— ¿Me pides que me case contigo porque puede que…? —no podía ni siquiera hablar. —No, claro que no, cariño. Realmente me quiero casar contigo sin importar que esté o no enfermo. Si hubiera sido por mí, me hubiera casado contigo cuando te conocí hace cinco años — le limpió las lágrimas que recorrían por las mejillas. — Sabes lo que siento por ti y no importaría revivir todas las veces que hiciera falta para poder estar contigo. — Lo sé pero es que… es que… — apretó los labios y sonrió, mientras las lágrimas seguían recorriendo sus mejillas. — Claro que quiero casarme contigo, Oscar. .. A la mañana siguiente, de camino a la empresa, Kaia estuvo muy pensativa. Intentaba no llorar para que Oscar no la viera de esa manera. Quería hacerse a la idea de lo que le había dicho su novio. Para