Prólogo
Piper sollozaba suavemente en medio del bosque, todo era demasiado para soportar ahora, era hora de dejar su manada en Montana. Ya no podía soportar el dolor de su traición. No es que su Alfa, el Alfa Bradley de la manada Black Haven, supiera que le dolía cada vez que estaba con otra. No tenía idea de quién era ella para él.
Sin embargo, ella lo había olfateado hace 3 años, a los 18 años. En la primera luna llena después de su cumpleaños número 18. Había sentido dolor casi al instante, y no porque él hubiera estado con otra en ese momento, sino porque no la había olfateado, no la había reconocido como su compañera. Él había chocado directamente con ella ese día.
Piper y su lobo Harper estaban nerviosos siguiendo su aroma perfecto y leñoso a través de la casa de la manada, tenía un toque de zarzamora, los había llevado hasta él, ella estaba justo detrás de él, a medio pie de distancia, él era mucho más alto que ella, medía 6 pies y 4 pulgadas, era musculoso, llevaba vaqueros azules desgastados y una camiseta morada oscura ese día, su pelo castaño oscuro estaba un poco desordenado.
El Alfa Bradley estaba hablando por teléfono ese día y cuando se dio vuelta, chocó contra ella, sus ojos azules profundos con algunas motas de verde, se posaron en ella y luego frunció el ceño mirándola, ella solo medía 5 pies y 6 pulgadas, él se erguía sobre ella. No hubo reconocimiento en sus ojos en absoluto. "No te acerques tanto, chica", afirmó casualmente y luego la rodeó, se alejó de ella, y su corazón se rompió.
Harper aulló de dolor en su mente. Sabían lo que él era para ellas, pero él no tenía idea.
Era lo que ella y su lobo siempre habían temido, incluso después de ganar a Harper, incluso desde que era pequeña, cuando perdió a sus padres en un ataque de renegados a los 10 años, nadie pareció notarla después de la muerte de sus padres, nadie parecía saber quién era ella, era como si simplemente no existiera.
Así había sido su vida, aunque había asistido a la escuela aquí, en la pequeña escuela de la manada de K1 hasta el último año, y se había graduado con buenas notas, la gente siempre chocaba con ella y le decía que tuviera cuidado. Nadie sabía que ella estaba allí, se sentía invisible para toda la manada, a menos que alguien la estuviera mirando directamente, y ella sabía por qué.
No tenía olor.
Aunque podía oler a todos, nadie podía olerla a ella, había conseguido un trabajo y trabajaba largas horas en silencio, escondida en la trastienda de un local de vestidos dentro de la manada. Le encantaba aprender a diseñar y crear hermosos vestidos.
Incluso muchas de las lobas de la manada usaban sus vestidos en los eventos y bailes de apareamiento de la manada. En sus celebraciones de cumpleaños número 16 y 18. Ella, sin embargo, no lo hacía, vivía sola lejos de la manada en una cabaña pequeña apartada de todos para que no escucharan sus sollozos y angustia mientras soportaba los dolores de la traición.
La primera vez que lo sintió con otra, ella y Harper aullaron de dolor y corrieron lejos hacia el bosque, encontraron esa pequeña cabaña ya en desuso y se acurrucaron en una bola allí, en agonía, hasta que él dejó de estar con otra. Luego se quedaron allí todo un día sin poder volver a la manada. Su dolor habría sido visible para todos si alguien la hubiera visto.
No había nada que pudieran hacer al respecto. Había dolido como nada que hubiera sentido antes, y seguía doliendo hasta este día, y para ocultar sus dolores se habían escondido sin poder contarle lo que él era para ellas.
Sabía que nunca le creería, solo si la olfateaba la reconocería como su compañera.
Ella y Harper lo sabían, y ambos sabían que él nunca sería capaz de hacer eso. Los dolores eran peores cuando él estaba lejos de la manada, apareándose con alguna otra loba en otra manada. No le dolía menos que la loba de aquí de la manada con la cual se acostaba regularmente.
