio y el trabajo. Entonces logró hacerse de un buen empleo lo cual le permitió ayudar a su familia, ayudarlos como siempre había soñado, una hija que a pesar de la distancia no se olvidó de sus raíces, no dejó atrás a quienes tanto le habían dado.
En ese entonces mientras su hermana estaba lejos, Alejandra tuvo una relación con un hombre al que ella quería mucho, realmente estaba muy enamorada, embobada ante su persona. Él fue muy especial, le hizo creer que ella era importante y que la iba a ayudar en todo lo que pudiera necesitar, que iba a ser un hombre incondicional en su vida. Por supuesto que ante todas sus palabras y el amor que sentía, ella confió porque aquel hombre parecía una buena persona, ese hombre mágico que llegaba a rescatarla de todos sus males, como un príncipe azul de los cuentos de hadas. Pero en realidad él era un farsante, solo la utilizo, mientras todo iba bien, mientras le sirvió la tuvo a su lado, pero luego la dejó.
Con dieciocho años Ale quedó embarazada, con mil dudas, mucho miedo, claro que a esa edad iba a estar aterrada, ninguna chica tan joven está preparada para una noticia de esa clase. Así y todo, con el temblor en sus piernas, pero un poco emocionada se lo contó al padre de Jamie, pero la respuesta que este le dio fue que era problema de ella y solo huyo, desapareció sin dar una explicación, sin decir nada más y sin importarle su mujer y su hijo. Ale quedó devastada, porque lo amaba, en un solo segundo su mundo de ensueños se rompió, cayó al precipicio, sin ningún paracaídas que la sostuviera o que hiciera que doliera menos.
La historia fue al revés de cómo la cuentan y su príncipe azul se convirtió en un sapo, peor aún, en una rata asquerosa que lastima y ensucia todo a su paso. Pero con el apoyo de sus padres igualmente logró salir adelante, no se dejó derrotar, aunque dolía mucho se levantó y siguió con la frente en alto.
Luego de unos meses de cumplir sus diecinueve años Jamie nació y se convirtió en la luz de sus ojos, su razón de vivir, una nueva esperanza que le enseñaba lo bonita que podía ser la vida, aunque el embarazo no fue planeado ella recibió a su hijo con los brazos abiertos sin arrepentirse de nada de lo pasado. Con el fin de ayudar a Ale, su hermana le insistió que viajara a este país en busca de una vida mejor, para encontrar ese nuevo comienzo. Entonces como sabía que debía mejorar su vida decidió hacerle caso, tomó a su niño en brazos y emprendieron su viaje juntos.
Al llegar a esta ciudad, primero lo único que conseguía eran trabajos temporales donde no le pagaban muy bien, pero aun así estaba conforme porque le permitía mantener a su hijo. Pero luego se enteró de esta empresa que la recibió con los brazos abiertos, le dio un lugar estable y gracias a esto no le falta nada. Por supuesto que no es el trabajo de sus sueños, pero ella no tiene ningún estudio ni otra experiencia, es una muchacha muy inteligente, pero eso no es suficiente, hoy en día si no estudiaste no eres nadie, así que por lo pronto se conforma con poder darle a su hijo todo lo que necesita. Anne, su hermana fue una pieza clave en toda la recuperación, en levantar fuerzas, porque cada vez que tenía tiempo libre la ayudaba a cuidar de Jamie, cada vez que necesitaba un consejo o un abrazo ella estaba ahí para darles todo, sin dudas es una tía ejemplar que los apoya en cada momento, de forma incondicional.
Luego de dos años ahorrando mucho y mejorando decidieron traer a sus padres al país, para darles una vida mejor, para tenerlos cerca y ser una familia unida como siempre lo fueron. El reencuentro fue maravilloso, pasaron tanto tiempo sin verse, hablando solamente por teléfono, así que volver a abrazarlos, sentir su calor, fue mágico, una sensación incomparable, porque un padre y una madre sin importar la edad que tengas siempre te harán falta, siempre los necesitarás. Se habían extrañado tanto, pero todos sabían que alejarse fue la mejor decisión, aunque tuvieran que estar separados eso mejoraría sus vidas dándoles posibilidades que nunca habían tenido.
