Zeynep se quedó en la cama, confundida y herida por la repentina partida de Kerem después de su apasionado encuentro. Lágrimas de frustración y dolor rodaron por sus mejillas mientras se cubría con las sábanas, sintiéndose usada y desechada. Se llamaba tonta una y otra vez ¿Acaso no aprendía de sus errores? Kerem debía de sentirse satisfecho. Se levantó con piernas temblorosas y se vistió, tratando de recomponer su dignidad hecha jirones. No dejaría que Kerem viera cuánto la había afectado. Tenía que ser fuerte, por su propio bien. Los días siguientes fueron un tormento para Zeynep. Kerem la evitaba a toda costa, saliendo temprano y regresando tarde, siempre con la excusa de atender asuntos urgentes del clan. Cuando por fuerza tenían que coincidir, él mantenía una fría distancia, sus oj