Romina Casi quince segundos después que salió Jacob Collins como un vendaval entró una chica con lentes cuadrados y grandes, de piel blanca con una coleta alta y trenzas. Sé que sí hubiera sido blanca ya me hubiera sonrojado. — Hola, saludo —la chica —. ¿No viste salir a dos personas hace rato ? —Hola — mi voz salía estrangulada así que aclare mi garganta en un carraspeo—. No no había nadie— conteste mintiendo descaradamente. — Rayos, me descuide solo un segundo— se lamenta la mujer —¿ Q…qué? — pregunté viéndome confundida. — Que no te lo vas a creer— ve a ambos lados como si fuera a materializarse alguien más de la nada — vi a mí jefazo estar dentro con una chica, pero claro como es todo un armario no pude ver quién era la chica— resoplo la joven, confirmando que no me había visto—