LA RAZÓN DE LOS SIGNOS Aquella tarde hacía un tiempo perfecto. Hacía años que la primavera no se anunciaba así. Un buen augurio para muchos, pero no para él, que no llegaría al verano. De repente sintió el impulso de marchar lejos. Hasta el momento el shock no le había permitido aprovechar lo que le quedaba. Se levantó, se vistió, tomó el ascensor hasta el garaje y salió. ¿Hacia dónde? No lo sabía… sí, ¡al mar! Pero entonces, a dos manzanas de casa, pensó: Si no me encuentran se preocuparán. Volvió. «Me voy a Albenga a pasar el fin de semana. Todo bien. Ya os llamaré», escribió en la pizarra de la cocina, y salió. No sufriría, tenía un tumor indoloro en el cerebro. Fue por ello que el diagnóstico tardó tanto. Dos semanas antes, Matteo empezó a sufrir episodios de debilidad y unos días