Capítulo 1: Primer encuentro
Me duele horrores la cabeza, la salida de ayer y los tragos empiezan a pasarme factura. Observo las paredes blancas, el sol me ciega por unos segundos metiéndose por los espacios de la cortina en la ventana y escucho mi teléfono sonar a lo lejos.
-Mierda- susurró al levantarme, estaba desnuda y en el otro lado de la cama yace dormido un hombre, no recuerdo muy bien la noche pero estoy segura de que tuve sexo, por lo menos tengo una buena vista de sus nalgas, sin duda es beisbolista esos tienen unos pompis bien parados.
«¡Basta Aldana! ¡Concéntrate!»
-¿Aló?- respondo.
-Maldición Cy, ¿Donde estás?-. Carla era la única que aún me llamaba por mi nombre real, y sólo se lo permitía a ella.
-Viendo un culo increíble- respondo burlándome de mi hermana, siempre le hago bromas tontas.
-Pues es mejor que muevas tu culo en este instante hasta la dirección que te mandé por w******p, sino quieres que Patrick cancele la cita en la que estás media hora atrasada.
«Hemos dicho mucho culo en los segundo que llevamos hablando, Aldana concentración, Dios dejaré de beber».
-¡Y hasta ahora me lo dices!- reclamó, Carla suelta muchas exclamaciones groseras y alejó el teléfono mientras ubico mi ropa esparcida en el suelo, salgo sin despedirme, mi libro se llama por una noche por algo.
Pasó por mi departamento que me queda de camino, cepillo mis dientes y peino mi cabello, ahora era rubia y lo usaba por los hombros, amaba su color ceniza y las raíces oscuras, nuevas tendencias le llamaba mi estilista. Cambie mi ropa por un vestido ceñido al cuerpo, rosado y unas zapatillas altas, finalmente voy a la cocina, Mirtha mi ama de llaves me tiende un café recién hecho y beso su mejilla.
-Te amo mujer- chilló despidiendome, de vuelta a mi auto y por Patrick.
Mis manos sudan cuando toco la puerta, espero al hombre de mis sueños y me abre un señor bajito de tez pálida y lentes.
«Por favor, dime que no me enamoré de un anciano».
-Señorita Aldana bienvenida, soy el asistente del joven Patrick- me saludó haciéndose a un lado para que yo ingresara- Llámeme Hermés.
Respiré, jamás nadie había visto a Patrick ni podían tomarle fotos porque no sabían quien era, amaba el misterio de su vida y hoy por fin descubriría quien era.
-Hermés, un placer.
El departamento era precioso, decorado con objetos de vidrio y en colores oscuros, los muebles negros y artefactos electrónicos de primera calidad. Hermés me ofreció un trago y quien era yo para negarme, no era alcohólica pero le agarre cierto gusto al vino y otros tragos.
-Bienvenida, usted debe ser Aldana Torres-. Su voz era ronca, dulce y sexy, estaba detrás de mi y luego de dar varias respiraciones de preparación me volteé.
Mi mundo cayó al piso, podía estar más grande pero lo reconociera hasta de viejo. Él también supo quien era, por más que había intentado cambiar mi imagen, se enmudeció y su tez oscura se volvió pálida. Hice algo que tenía retenido hace mucho, diez años para ser exactos. Me acerqué a él, impactando mi pierna en su m*****o y mi mano con su mejilla, Hermés gritó alarmado.
-Señorita Aldana- dijo anonadado el asistente.
-Dejala Hermés, me lo merezco- dijo retorciéndose del dolor.
-Te mereces mucho más, me voy- anuncié, jamás sería parte de este circo.
-¡Espera Cinthya!- me llamó, mis ojos cristalizados estaban por derramar las primeras lágrimas.
-¡Jamás en tu vida vuelvas a llamarme así!- le amenace -Soy Aldana, para ti y para todos.
-Lo lamento, Aldana- dijo apenado, sus mejillas se sonrojaron -No te vayas, estás aquí por trabajo. ¿Podemos separar nuestra vida personal de esto?
¡Obvio que no! Yo estaba enamorada de una basura y no me pasó una vez, sino dos. Tenía dudas, muchas. De cómo él había llegado a ser Patrick, mi escritor favorito. Bendito sea, me quedaría para aclarar esto y no verlo más.
-¿Puedo usar tu baño?- indagué.
