Me preparé y fui hacia la cocina. La sensación de que alguien me observaba nunca desapareció por completo. Mi Lycan también podía sentir las miradas indiscretas sobre nosotros. Eso me ponía nerviosa y un poco tensa. Cerré todas las persianas y cortinas de las habitaciones, no quería que nadie mirara hacia nuestro espacio. Estaba haciendo una taza de café cuando sentí unos brazos alrededor de mí, lo que me hizo saltar y enviar mi codo volando hacia una costilla. —Uf. Diosa, ¿estás bien? Solo soy yo —jadeó entre respiraciones entrecortadas. Me giré y miré su expresión de dolor con horror en mi rostro. —¡Oh Diosa! No, lo siento. Siento como si nos estuvieran observando. Tuve este sueño en el que algo malvado me estaba mirando y juro que vi ojos rojos en nuestra habitación —Mordí mi labio