Bervely salió del hospital una vez realizadas sus tareas de la tarde. Al bajar las gradas notó que en el parqueadero Pavel la estaba esperando. El hombre mantenía su cuerpo arrimado junto al auto, un Aston Martin de color gris oscuro y donde sólo entraban dos pasajeros mientras su mirada estaba enfocada en ella. Quería ver una pizca de arrepentimiento por lo que le hizo en el almuerzo, pero no hubo una sola. Él seguía neutral y como si nada. Pavel era realmente alto y de cuerpo musculoso, la mirada penetrante, pero cuando sonreía era el reflejo de un demente con decisiones que llevaban al desastre. Bervely respiró hondo, por un instante pensó en bajar la mirada, pero se mantuvo firme hasta cuando se acercó a él. - Sube. – ordenó Pavel y ocupó el asiento tras el volante. Bervely v