Había tenido que sufrir durante 3 largos años ahora, había caminado por los pasillos de la casa de la manada, se había encontrado con él, y ni una sola vez le prestó la menor atención y cuando chocaba con ella, al igual que muchos otros, porque no podían oler que ella estaba allí, él solo fruncía el ceño y le pedía que se apartara del camino y seguía adelante. A veces incluso le gruñía enfadado cuando le decía que tuviera cuidado por donde diablos iba.
Durante 2 años se colaba en su habitación cuando él no estaba aquí en la manada, miraba sus cosas, tocaba su ropa, lágrimas calientes le resbalaban por las mejillas por el hombre que era su compañero. El hombre que nunca la había olfateado. El hombre al que ella y Harper amaban, pero que nunca las amaría.
Incluso había dormido acurrucada en su cama, aunque él nunca lo supo. No quedaba rastro de su olor, podía moverse libremente por donde quisiera, no dejaba ningún rastro en absoluto, incluso se había sentado en la silla del Alfa una vez, había tocado su escritorio y se preguntaba cómo sería ser su Luna.
Esta noche, él estuvo con otra, ella sabía quién. Tenía una chica regular aquí dentro de la manada, Bianca, era mayor como él, una guerrera, con un alto rango. Los había visto juntos, charlando y coqueteando en ocasiones. Había visto cómo él miraba su cuerpo, eso también le dolía. Él deseaba a Bianca, ella era alta y muy en forma, toda músculo, eso le gustaba de ella. Piper había sido en forma como él, no alta pero muy en forma, y también fuerte. Pero los últimos 3 años la habían agotado, ahora estaba delgada, siempre tenía ojeras y parecía bastante frágil.
La pequeña alegría que había obtenido de entrenar como guerrera, para intentar hacer que sus padres se enorgullecieran, ellos habían sido guerreros, esa alegría de ser una buena luchadora, no que hubiera sido lo suficientemente mayor como para salir y luchar, se había reducido a nada una vez cumplidos los 18. Ahora apenas era una sombra de lo que era antes.
Se alejaba de todos los eventos del grupo, solo trabajaba en la pequeña sala trasera de la tienda, rodeada de materiales y diseños por crear. Órdenes por cumplir. Su único consuelo, que podía crear algo tan hermoso en medio de su propia miseria.
Harper era una bola de tristeza y dolor, ya no podían más, tenían que irse, eso los estaba matando, y ella lo sabía. Bradley se iba en dos días a una reunión de alfa o algún asunto del grupo, y eso era cuando ella iba a despedirse y marcharse.
No tenía ni idea de si podía rechazar a su pareja sin que él estuviera presente o sin que supiera lo que ella significaba para él. Pero eso era lo que iba a hacer, tenía que intentarlo, era lo único que podían hacer.
Piper pensó que si durante los últimos 3 años no tenía ni idea de quién era ella, ¿por qué iba a necesitar estar presente para escuchar su rechazo? Probablemente solo le causaría dolor, él no sentiría nada porque no sabía nada. Y luego, una vez que pasara la luna llena después de ese rechazo, seguramente sería oficial y completamente cortado por la mismísima diosa de la luna, o al menos eso esperaba que funcionara así.
Ella y Harper se habían puesto delante de él muchas veces, no les quedaba otra opción, no eran nada para él, nunca lo serían y lo sabían. 3 años completos y nada, ni una sola vez había mostrado siquiera un leve interés en su presencia.
Así que ya no se iba a poner a sí misma ni a su lobo en esa situación. Tenían suficiente dinero ahorrado para ir al mundo humano y ganarse la vida por sí mismas, ella tenía buenas habilidades en moda y diseño, aunque principalmente hacía vestidos, había millones de humanos que necesitaban vestidos de novia. El equivalente a un vestido de Luna Ceremony.