Ahora viven juntas con sus padres, quienes la ayudan con Jamie, aman mucho a su nieto y por supuesto que él a ellos. Son inseparables, aman compartir cada momento, después de que Jamie tuvo que crecer lejos de sus abuelos ya no quieren perderse ni de un solo instante más en la vida del otro, porque si hay algo que no vuelve es el tiempo, entonces no tiene caso desperdiciarlo.
Es increíble lo agradecida que está Ale con la vida, a pesar de que ha sufrido mucho, de que ha pasado por cosas inimaginables, nunca ha bajado los brazos, siempre se ha mantenido positiva, nunca ha dejado de luchar por lo que quiere, rendirse no es una palabra que se encuentre en su diccionario. Al escucharla hablar me siento muy orgullosa porque son pocas las personas que tienen esa fuerza, ese poder de resiliencia, esa voluntad que te contagia y te hace ver que quizás la vida no es tan mala como parece.
Sé que los problemas no son los mismos, hay muchísimas diferencias, pero debería llevarla a conocer a mi padre para que Ale le pase un poco de su fortaleza, para que lo contagie con su positividad y le recuerde a él que sin importar las circunstancias siempre es imprescindible continuar luchando.
—Soy una mujer que sueña con el amor de su vida, pero ya no creo que sea algo que pueda llegarme—dijo cuando terminó su historia. Después de todo lo que ha pasado quién podría culparla por no creer más en el amor —Es difícil que un buen hombre me acepte con un niño, pero a ese niño no lo cambiaría por nada en el mundo.
—Si no acepta a Jamie no es ningún hombre que valga la pena. Además, estamos en el siglo XXI, los niños no son un problema.
—Tienes toda la razón Shelby— dijo dando un suspiro.
Más bien, yo pienso que detrás de esconderse poniendo la excusa de que un hombre no la aceptaría con un hijo, hay un miedo de volver a ser lastimada como la vez anterior, después de todo lo que paso quien no tendría ese temor, lo raro sería no sentirse así.
Ambas nos sonreímos y continuamos con el trabajo, una rutina bastante agotadora. Pero debo admitir que el tiempo voló más rápido de lo que suponía, porque ya han pasado algunas horas hasta que llegó el fin del turno, entonces juntas fuimos a cambiarnos de ropa y nos despedimos, Ale se fue a ver a Jamie y yo volví a casa con mi padre.
Tome el transporte público y por suerte hay un asiento libre porque ha sido un día muy agotador, tuve tanto trabajo que me siento exhausta, hace tiempo que no me muevo tanto, mis piernas están agotadas, si continuó moviéndolas es solo por inercia. No imagine que fuera a ser tan complicado este empleo, ya veo que lo subestime, la verdad es que con todo lo que hacemos merecemos el doble de dinero. Si lo comparamos con toda la actividad que realizamos, no pagan lo suficiente, seguro que trabajamos mucho más que la mayoría de los grandes directores y no ganamos ni la cuarta parte de lo que ellos. Pero como siempre digo, la vida no es justa, no todos reciben lo que merecen. Aunque ya basta de quejas, lo importante es que finalmente luego de tanto buscar he conseguido un empleo y me esforzaré para dar lo mejor de mí y no perderlo.
Finalmente, llegué a casa y me encontré con la señora Rose y mi padre conversando.
—Buenas tardes— dije al verlos y le di un beso a la señora Rose, la cual me respondió con un abrazo, luego me acerqué hasta mi padre para abrazarlo, el cual sonrió cálidamente, no hay nada mejor que llegar a casa con tus personas queridas luego de un día tan agotador como el de hoy.
