Janet se vuelve a sonrojar, y dice:
— Ni siquiera me has preguntado si tengo novio o esposo, y ya estás en esas.
Joaquín se sonríe, y luego le dice a Janet:
— ¿Tienes novio?
— No te voy a responder todavía, hasta que me digas, ¿de dónde vienes?, ¿y de que familia perteneces?
— Está bien, es lo correcto… bueno, yo vengo de un pueblo costero llamado: Cabo de palos- Murcia, tienes que conocerlo, la brisa del mar es espectacular.
— Janet se sorprende, y le expresa a Joaquín.
— ¿Conoces el mar?
Joaquín se ríe bastante de esa pregunta, y luego le responde a Janet:
— Yo nací y me crie en el mar, por eso te dije que vengo de un pueblo costero. Y mi familia es como muchas, hay de todo un poco, pero en general… la familia Alarcón es conocida haya en Cabo, como una familia pacífica.
— Joaquín… no tengo novio.
— ¿Cómo es posible eso?
— No sé, no había aparecido alguien que me interese.
— ¿Pero ahora sí?
Janet se pone un poco nerviosa, y al final dice:
— Si, ya apareció alguien.
— ¿Y ese alguien es un chico alto de ojos verdes y de cabello castaño?
— Pues… sí.
De inmediato, Joaquín se acerca un poco más a Janet, pero esta le dice:
— No te equivoques, aléjate un poco, no voy hacer nada indebido.
— Está bien, pero no me culpes, eres tan linda que no sé cómo hacer para controlarme.
Mientras Joaquín y Janet hablan, alguien los observa desde lejos.
En ese instante, Janet le pregunta a Joaquín:
— ¿Tienes hermanos?
En ese preciso momento, se escucha una fuerte pisada, la cual alerta a Janet y a Joaquín. Haciendo que estos miren hacia todos lados.
Janet se asusta, y de inmediato le dice a Joaquín:
— Siento que hay alguien aquí que nos está viendo.
— Son impresiones tuyas, el ruido que se escuchó, pudo a ver sido un animal.
En seguida, Janet se levanta, y sin decirle nada a Joaquín, se va del lugar.
Joaquín también se levanta, diciéndole a Janet:
— Espérame.
En ese instante, comienza a llover fuertemente en Pedraza. Mojando totalmente a Janet y a Joaquín, quienes corren por el bosque.
En el Arca, Adal se encuentra iracundo al no encontrar a su hija por ninguna parte, y le dice a Fanny:
— ¿Y esta jovencita se volaba así cuando yo no estaba?
— Cálmate Adal, te puede dar algo.
— Me va a dar, pero cuando la vea.
Luego de unos minutos, Janet oculta a Joaquín en el establo junto a su caballo preferido, diciéndole a Joaquín:
— Quédate aquí, ya te traigo algo para que te seques.
Joaquín mira el caballo, y de inmediato le dice a Janet:
— Veo que el caballo no le agrada de mucho mi presencia.
— Por eso te dejo aquí con Lona, él no te hará nada, si fuera Fuego, sí que podrías salir lastimado.
— De todas formas, no me siento seguro.
En ese momento, Janet entra a su casa y para su suerte, Adal se durmió con el fuerte aguacero que azota el pueblo.
Fanny aprovecha el momento en que su esposo esta dormido, y le dice a Janet:
— ¿A ti qué te pasa?, quieres matar a tu padre y a mí de un disgusto?
— Yo solamente estaba en nuestras propias tierras.
— ¿En qué parte?
— ¿Estaba en la quebrada?
— ¡¿Hasta a ya?!
— No le veo nada de malo mamá, me gusta ir a ese lugar.
— Está bien.
Minutos más tarde, Janet toma dos panes y un pedazo de tela, y al ver que Fanny también se fue a dormir junto a Adal, va al establo y le da de comer pan a Joaquín. Y con el pedazo de tela le seca el pecho.
En ese instante, Joaquín sujeta fuertemente a Janet, y le dice:
— Quiero que seas mi mujer.
Janet no dice nada y se deja llevar por los besos de Joaquín, quien le quita toda la ropa y le hace el amor.
Luego de unos momentos inolvidables, Janet se viste rápidamente, y le dice a Joaquín:
— Aprovecha que ya está escampando y vete.
Joaquín le da varios besos en la espalda a Janet, y le expresa:
— ¿Cuándo no vemos de nuevo?
— No sé, vístete y vete, mientras yo voy a casa a ver si mis padres se han levantado.
— Está bien.
En ese instante, Janet va a su casa y antes de abrir la puerta, Adal la abre, y le dice:
— Ya tu madre me dijo todo, solo iras conmigo o con tu madre hasta ese lugar.
— Si padre.
— Ahora que escampo ese terrible aguacero, vamos a donde están las vacas y los caballos.
Janet se asusta, y le expresa a su padre:
— ¿Para qué?
— Hay que revisar que no se hayan inundado.
— Yo estuve viendo los caballos y todo estaba bien.
— ¿Y las vacas?
— También.
— De todas maneras, vamos a revisar otra vez…
Temblando de miedo, Janet va a tras de su padre y ruega porque Joaquín, ya se haya ido de la caballería.
Adal revisa el lugar donde se encuentra cada caballo, y no ve nada inusual.
Luego revisa las vacas y el tejado, y tan poco ve nada inusual.
Adal se da vuelta y ve a su hija muy nerviosa, y le dice:
— ¿Qué te pasa?, te veo muy nerviosa.
— Tengo frio.
— ¿Es solo eso?
— Si, vamos a casa, mañana seguimos trabajando.
Adal termina haciéndole caso a su hija, y se va para la casa.
Janet mira hacia tras en busca de ver a Joaquín, pero no lo ve.
El día siguiente, Adal decide acompañar a Janet a repartir el poco pan que les queda en casa. Cuando Janet ve a Joaquín junto a varios militares, y hace detener el carruaje.
De inmediato, Adal le dice a su hija:
— ¿Por qué te detienes?
— Eh… quiero confesarme en la Iglesia.
— Pero tú nunca lo haces Janet.
— Siempre hay una primera vez.
— Está bien, ¿cuánto te vas a demorar?
— Bastante.
— ¿Es que has hecho algo muy malo?
— No, como crees, solo es que siento la necesidad de hacerlo.
— Bueno ve, mientras tanto yo estaré cerca de aquí. Vendiendo los panes que nos quedan…