Pasaron los siguientes 2 días en la biblioteca de la casa del grupo, buscando lugares a los que podrían ir, su mente estaba decidida. Ni siquiera iba a mirarlo una última vez, no tenía sentido. Se sentó frente a una computadora, una mano en el ratón, desplazándose por lugares que estaban lejos del grupo, lejos de los bosques y de donde podría haber grupos.
Aunque fuera una loba, no se sentía como una, la mayoría de las veces era invisible.
La otra mano sostenía un collar de péndulo de cristal azul que colgaba de su cuello, tenía una cadena de oro blanco que era fina y se sentía cálida contra su piel todo el tiempo, y tenía una carcasa de oro blanco para sostener el cristal en sí y una pequeña bola de cristal justo encima de la carcasa que se unía a la cadena.
Era de su madre, ella le había dicho que algún día le daría a su hija uno igual, un regalo para su cumpleaños número 16, y tendrían joyería a juego madre e hija. Pero Piper solo tenía 10 años cuando perdió a ambos padres. Nunca se lo quitó, era lo único que le quedaba de ella, lo encontró en su cuerpo cuando el ataque había terminado y lo recuperó como su único recuerdo.
Ella y Harper estaban en el punto en el que podrían vivir como humanas, ningún lobo la percibiría, y ella seguiría sin ser pareja desde el momento en que lo rechazara. Ya se habían resignado a ese hecho. Encontraron una bonita ciudad en otro estado, a Harper no le importaba que no hubiera bosques cerca. Hacía más de un año que no se convertía en lobo, parecía que no podía o simplemente ya no quería hacerlo. Así que estaba bien con una ciudad, no quería estar en el bosque, no quería correr y ser libre, ya no parecía importarle en absoluto ser una loba.
Encontraron y reservaron un vuelo hasta allá, un hotel donde quedarse mientras encontraban un pequeño apartamento y resolvían los negocios que iban a crear. Morirían y se marchitarían, ya no más. Se volverían fuertes a partir de esto, vivirían una vida humana a partir de ahora. Luego volvieron a su cabaña en el bosque cerca de la frontera sur del grupo, y simplemente se quedaron allí. Podían ver las puertas del grupo con unos binoculares desde el techo de su cabaña.
Sentadas, observaban y esperaban a que su coche se marchara, no era difícil de reconocer, era blanco, a diferencia de la mayoría de los otros coches del grupo que eran negros o plateados, él conducía un Mercedes blanco, una camioneta SUV. Lo vieron irse y agarraron su mochila de senderismo, estaba llena de sus pertenencias.
Vivir una vida sencilla significaba que no tener mucho con el grupo, su vida entera cabía en esa única mochila, era grande y estaba diseñada para viajes largos de senderismo, pero incluso con su pequeña y debilitada estatura, ella podía manejarla. Caminó por el bosque hasta que la casa del grupo se hizo visible, suspiró pesadamente y se dirigió hacia allí.
Hoy era el día, se iba, nadie se daría cuenta de que se había ido porque ni siquiera sabían que existía. Solo aquellos que entraban en la tienda para comprar uno de sus vestidos podrían preguntarse dónde había ido, en la tienda de Renee, Haven Gowns. Aunque Renee siempre decía que eran sus vestidos, le decía a Piper que ella era la dueña de la tienda, así era como era. Aunque el nombre de Piper estaba en las etiquetas de todos sus vestidos. A Renee no le importaba eso, y le pagaba bien a Piper. Aunque nadie nunca preguntaba quién era Piper o pedía conocerla. Entró en el almacén y subió las escaleras principales hasta el último piso sin que nadie la detuviera. Dejó su mochila en el pasillo, cerca de las escaleras Omega que usaría para irse. Estaba fuera de la vista y no habría omegas aquí a esta hora de la noche. Todo su trabajo del día estaba terminado. Solo la Unidad Alfa vivía en esta parte del almacén y todos estaban con el Alfa.