—¿Qué tal tu primer día hija?— preguntó mi papá.
—Agotador, pero bien, quiero darme un baño y luego les cuento— respondí.
Fui a mi habitación, tomé una toalla, sandalias de baño, una bata y me dirigí al cuarto de baño para ducharme. Abrí la regadera y sentir el agua correr por mi cuerpo estando tan cansada, es el más maravilloso cuento de hadas que tengo actualmente en mi vida. Siempre creo que darte una ducha puede arreglarlo casi todo, es un momento único en el cual estás solo tú y el mundo, como si no hubiera nada más, el resto de las personas no existen, la mente se aclara y los pensamientos fluyen igual que el agua corriendo por mi cuerpo. Este es el paraíso de las personas normales, el mejor momento del día, donde todos los problemas se hacen más pequeños y vas dejando un poco el cansancio acumulado, es realmente reparador. Luego de una larga ducha, porque sí que me tomo mi tiempo, me gusta disfrutarlo sin apurarme por absolutamente nada. Fui a mi cuarto, busqué mi pijama porque quiero estar cómoda, el uniforme del trabajo no lo es para nada y me alegra que por este rato no tendré que usarlo. Cuando estuve lista volví nuevamente con Rose y mi padre quienes me están esperando para cenar.
—Mmm, se ve delicioso, estoy muy hambrienta— dije sentándome frente a mi plato, la señora Rose de verdad debería abrir un restaurante porque su comida es magnífica, cualquier chef se sentiría minimizado al lado de ella.
—¿Te gustó la nueva empresa?— preguntó Rose mientras ponía un vaso con jugo de naranja frente a mí.
—Es un lugar fantástico, de ensueño, creo que podré acostumbrarme bien— mencioné recordando todo el edificio que realmente es precioso y tiene mucho que ofrecer.
—Es el sitio en el que deberías trabajar de acuerdo a tu carrera, pero tuviste que abandonar todo por culpa de este viejo estúpido— agregó mi papá y me dolió en el alma oírlo decir eso. Odio que se sienta así, no lo merece, además no es justo porque nada de lo que pasó fue su culpa.
—Papá, por favor no digas eso, tú sabes que esto para mí no es un problema y me siento muy bien en donde estoy.
Me parte el alma y el corazón ver a mi padre así, él sabe muy bien que esto no es lo que quiero, que mis sueños se han roto y que indirectamente, sin ninguna intención fue él quien lo causó. Pero a mí nada de esto me importa, estoy agradecida de tenerlo, daría lo que fuera por ayudarlo, incluso daría mi vida por él. No voy a negar que es difícil realizar este trabajo, pero para mí no es un problema, lo hago orgullosa, todo lo que quiero es sacarnos adelante y no me cabe ninguna duda de que lo lograré.
—Ambos sabemos que esto no es lo que esperabas— dijo mi padre bajando la mirada.
Entonces, tomé su mano para tranquilizarlo, pero por suerte para nosotros Rose interrumpió porque no me gusta nada el lado que está tomando esta conversación, no quiero que mi padre se ponga más triste de lo que ya está, porque que él esté así no le hace bien a nadie y mucho menos a sí mismo.
—Sabes lo terco que es tu padre y no lo convencerás, pero yo te veo contenta Shelby y eso me gusta mucho—. Sonreí sinceramente y le hice un gesto de agradecimiento con la mirada, ella siempre sabe qué decir en cada momento, agradezco a la vida por tener esta señora que tanto nos ha ayudado sin pedir nada a cambio, porque con lo único que puedo retribuirle es con mi eterno agradecimiento y cariño.
—Hoy conocí a una chica, Alejandra, es muy buena persona y un verdadero ejemplo de superación, creo que deberías conocerla papá.
—Yo estoy bien hija, sabes que ya lo he superado.
