Estoy en mi cumpleaños número 23 en la mejor discoteca de la ciudad, Carlota nos pagó todo a Mónica y a mí para que yo me animará a salir, Mónica y yo estudiamos juntas publicidad hace un par de años y nos hicimos buenas amigas, CC es otro cuento, amigas desde siempre, pero yo estaba becada en su escuela y era la que me defendía de abusivas como Clara Lynnwood y sus amigas, así que siempre fuimos CC y yo en todo, hasta que llegó Monica y la incluimos en la ecuación.
—No sólo celebramos su cumpleaños, sino también que le conseguíser la asistenta de Genoveva "bicth" White— grita Mónica para hacerse escuchar por encima de la música.
Celebramos con un grito de júbilo.
—Vamos a ver si le sacan la telarañas a esa cueva tuya — me señaló mientras caminamos a la barra del lugar y no pude evitar sonrojarme.
La discoteca Winx se encontraba en la azotea del hotel El Dorado, el mejor hotel de Nueva York.
—Amo esta nueva discotecas que conseguiste CC— le dice Mónica a Carlota.
De cariño la llamábamos CC; llegamos a la barra y pedimos tragos para todas al bartender, como yo era la cumpleañera no pagaba nada.
Luego de mucha fiesta, mucho baile, mucho alcohol. Aunque en mi caso poco alcohol porque no me gustaba beber en exceso, me sentí algo achispada por la bebida y decidí ir a sentarme en una de nuestras mesas de la zona VIP.
Carlota nos dijo que un amigo les había dado las entradas a la discoteca, porque no iba usarlas, decidí mejor sentarme en la barra y pedí un vaso de agua y el chicos sentado a mi lado me saludó:
—Hola, guapa ¿Cómo estás? —pregunta tratando de entablar una conversación —te ves increíble en ese vestido sexy.
En vez de voltear a ver al chico, bajé la mirada para ver mi vestido era un vestido blanco hasta la mitad del muslo lo veía tan sencillo que no lo vi tan espectacular como el chico pintaba, destape mi agua y le di un largo trago sin responder al hombre.
—No estás escuchando que te estoy saludando o es que no puedes devolver un simple saludo— espetó el hombre molesto por no haberle contestado su saludo inicial.
Me gire para verlo y decirle cuatro cositas estar borracha me soltaba la lengua, cuando en ese momento un hombre aún más alto de lo que jamás había visto a un hombre, se atraviesa en el medio de los dos.
—Disculpate con la señorita. Eso fue muy grosero de tu parte— habló el hombre en un gruñido enojado.
—L-lo siento ¿está bien? —el otro hombre comenzó a balbucear en un intento de disculparse, me reí entre dientes.
—Está bien, estás disculpado ahora retírate — dije a modo de sarcasmo.
El latoso hombre se retiro más rápido que inmediatamente y el recién llegado se giró y lo primero que vi fue unos penetrantes ojos oscuros mirarme, sus cejas pobladas y su cabello largo agarrado en una coleta en lo alto de su cabeza, se veía intenso, intrigante y misterioso, jamás me habían gustado los hombres así como él, pero este tenía algo que me llamaba poderosamente la atención
—¿Estás bien? — preguntó con una nota de preocupación en su voz.
A lo que le contesté— Sí, estoy bien gracias a ti.
Normalmente era una persona muy reservada, tímida de pocas palabras y algunas personas lo tomaban de forma grosera cuando no contestaba, pero después de todo el chico me salvó de un idiota.
—Mucho gusto, mi nombre es... —estaba diciendo.
En ese momento en que el chico soltó su nombre Mónica llega con una algarabía enorme, gritando en mi oído emocionada porque venía nuestra canción, Rita Ora nos hacía siempre menear las caderas. Así que no logré escuchar el nombre del chico, sin embargo tomé su mano de manera atrevida cuando la extendió para presentarse y lo jale a la pista de baile.
