Punto de vista de la Princesa Ayla:
Después de que Nate salió de mi habitación, entré al baño. Me quedé boquiabierta al verme en el espejo.
—¿Qué demonios pasó?— susurré para mí misma. Pero el tatuaje de lobo sobre mi pecho izquierdo me tomó por sorpresa.
Brillaba bajo la luz del baño, al igual que el vestido que ahora llevaba puesto. El color me recordaba a una perla negra. Bajo la luz, los tonos eran diferentes. El tatuaje era casi idéntico al colgante de mi madre, pero la luna era una media luna, no llena.
—¿Qué demonios está pasando?— murmuré, sentándome en la tapa del inodoro. Fue entonces cuando noté que la abertura del vestido llegaba hasta mi cadera.
Maravilloso. No solo mi zona íntima estaba al descubierto, sino también mis pechos. No es de extrañar que la abuela estuviera ta