—Lo sé, pero aun así debería presentártela, siempre te ha gustado conocer a mis amigos — dije poniendo una excusa y él rio ante mi comentario, al menos logre quitarle una sonrisa por más pequeña que haya sido.
Mi padre miente, yo lo sé, quiere pretender que está bien cuando ambos sabemos que no es así. Lo conozco de toda la vida, sé cuando no me dice la verdad, cuando está mal o bien, conozco cada cosa que ha ido pasando por su mente a lo largo de este tiempo. Soy consciente de que lo sucedido le ha afectado en gran medida y no sé si algún día él sea capaz de superarlo, de aceptar la situación y vivir con ello hasta que pueda mejorar. No me gusta verlo tan derrotado, quiero que su risa salga a la luz una vez más. Es cierto que quizás este no sea el trabajo de mis sueños, no es lo que esperaba hace algunos años, pero quiero intentarlo, quiero dar lo mejor de mí y sé que luchando podré mejorar y alcanzar un poco de lo que espero, de lo que esperamos.
Una semana ha pasado desde mi primer día, el tiempo ha transcurrido más rápido de lo que esperaba, pero las cosas no han cambiado demasiado, días normales con rutinas normales, cada día parecido al anterior sin que suceda nada interesante. Alejandra y yo cada vez nos hacemos más cercanas, al final trabajamos juntas todos los días, es mejor porque en equipo somos más eficientes. Cada día nos llevamos mejor y tengo pendiente el conocer a su hijo, por lo que me cuenta Jamie es un niño encantador y sé que podríamos llevarnos muy bien.
Al jefe por suerte no me lo he vuelto a cruzar, ni quiero hacerlo, la actitud del día que lo conocí me hizo sentir bastante mal, arrogancia mata galán, porque es muy guapo, pero con esa actitud no provoca que me den ganas de saber más sobre él. No me equivoqué cuando dije que probablemente no lo vería más, tal y como mencione él está en la cúspide más alta y yo en el escalafón más bajo, nuestros caminos no están hechos para entrecruzarse.
En este momento es la hora del almuerzo, así que estamos con Ale sentadas conversando mientras comemos. Estábamos tranquilas charlando hasta que su celular sonó y ella se levantó para responder la llamada, así que me quedé sola comiendo.
De pronto veo a Ale acercarse con una expresión de preocupación en su rostro, así que también me preocupé y salí de mis pensamientos para prestarle atención.
—Jamie no se siente bien, parece que tiene fiebre, de verdad debería irme. ¿Será que puedes cubrirme? Yo pediré permiso— expresó rápidamente, casi sin respirar entre las palabras. Se nota que está muy preocupada, no deja de mover las manos en señal de nerviosismo. Es claro que una madre no puede ver que su hijo se enferma porque su mente empieza a imaginar un millón de cosas y solo quiere verlo mejorar.
—Por supuesto Ale, no te preocupes por el trabajo, yo me encargo, cuida de Jamie que ahora es lo más importante.
—De verdad, mil gracias Shell— antes de irse me dio un abrazo y salió corriendo, no me dejo ni decirle que no tenía nada que agradecer, para mí es un placer ayudarla.
Debe de ser muy complicado tener un hijo y además tener que trabajar todo el día, no debe de ser una tarea nada sencilla, pero creo que Ale está haciendo un muy buen trabajo, se nota que es una madre increíble, la cual daría la vida por ese niño, una madre ejemplar que no todos tienen la suerte de tener.
Cuando termine de comer fui directo a la oficina del Jefe, hoy me tocará ordenarla sola, espero que Alejandra haya avisado porque no quiero volver a tener problemas, aunque en realidad lo que más esperó es no cruzarme con ese señor.
Por suerte para mí ingresé y no me encontré con nadie, está todo bastante ordenado, este hombre es muy organizado. Limpie el piso, saque polvo de algunos estantes, y me puse a ordenar los libros en su lugar, cuando estaba por irme, justo lo que no quería que pasará sucedió, el señor Howland llegó.