Bajó a su suite y se dejó entrar. Estaba limpia y olía a él, a pino fresco con eucalipto y un toque de moras. Dio un último paseo, masoquista como siempre, lo sabía. Debería haberse ido ya, pero no podía hacerlo sin un último rastro de su aroma.
Entró en su vestidor y tocó toda su ropa, pasó la mano por todas las prendas, tocó todo lo que pudo. No podía resistirse. Por más que le doliera a ella y a Harper, seguían siendo atraídas hacia él. Probablemente siempre lo serían. Marcharse era simplemente autopreservación, y si su rechazo no funcionaba, probablemente no sobrevivirían mucho más tiempo de cualquier manera.
Se acercó y se quedó mirando su cama, una última noche aquí en su cama y luego se iría al amanecer, ese era el plan. Él se iría durante varios días, como siempre. La primera noche fuera solía ser tranquila, pero las siguientes noches no lo eran. Se quitó toda la ropa y se metió en su cama. Agarró la almohada que olía más a él y enterró su rostro en ella, dejando que las lágrimas cayeran una última vez.
Se quedó dormida en medio de su gran cama king size, envuelta en su aroma, en las sábanas que tocarían su piel mientras él dormía. Se permitió soñar que era donde pertenecía una última vez.
Despertó de golpe, todavía estaba oscuro. Luego escuchó el ruido de la puerta del dormitorio cerrarse de golpe, se mordió el labio, escuchó movimiento y luego el sonido de ropa siendo quitada. Podía olerlo, Bradley había vuelto, no podía olerla, no se había dado cuenta de que ella estaba aquí, en su propia cama, ni siquiera había encendido las luces.
Ella era muy pequeña, apenas 1,67 metros de altura, y ahora estaba tan delgada que probablemente ni siquiera formaba un pequeño bulto en su cama, que tenía un grueso edredón de plumas y plumón.
Sintió cómo se metía en la cama y rezó para que se quedara en ese lado, para poder salir una vez que él se quedara dormido. El castigo por este tipo de cosa, estar en su cama, sería terrible. Y él sería quien lo infligiera. No ansiaba la idea de recibir una paliza o ser azotada o ser encarcelada después por su propio compañero. Probablemente los destruiría por completo.
¿Por qué había vuelto?
Sintió su mano sobre su espalda, aún completamente en su piel, y luego un gruñido enfadado salió de él. Sabía que había una extraña en su cama, tenía todo el derecho de matarla y ella y Harper lo sabían. Se preguntó si siquiera sentiría la desconexión después, aunque lo dudaba.
Luego su cuerpo se presionó contra el suyo. "Supongo que quieres pasar un rato con tu Alfa", su voz había cambiado de repente y se volvió ronca, su mano se deslizó sobre la curva de su cadera y la apretó fuerte contra él. Su boca estaba en su hombro y soltó un gemido mientras sus dedos se clavaban en su cadera. "Necesito compañía después de mi día", gruñó, "así que tienes suerte". Luego su mano subió por su cuerpo.
Dejaba un rastro abrasador sobre su piel, en todas las zonas que tocaba. Piper no sabía qué hacer. Nadie le había prestado la menor atención, nadie la había tocado nunca, y ahora lo estaba haciendo, algo que nunca creyó que sucedería.
Deslizó esa mano sobre su pecho y acarició su pezón, ella jadeó cuando se endureció bajo su toque, el calor floreció entre sus muslos y luego la jalaron hacia atrás y su boca estaba en su cuello, su mano deslizándose por su cuerpo. "Maldición, eres caliente al tacto", gruñó en su cuello, sonaba lleno de deseo para ella. Sus dedos se adentraron entre sus muslos y, diosa mía, el placer de su contacto, ella gritó mientras él la acariciaba firmemente, se aferraba a él, quería más, necesitaba más de él.
