Fue un beso tierno y dulce. Alexander por primera vez, besaba suave y delicadamente nada a lo acostumbrado cuando aún tenía su vida libertina. Por un momento pensó que Ana notaría la diferencia. Sin embargo, Ana estaba perdida en sus labios y en el movimiento de estos; disfrutó cada momento hasta que finalmente se apartaron. Alexander se separo bruscamente y le dijo. —Te dejo descansar— saliendo de la habitación. Ana se quedó desconcertada, pero muy feliz ya que por unos minutos tuvo a su esposo. Esa mañana particularmente se sentía más fuerte para disfrutar de un baño por lo que pidió a Lucrecia que le preparase uno. Por otra parte, Cavendish observaba a su esposa disfrutar del pequeño Alex, sus ojos se llenaban de ternura al ver esa escena. Era consciente que su esposa anhelaba tene