Kaia se bajó del auto cuando llegaron a la librería. Una pequeña sonrisa salió de sus labios y entró dentro del local, acompañada de Jennel. Al cabo de unos diez minutos, ambas mujeres salieron de la librería con algunos libros entre los brazos. Kaia parecía feliz mientras hablaba con la mujer, hasta que sus oídos captaron como un lamento. Movió la cabeza hacia los lados buscando la procedencia de ese llanto y se giró para mirar hacia un callejón que había al lado de la librería. Se paró en la entrada del callejón y miró por el lugar sin ver nada inusual. De pronto, volvió a escuchar los llantos y su vista se dirigió hacia dos cajas de cartón que estaban juntas en el suelo, contra la pared. Se acercó curiosa y dejó escapar un “oh…” cuando vio que en una de esas cajas había un cacho