Zeynep se despertó temprano por la mañana, se encontraba acurrucada entre los brazos de Kerem, se estiró, una sonrisa se extendió por su rostro al recordar las celebraciones de la noche anterior. Por primera vez desde que llegó a Diyat, se sentía verdaderamente aceptada, verdaderamente parte de algo. Y sabía que gran parte de eso se debía al hombre a su lado, su marido, su amor, su roca en medio de las tormentas de la vida. Como si sintiera sus pensamientos, Kerem despertó, cuando su mirada se posó en Zeynep, una sonrisa suave se extendió por sus labios. —Buenos días, mi amor —murmuró, atrayéndola para un beso suave. Zeynep se derritió en su abrazo, sentía su corazón llenó de amor, sintió que ese era el momento, el momento de compartir su secreto, de hacer a Kerem parte de la alegría