-Oh, claro la segunda puerta a la izquierda por este pasillo- me enseñó, asentí con la cabeza y fui directo a encerrarme. Al ponerle el seguro, saqué mi teléfono de la cartera y marqué el número de mi manager, es decir la idiota de mi hermana.
-¿Tu lo sabías?- inquiero al ella contestar.
-¿Saber que?
-Que Patrick es Marco- reclamo.
-¿Cómo?-. En su voz distingo su duda, así que ella tampoco sabía -Cinthya sal ahora de ahí.
-Tranquila, estoy bien-. Cuelgo el teléfono sin esperar respuesta, lavo mi cara con un poco de agua y me seco, tirando el papel en la basura y me enfrento a la dura realidad.
Marco está sentado en la sala, su cabeza descansa en sus manos a cada lado sosteniéndola, los años le cayeron de maravilla, su hermosa piel bronceada y los músculos que sobresalen de su camisa, sus rasgos más marcados y un perfume que vuelve loca a cualquiera.
«Detente, pequeña niña hormonal».
-Aldana- dijo levantándose al notar mi presencia -Por favor, quiero explicarte.
-Nada de eso, no quiero escucharte- lo detuve, deseaba todo menos abrir heridas del pasado -Nunca te perdonaré, pero podemos trabajar y acabar rápido con esto- le propuse.
-Esta bien- acepto a regañadientes -Lei tu libro, es muy bueno y las escenas de sexo parecen sacadas del Kamasutra.
-No fueron de ahí-susurre bajito.
-¿Disculpa?
-Nada, nada prosigue.
-Por una noche, es una novela interesante pero el romance es inexistente y el final es abierto, me quedé con ganas de seguir leyendo- comentó.
-No hay amor porque eso no existe, está sobrevalorado y solo nos lástima- bufé -Desde mi experiencia.
-Crei que yo tuve bastante que ver, ¿No?
-Marco o Patrick, en buena onda haz como si no me conoces y evita el lamento que me estás aburriendo.
-Bueno, entonces... ¿Habrá segunda parte?
-Lo estoy considerando.
-A los lectores les encantará, estoy seguro.
Dejó el departamento de Patrick, mi dolor de cabeza incremento y necesitaba ir a casa por un baño. Mirtha preparó el almuerzo, yo voy a la mesa con una toalla enredada en la cabeza y el cabello mojado, estoy leyendo varios emails por la computadora y sigo concentrada mientras llevo los bocados a mis labios, amaba la pasta y más las manos de la diosa está.
-No sé qué haría sin ti- le digo, realmente la apreció mucho.
-Mi niña, iré al súper por algunas cosas que te faltan- me informa.
-Ve en el auto- le propongo, ella me observa aterrorizada -Por favor, no quiero que tomes el transporte público.
-Me siento cómoda yendo en bus, no me obligues a usar tu auto- me implora -Jamas podría pagarlo si pasa algo.
-Yo no te haría pagarme nada, por favor- digo juntando mis manos como una niña pequeña, ella sonríe negando y finalmente accede.
Escucho la puerta cerrarse y luego volverse a abrir, creía que era Mirtha quien olvidó algo pero me encuentro con la cara furiosa de Carla.
-¿Por qué me colgaste el teléfono?- reprocha -Estaba muy preocupada y sobre ese idiota, olvídalo no volverás a verlo. Cancelaré todo y...
-¡Carla!- le interrumpí -Marco y yo sí trabajaremos juntos porque sólo será eso, trabajo. Me vendrá bien su experiencia y nombre, necesito que Sólo por una noche llegue lejos.
-¿Segura?- ella duda, yo le sonrió tranquilizandola y sí mi hermana se volvió más sobreprotectora desde lo que pasó con Marco.
-Si, estaré bien y más porque tú estarás conmigo.
-Le pateare el culo si te hace algo- informa y yo río a carcajadas.
-Tenemos que dejar de decir culo, si mamá nos escucha ella pateara el nuestro.
-Correcto, no crié niñas groseras- dice una tercera voz.
-¡Mamá!- chillamos alegres, hace unos meses que no la veíamos. La abrazamos, yo me aferre por unos segundos más de tanto que la extrañaba.
-Mis pequeñas, estoy tan orgullosa de ustedes.
Y ahí estábamos las tres, juntas hasta el final.
¿Cómo reaccionará mamá al saber que Marco volvió?
«Oh, oh».