"Por favor", susurró, y al segundo siguiente sus dedos estaban dentro de ella, él soltó un gemido profundo cuando ella gimió por la intensa sensación de que él la tocara de forma tan íntima, y él movía su mano, empujando sus dedos dentro y fuera de ella, mientras ella se aferraba a él, sintiendo que su primer orgasmo se acercaba, jadeó y gimoteó bajo su toque, se arqueó hacia él y gimió su nombre mientras recorría su cuerpo.
Lo escuchó gruñir, "Oh, eso fue jodidamente bueno", luego su boca volvió a la suya y sintió cómo abría sus piernas, era demasiado tarde para ella, no podía negar lo que siempre había deseado, ni siquiera podía pronunciar la palabra no, en alguna parte de su cerebro sabía que debería hacerlo, pero no podía.
Entonces él estaba dentro de ella, una embestida fuerte hasta el fondo, ella gritó de dolor mientras él la tomaba, sintió todo su cuerpo encima del suyo, lo sabía, probablemente era obvio que nunca antes había estado con otro hombre. "Maldición, incluso mejor", gruñó de repente mirándola, luego su boca volvió a la suya y comenzó a moverse, tomándola despacio al principio y le dolía, era incómodo, él era tan grande y ella se sentía completamente estirada a su alrededor.Su boca se movió hacia su cuello mientras saboreaba su piel, deslizaba su lengua justo sobre su marca y todo su cuerpo ardía como si estuviera en llamas, ella gritó su nombre y levantó las caderas para encontrarse con él, el placer finalmente se apoderó de ella, él era su Compañero y la estaba teniendo, aunque sólo fuera una vez, ella lo tendría para ella sola. Tomarlo por completo, darle todo de sí misma.
Sintió cómo él aumentaba el ritmo al sentir su aceptación dentro de ella. Gritó mientras el placer comenzaba a construirse más rápido, desgarrando su cuerpo, como nunca antes había imaginado. Se aferró a él y le rogó que no se detuviera. Escuchó su risa ronca y profunda: “Creo que te gusta”.
"Sí", le respondió honestamente ella "Por favor, quiero todo de ti", gemía, y decía cada palabra en serio.
Su boca encontró la suya, su cuerpo se movía más fuerte y rápido, dándole lo que había pedido, escuchó cómo gimió cuando llegó al clímax, sintió su semen derramarse dentro de ella como un río caliente que se extendía por su interior. Clavó las uñas en él mientras gritaba su nombre.
Su mano se deslizó por su cuerpo "Te sientes increíble", gruñó profundamente, sus manos agarraron firmemente su trasero y luego volvió a moverse, fuerte y rápido "Quiero más", gruñó en su cuello, tirando y empujando sus caderas, su necesidad de tenerla aumentando. Y luego él desapareció de su lado.
Piper jadeó por la repentina pérdida de él, solo para ser arrojada y levantada en posición de perrito, escuchó su jadeo cuando la tomó por detrás “Maldición, sí” y la embistió firme y duro, más rápido y con necesidad. Piper gritó repetidamente mientras él sostenía sus caderas, aferrándose a ella con fuerza y de repente la embestía, podía escuchar sus propios gritos de placer llenando la oscuridad de la habitación, podía escuchar a Harper aullando de placer en su propia mente, mientras él las tomaba, gritó cuando llegó al clímax.
Solo para que él la empujara en la cama y gruñera “Más” la mantenía abajo, una mano en la parte posterior de su cuello mientras la otra levantaba sus caderas “Maldición” rugió mientras empezaba de nuevo, embistiendo como si hubiera perdido todo control, tomando lo que quería con furia, fuerte y rudo, dominándola por completo “Oh, mierda sí” se movía realmente ahora, dándole todo lo que tenía, todo.
Apenas podía jadear por aire ella misma, solo gritar mientras ola tras ola de placer la golpeaba, podía sentir los orgasmos uno tras otro desgarrándola hasta que estaba gritando en un éxtasis puro, sintió como todo su cuerpo se estremecía mientras gritaba su nombre por última vez mientras él derramaba su semen dentro de ella nuevamente. Su cuerpo estaba pesado encima del suyo, ella yacía debajo de él, jadeando tratando de respirar y calmarse, su aliento ella podía sentirlo pesado y agitado como el suyo propio. “Me gusta follarte” gimió mientras se alejaba de su cuerpo y se tumbaba en la cama junto a ella.