Bailamos y bebimos durante muchas horas y el chico nunca se volvió a despegar de mí, platicamos muy poco sentía que esa noche las palabras sobraban, mi amiga Mónica me hacía señas diciendo que era un buen partido a CC la perdimos en algún momento de la noche cuando se ligó a un hombre rubio, el hombre de ojos oscuros mide alrededor de 1.90, cabello lacio largo, de piel blanca, vestía una chaqueta de cuero una camisa roja debajo y unos jeans con unas botas negras, se veía tan sexy con esa aura de chico malo que me encantó.
Decidimos dar la fiesta por terminada a eso de las 4am y él dijo tener una habitación en el hotel. Así que decidí quedarme con él, dando un salto de fe, algo que jamás había hecho con un extraño.
—Eres muy hermosa— me dijo cuando llegamos a su habitación.
Cerró la puerta y acarició el óvalo de mi cara, cerré los ojos y sentí electricidad pasar por mi cuerpo, sus manos se sentían grandes, mi cabello rizado y oscuro lo levantó para acariciar mi cuello, con una de sus manos, mientras con la otra acariciaba mi cara y mis labios abrí la boca y jadee sin poder evitarlo y me sentí enrojecer por segundos, menos mal era de piel oscura y casi no se me notaba tanto.
Encendió las luces iluminando la estancia y lo modificó para que diera un aire sexy.
—Quiero verte mejor—hablo bajo en mi oído.
Yo solo podía asentir, sentía que las palabras se las había comido el gato, tal vez sobraban, no sé quién es este este extraño y misterioso hombre, pero me siento en confianza para que vea mi cuerpo con las luces encendidas. Mi cuerpo no es como el de las mujeres delgadas, tengo descendencia brasileña, por lo que tengo curvas pronunciadas.
Solo he tenido dos parejas en toda mi vida, suena algo tonto para tener 23 años, pero siempre he sido muy tímida, Carlota siempre ha sido la más alocada de las 3, Mónica la más hermosa y yo siempre he sido la más calladita y por una vez, por una noche quiero saber lo que se siente soltarse la melena y alocarse, compartir con una extraño más que copas y risas
Entregué mi cuerpo y me sentí llegar al cielo, acarició mi cuerpo de una manera que no sabía que podía acariciarse y luego de culminar en un maravilloso orgasmo compartido nos quedamos dormidos.
Estire mi cuerpo de una manera tan dolorosamente satisfactoria qué me sentí viva son esas clases de dolores correctos como cuando lo trotas y sientes tus piernas doler por el poco uso así me sentía esa mañana estire mis brazos para tocar a la persona que tenía al lado pero la cama estaba fría abrí mis ojos y me dé a los lados la luz entraba por las ventanas abiertas dándole un brillo hermoso al hotel las cortinas revoloteaban al compás de la brisa fría de mediados de febrero vi el reloj en la mesa qué había junto a la cama y eran las 10 de la mañana alguien tocaba la puerta insistentemente Así que tome una bata de baño y rápidamente fui abrió era un chico del hotel con un carrito de comida Lo siento pero no he pedido nada o no hace falta el señor el señor Collins pidió un desayuno completo a las 10:30 de la mañana Disculpa dónde se encuentra el señor Collins el señor Collins dejó el hotel a las 7:00 de la mañana Okay Gracias Dejé al chico servir la mesa y me fui a vestir cuando salí el chico ya no estaba no me dio tiempo de darle la propina me puse mis zapatos y tomé mi cartera pero el rico olor a café llego a mi esposa una sales y decidí sentarme a comer si él había tenido el lindo gesto de dejarme el desayuno desayunar y a la noche nunca hablamos de tener una relación a largo plazo nunca hablamos de que nos diéramos el número ni siquiera le dije a mi nombre simplemente me sé su apellido el señor Collins y que se quedó aquí una noche no sé más nada más de él.
Poco sabía yo que esa noche me pasaría facturas tiempo después.