Capítulo 2

1435 Words
Ten cuidado con los sueños, aunque somos los verdaderos dueños, no son más que engaños, la ilusión, la imaginación, que a veces hace daño.   Había un bosque oscuro a mi alrededor y no podía irme de allí, mi cuerpo no se movía a causa del miedo, y mi mente no lograba identificar la causa. Simplemente sabía que algo malo se encontraba allí, algo que podría encontrarme en cualquier momento. Así que intenté recordar al menos cuál era la razón de mi presencia en el lugar, porque estaba segura de que no estaría allí sin una. Por lo que miré a mi alrededor entre la neblina que cubría parte de los árboles, y por un momento pensé en gritar un nombre, ¿cuál era? Aunque quería gritarlo no lo recordaba. Y sin querer di un paso al frente, tropezando contra algo en el suelo que casi me hace caer, pero logré estabilizar mi equilibrio a tiempo para evitar la caída. Con curiosidad me agaché para ver qué había en el suelo, aunque algo gritaba en mi cabeza que no lo hiciera, no lo escuché y llevé mis manos hacia el objeto para levantarlo del suelo y mirarlo mejor. Era un objeto ovalado con mucho.... Cabello, me sorprendí al ver el cabello y luego el rostro, estaba sosteniendo la cabeza de alguien. Entonces grité y solté la cabeza, abrí mis ojos y me encontré sentada en la cama y empapada en sudor, había tenido una pesadilla demasiado vívida, como muchas otras. —Ya estás despertando a todos de nuevo —se quejó mi abuela y la miré sorprendida. —¿Dónde has estado las últimas 24 horas? —le pregunté y me miró bastante mal, esa era mi abuela, una mujer bastante complicada. —¿Acaso eres mi madre? —me preguntó molesta y luego tomó asiento junto a mi cama —. ¿Cuánta gente vino? —Mucha gente, tenían trajes bastante caros y esponjosos —dije con cierta burla, y me miró con sospecha. —Lo de esponjosos no te lo creo —me dijo —. Bueno, dime de qué fue el sueño está vez... —Estaba en el bosque, y me encontré la cabeza de una chica... —Por eso no debes leer libros de terror antes de ir a dormir —me dijo, pero se quedó pensativa y luego me preguntó algo de nuevo —, ¿cómo era el bosque? —Pues, ya sabes, tenía muchos árboles —expliqué y ella me dió una mirada de advertencia —. Vale, había mucha vegetación, hojas grandes y árboles muy altos, también tenía un olor distintivo a río y animales durmiendo... —Ponle un nombre al bosque —me pidió, cómo muchas otras veces y pensé en ello detenidamente antes de dar una respuesta. —Amazonas... La abuela no dijo nada, no era la primera vez que soñaba con algo extraño, con lugares que ella aseguraba yo nunca había visitado antes, pero mis recuerdos eran muy precisos. La primera vez que ocurrió yo tenía ocho años y soñé que estaba en un bosque lleno de árboles extraños, todos tenían forma de arco y en el centro había un antiguo edificio que estaba cubierto de vegetación. Luego mi abuela me mostró fotos del bosque de los mil arcos, y me dijo que estaba prohibido entrar allí, porque el bosque tenía una magia extraña que enloquecía a quien entrara en este. Por lo tanto, creyó que había visto imágenes del bosque antes y por eso había soñado que estaba ahí, por eso sabía sobre la forma extraña de los árboles, lo que no es cierto. Luego soñé con una ciudad inexistente, le dije el nombre a mi abuela y ella buscó en los libros de historia hasta encontrarla, no tuvo explicación al respecto y se guardó todas sus teorías. Pero, los sueños seguían llegando uno tras otro, como aquel sobre una casa antigua, que resultó ser un orfanato que fue cerrado hace un tiempo por realizar magia negra y aquel otro en un salón de baile en el centro de una ciudad que no existe en el tiempo presente. —Eres la nieta más extraña que he tenido —comentó. —Abuela, soy tu única nieta... —Ah, es cierto, Dios nos ampare... —comentó en voz baja y luego