La alegría de Piper por lo que acababa de suceder desapareció en un instante, sintió ardientes lágrimas quemando sus ojos. 'Le gustaba follarla'. Pensó mientras el dolor reemplazaba el placer que había estado sintiendo. Ella era su Compañera, y aún así, él no la reconocía. Sintió no solo su propio corazón romperse, sino también el de Harper. No lo miró, no pudo, solo se quedó allí en silencio, aguantando los sollozos de dolor y esperando a que él se quedara dormido.
Arrastró su cuerpo dolorido de su cama, aún así él no podía reconocer lo que ella era para él, solo era una buena follada. Recogió sus ropas, podía escucharlo roncar suavemente mientras sus lágrimas continuaban cayendo en silencio por su rostro. Al menos habían logrado tenerlo, solo una vez. Se apartó de la cama, de él, cerró los ojos e intentó detener el flujo de lágrimas.
Se puso su ropa, se alejó de la puerta de la habitación, miró su cuerpo durmiente, el dolor la atravesó y a su lobo. Nunca sobrevivirían su traición de nuevo, no después de esto, ambas lo sabían, y sabían que él se iría y estaría con otra persona de nuevo. No significaban nada para él, nunca lo habían sido y sin un olor para que él lo percibiera, nunca lo serían.
Tomó una larga inspiración en silencio "Yo Piper Whitlock, guerrera de la Manada Black Haven... te rechazo Bradley Drake como mi Compañero", susurró en la oscuridad de la habitación y luego huyó tan rápido como pudo cuando el dolor recorría su cuerpo, escuchó a Harper aullar de dolor en su mente. Corrieron desde su suite, por el pasillo, agarraron su bolso y tropezaron y casi cayeron la mayor parte del camino por las escaleras hasta la puerta de abajo, luchando con el dolor de su rechazo.
Se negó a detenerse a pesar del dolor, habían pasado por mucho dolor en los últimos 3 años, sabían cómo correr y contenerlo, ocultarlo hasta que estuvieran solas, no se detuvieron de correr hasta llegar a la frontera occidental de la Manada.
Sabía que tenía un aspecto terrible, lágrimas corriendo por su rostro, y había tropezado y caído muchas veces mientras el dolor laceraba su interior, pero se levantaba y seguía adelante. Aún sollozando por el dolor que aún sentía, miró al hombre de la patrulla, él fruncía el ceño directamente hacia ella, no tenía idea de dónde había venido, ni quién era ella, no la había oido llegar, la habría escuchado, pero incluso ahora podía decir que estaba confundido acerca de lo que ella era.Salió sobre la frontera directo al territorio rebelde, lo vio acercarse a ella, sus ojos se abrieron ante sus acciones. No muchas mujeres harían lo que ella estaba haciendo. "Rechazo al Alfa Bradley Drake y su Manada, la Manada Black Haven, como mi Manada, yo...soy una rebelde ahora", declaró firmemente, su decisión clara en su mente.
Escuchó al hombre de la patrulla fronteriza jadear de sorpresa, luego se volteó y corrió lejos de todo y todos los que había conocido, sintiendo que se desvinculaba por completo de la manada. Era lo único que podía salvarla a ella y a Harper. Morirían aquí si tenían que quedarse y sufrir por más tiempo.
No tenían miedo de estar en territorio rebelde, ya habían estado aquí antes, ni siquiera un rebelde detectaba su olor de lobo. También eran meros humanos para ellos. Entonces, desde ahora en adelante, serían humanos, vivirían, respirarían, comerían y trabajarían como lo haría un humano, en el mundo humano. Se dirigieron hacia el aeropuerto para tomar su vuelo y empezar de nuevo. Ya no serían lobos.