—Buenas tardes, señorita Miller— dijo al verme.
Para mi sorpresa recuerda mi nombre, algo que nunca imaginé, también me sorprendió su tranquilidad, no dijo nada por verme aquí, no tuvo un arrebato de agresividad, ni una expresión de sorpresa como la vez anterior.
—Buenas tardes, señor Howland— respondí bajando la mirada de inmediato.
No sé qué es lo que tiene este hombre, pero me intimida demasiado, no puedo mirarlo por mucho tiempo, sostener su mirada me cohíbe, y esto es algo que no suelo hacer, generalmente no permito que nada me avergüence.
Como ya terminé mi trabajo aquí, simplemente tomé mis cosas y decidí irme sin decir nada más.
—Espera, tengo algo que decirte—dijo el señor Howland cuando estaba a punto de abrir la puerta, pero ante su comentario frené, me di la vuelta para mirarlo, pero me limite a no decir nada y esperar que él continúe hablando. —Lamento lo que pasó el otro día, sé que fui muy grosero—. Me sorprendió mucho oír sus palabras, creí que la gente como él no sabe disculparse, y menos ante alguien como yo.
—No es necesario que se disculpe, está bien— respondí restando importancia, porque, qué más podría hacer.
—Sé admitir cuando actúo mal, me he equivocado, así que por favor acepte mis disculpas señorita Miller.
—Y yo sé reconocer cuál es mi lugar, además también sé que las personas como usted realmente no necesitan el perdón de la gente como yo, así que con su permiso debo continuar con mi trabajo—. No le permití decir nada más y salí rápidamente de la oficina, casi corriendo, pero antes de cerrar la puerta sentí que dijo: “Pero a qué te…” aun así, hice caso omiso a sus palabras y continúe mi camino.
Es probable que me arrepienta de lo que acabo de hacer, hablarle así al jefe no es para nada apropiado, pero qué más podía hacer, un perdón no es suficiente, no después de que tratas a tus empleados como si fuesen basura. Ya sé que es el dueño de todo, pero eso no le da el derecho de hablar a nadie de forma tan grosera. No sé de dónde saqué valor para ser así, pero aunque reconozco que no estuve bien, en este momento no me arrepiento, y puedo decir que me siento un poco orgullosa de mi persona. Ahora solo espero no ser despedida por segunda vez porque no le vendría nada bien a mi historia laboral, nadie volvería a contratarme nunca y tendría que vivir en un refugio o bajo un puente junto a mi pobre padre, de solo pensarlo me dan escalofríos.
El resto de la jornada laboral fue muy aburrida sin que Alejandra esté cerca, ya me acostumbré a tenerla todo el día a mi lado hablando, porque esa mujer no se calla un solo segundo, siempre tiene un tema interesante para conversar. Eso es algo que agradezco porque hace los días más livianos, es muy cierto cuando dicen que no vivamos para que se note nuestra presencia, sino que lo hagamos para que se note la ausencia.
Como no tengo a mi compañera para ayudarme, mi jornada se hizo bastante más larga, terminé todas mis tareas más tarde de lo normal. Me cambié de ropa, y fui camino a la parada del transporte público, pero al ser más tarde de lo habitual el bus que debo tomar para llegar a mi casa ya ha pasado así que tendré que caminar porque ni pensar que pueda darme el lujo de pagar un taxi, o un Uber. Muy frustrada me senté en un banco, apoyé los codos en mis rodillas y escondí la cabeza en mis manos, la casa es muy lejos y no quiero caminar tanto.
—Tenemos una charla pendiente— dijo una voz detrás de mí. Al darme vuelta encontré a Evan Howland, mirándome con las manos en los bolsillos del pantalón de su traje, luciendo un aspecto relajado. Enseguida maldije para mis adentros porque es la última persona a la que quiero ver en este momento.