acomodó mi cobertor para abrigarme mejor —. Te ayudaré a espantar los sueños —me dijo antes de poner sus manos en mi frente y hacer que me acostara de nuevo, luego cerré los ojos y no tuve más pesadillas. Dormí tranquilamente hasta que el sol empezó a molestarme en la mañana, y ya no pude evadir más mi salida de la cama. Mi abuela ya no se encontraba en mi habitación, probablemente estaba abajo tomando su taza de café matutina. Siempre lució para mí como la jefa de la casa, y daba bastante miedo si la hacías enojar, mi abuelo alguna vez me dijo que se casó con ella porque era la única mujer que lo podía poner en su lugar con una simple mirada. Aunque los dos tenían carácter fuerte y eran temidos, muchos empezaron a tenerles lastima por sus hijos, aún más cuando el mayor murió. —¡Abuela! —bajé por las escaleras de forma ruidosa y la escuché quejarse a lo lejos. —Alguien que controle a la niña... Me reí a carcajadas y fui directo a la cocina donde ví que preparaba un postre de arroz, ese era mi favorito. Me emocioné mucho y me senté de forma silenciosa en la mesa para complacerla y obtener mi parte, ella simplemente se rió entre dientes y puso un plato frente a mi. —Ahora que no está el abuelo tendrás más para tí —se burló de mí con ojos tristes, obviamente extrañaba al hombre, seguro ayer se había ido a llorar a algún lugar donde no la viéramos. —También hay más para tí —le dije. —Como sea, hoy debes ponerte tu mejor vestido, hay reunión familiar así que sigue el código de vestimenta, tu tía va a tomar el cargo y tu tío va a ser el segundo, obviamente sabrás que tú representas la siguiente generación, eres la aprendiz... Empecé a disfrutar el postre mientras la escuchaba, odiaba todo el asunto de las reglas y el protocolo, pero me encantaba mi familia y lo que representaba, cuando era niña mis padres me contaban historias bastante épicas sobre nuestro pasado familiar. Por eso, casi toda mi ropa tenía la forma distintiva del cuervo en algún lugar y teníamos muchos cuervos en la casa también. Mi abuela amaba alimentar los animales voladores que ya hacían parte de la casa, y no dejaban de ir de un lado a otro como si les perteneciera solamente a ellos. —Abuela, olvidé contarte algo curioso que me pasó ayer... —la interrumpí en su charla sobre el deber y el honor, pero no se quejó y escuchó atentamente, incluso detuvo todas sus acciones como si fuera a decir algo bastante grave, ella siempre siguiendo su instinto —. Me encontré un vampiro bastante guapo en el cementerio ayer. Ella dejó caer el cuchillo qué estaba en su mano, y aquel se clavó en el suelo entre sus pies. La miré sorprendida por su reacción, siempre podía ser muy exagerada, como cuando le dije que había nadado en un lago de cocodrilos para ganar una apuesta con los chicos de la granja vecina, aquellas hermanos realmente podían ser bastante locos. El abuelo siempre insistía en que era una revoltosa porque había salido a ella, y no al espíritu pacifico de mi madre que en paz descanse. —¿Hablaste con él? —me preguntó de inmediato. —Sí, una conversación sin sentido, dijo que había venido para el funeral, pero ya ves, hay gente que llega más tarde que yo... Ya se había acabado todo. —¿No dijo nada extraño? —Bueno, ¿qué te tiene tan preocupada? —le pregunté. —Los vampiros no son de fiar —dijo en respuesta. —Lo mismo le dirán a los bebé vampiro. —Cariño, la mayoría ya pasaron de los cien años —dijo y la miré sorprendida. —Oh, no, con razón no quiso decirme su edad —me reí de ello como si nada y terminé el postre para arreglarme para el gran día, había mucho por hacer y muy poco tiempo, además hoy no podía llegar tarde, menos si mi abuela me estaba vigilando. Pero, seguro por cinco minutos tarde nadie se quejaría, ser puntual era de snobs.
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