Kerem reaccionó como si lo hubieran abofeteado, su rostro se contrajo en una mueca furiosa mientras se interponía entre Asya y Zeynep, sus hombros estaban tensos por la ira. —¡Cómo te atreves! —rugió, mientras sus ojos destellaban como brasas ardientes— ¡Zeynep es mi esposa, la madre de mi hijo! ¡Merece todo mi respeto! Se volvió hacia Zeynep, su expresión se suavizó al mirarla, reflejando una ternura que hizo que el corazón de ella se acelerara. —Habibi, no les hagas caso —murmuró, tomando su rostro entre sus manos con delicadeza— tú eres mi mundo entero, nunca lo dudes. Zeynep asintió, parpadeando para contener las lágrimas que amenazaban con derramarse, depositó un suave beso en la palma de la mano de Kerem, reconfortada por su actitud protectora. La risa burlona de Mehmet rompió e