CAPÍTULO 2

1247 Words
PV LIAM  —Así.. ahhh.. sii vamos sigue moviéndote así.. aaahhh  Siento como me corro, ocupaba liberar tensión, me sirvió mucho hacer a Salma mi amante de turno aquí en mi casa, ya que a veces no tengo tiempo de buscar a una bella mujer que me quite el estrés.  —¿Cómo te sientes mi amor? —Ya te he dicho que no me digas así, vístete y lárgate a limpiar.  —No me hables así, mejor ven y te la mamo un rato para que se te quite lo amargado. —No quiero lárgate, yo tengo que ir a trabajar. Observo como de mala gana se muda y sale de la habitación no entiendo como he durado tanto con ella, si muchas veces es demasiado insoportable, y se que pretende que algún día sea mi novia formal o peor aún mi esposa y eso nunca pasará. Me ducho, me visto y bajo a desayunar, a ver cuanto dura esta tranquilidad, ya que con mis padres nunca se sabe. Al bajar observo a mi madre sentada en el sillón muy pensativa, ¿que le pasara ahora? —¿Que tienes madre? —Hijo, hola, buenos días cariño.  —Buenos días, ¿qué tienes? —Te preguntaré algo y quiero que seas sincero conmigo. Asiento con la cabeza, su actitud me extraña. —Desde cuando te acuestas con la empleada.. Abro los ojos como platos, pero como.. —¿De qué hablas madre? —Liam no me quieras ver la cara de estúpida, ya van varias veces que la veo salir en la madrugada, en las mañanas o por las noches, y hoy la vi salir de tu habitación abrochándose la blusa.  —¿Y desde cuando tengo que darte explicaciones? Soy un hombre de 26 años, no te metas en mi vida.. —¡LIAM! NO VUELVAS HABLARLE ASI A TU MADRE. — grita mi padre entrando a la habitación.  —¿Saben qué?, me tienen harto, de que se metan en mi vida, sepan que en menos de una semana me iré de aquí, ya me compre un ático en el escala, están dándole los últimos toques. —Liam cariño ¿que te pasa? ¿Por qué has cambiado tanto?  Pongo los ojos en blanco, estoy harto de lo mismo todos los días. —Ya basta mamá, nunca les he fallado en cuanto a lo laboral la empresa crece cada día más y es una de las mejores del país.  —Pero Liam, ¿no piensas en casarte? ¿tener hijos?  —No papá te lo he dicho millones de veces joder, ¿que no entienden?. —No, no entendemos, ya veremos Liam no des todo por vencido.  —Me largo de aquí, ustedes me estresan, debí irme hace tiempo. Sin más doy media vuelta y salgo de casa, al subir al auto golpeo el volante, maldita sea, ¿porque no dejan de meterse en lo que nos les importa?, trato de tranquilizarme, para irme a la empresa necesito desestresarme y que mejor que mi trabajo y la chicas que ahí trabajaban. *** Al llegar a mi oficina saluda a Erika mi secretaria una mujer de 45 años, es muy eficiente y lo que más me gusta de ella es que no se mete en mis asuntos y me acomoda la agenda con las chicas, una secretaria joven y sexy me traería problemas.  —Erika dile a Susana que la espero en 5 minutos en la oficina. —Sí señor, ¿algo más? —Sí, que nadie nos moleste.. —De acuerdo señor.  Sin más doy media vuelta y me dirijo a mi oficina me quito el saco y lo pongo detrás de la silla, rodeo el escritorio y me recuesto en él, a los minutos después tocan a la puerta, con un pase entra Susana muy sexy. —Me encantas, en especial cuando usas enagua. —¿Así? yo pensé que te encantaba más sin ropa — dice acercándose a mí y bajando su falda, poco a poco empieza a quitarse los botones de su blusa de seda blanca, dejándome ver una ropa interior muy sexy. Me acerco muy despacio la agarro por la cintura y la acerco a mí tanto para que pueda sentir mi enorme erección, ella jadea y yo la beso con lujuria, que es lo único que puedo sentir por las mujeres lujuria y deseo. Poco a poco la llevo al sillón que tengo en mi oficina, al llegar la tiro en él, las mujeres saben que me gusta salvaje, lo romántico no me va. Le quito su brassier y chupo sus senos los muerdo, ella solo gime, con una de mis manos bajo hasta su tanga y la rompo, me quito el pantalón, la camisa, por último el boxer me coloco un condón.. —Levante, y date la vuelta - ella lo hace — Ahora inclínate y agarrate del sillón. Cuando hace lo que digo, la penetro de una sola estocada, la embisto fuerte y salvaje, ella solo gime, mis manos están en sus pechos los cuales estripo y pellizco.. —Ahhh.. muévete...Su... aaahh sii así —siento como ella llega al clímax y justo después llego yo. —Vístete, yo me voy a dar una ducha rápida. — le digo y me voy hacia mi baño, me doy una rápido ducha, me coloco el boxer y pantalón, cuando salgo del baño ya Susana está impecable como siempre.. Me acerco con una sonrisa malvada y la beso, ¿que haría el hombre sin las mujeres? En eso la puerta se abre, Susana y yo nos separamos de golpe. —Disculpe señor pero la señorita no quiso obedecer a no pasar. —Descuida Erika, Susana retírate. Susana me ve celosa pero no me importa ninguna es mi dueña, nadie me interesa, —sí claro eso ni tu mismo te lo crees — gracias subconsciente tu como siempre abriendo la bocota. Al salir Susana y Erika me voy poniendo la camisa.. —¿Qué quieres Natasha? ¿y porque si te dicen que no puedes entrar lo haces? —Porque no me dio la gana obedecer, no quiero que sigas tratando de comprar mi editorial, ¿para que lo haces? tus negocios son de otra clase. —Porque puedo, y porque me da la gana, siempre puedo empezar a conocer otros negocios. —Pues compra otra, porque la mía no está en venta, es mía y la voy a convertir en la mejor, deja de hacerme la vida imposible, ayer me trataste mal en la disco y hoy me entero que estás ofreciendo el triple que se pagó por mi editorial ¿Qué te hice?  —Lárgate Natasha y aquí no vuelvas a entrar sin permiso. —¡No! Dime, ¿Qué te he hecho? Me acerco a ella como fiera, me enoja, me irrita, cuando la tengo cerca veo que está asustada, y por un momento me pierdo en sus ojos, sin pensarlo dos veces la beso ella al principio se resiste pero después sigue mi beso, sus labios son sabrosos, me separo y la miro a los ojos. —Eres igual a todas, ahora lárgate de mi oficina.  Siento como me pega una cachetada, mi cara arde.. —¿Pero cómo te atreves mocosa? —¿Cómo te atreves tú?, eres un maldito Liam. Y sin más se va con lágrimas en sus hermosos ojos, yo solo puedo acariciar la mejilla en la que esa mocosa me ha pegado.
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