NARRA BRUNO
Despertar con Sofia entre mis brazos es un placer que no quisiera compartir con nadie. Ver cómo está tan relajada, su cabello cubriendo una parte de su cara, como su pequeña nariz se arruga, sus labios rosados. Todo de ella es mío y tenerla sólo para mí me llena de felicidad.
Intento levantarme de la cama sin hacer mucho ruido ya que aún es muy temprano y no quiero despertarla. Entro al baño a hacer mis necesidades, después de eso me visto con ropa deportiva y me dirijo al pequeño gimnasio que está en mi departamento.
Hago un poco de cardio y levanto pesas, después de eso golpeó el saco de boxeo. Aunque no estoy muy concentrado en lo que hago, mi mente está en otra cosa o mejor dicho en una persona. En mi pequeña Sofia, ayer después de que llegue del trabajo la encontré a el
