Bueno, era el momento de la verdad y todos los ojos estaban puestos en mí. Miré hacia abajo a mi bebida, di un sorbo y solté un pequeño suspiro. Podía recordarlo todo tan vívidamente como el día en que ocurrió. El día que perseguía mis sueños.
Mis ojos se levantaron de mi bebida hacia mi compañero, mientras me regalaba una sonrisa alentadora y comencé a contar mi historia.
—Bueno, todo comenzó en mi decimosexto cumpleaños. Estaba con nuestra madre, estábamos listos para ir a la tienda a comprar todos los ingredientes para mi pastel de cumpleaños. La noche, o más bien, supongo que la madrugada, bueno, tal vez la medianoche trajo consigo una realización de que no tengo un lobo. Así que puedes imaginar lo decepcionada que estaba por esa revelación. Por supuesto, la familia del Alfa lo supo
