Meses después…
Me miro al espejo y aunque no me veo mal, me doy cuenta de que me puedo ver mejor, dudo.
—¡Claudia! Vamos —dice Arturo con apremio.
—¡Dios! No vamos a llegar tarde —le respondo.
Él mira al techo y se sienta en la cama, se coloca las manos en el rostro y se inclina hacia adelante. Ya lleva el traje y está nervioso porque odia la impuntualidad.
—¡Es una boda amor! No te estreses.
—¡Si ya habías elegido el vestido! ¿Por qué te tardas?
—¡Por qué me inflo y me inflo, metiste tu semilla dentro de mí, sabes bien bastardo lo que te gusta acabarme adentro, estas son las consecuencias —digo señalando mi vientre de 4 meses de embarazo.
—¡Exagerada! Te ves como si nada. Además tú a veces me pedía que te acabara adentro
—¡Cállate!
Se me acerca y me abraza y me besa.
—¡Si no
