Capitulo Diez

1164 Words
Los sabores empiezan a saberme muy amargos. Sus espinas raspan mi lengua y su ardor me quema la garganta. Confesiones dolorosas Miró a la mujer delante de él y supo que tenía que hacer algo para resarcir su equivocación, las cosas se le estaban saliendo de las manos por no saber controlar sus impulsos y no podía permitirse perder la ayuda que ella le estaba brindando. ¿Pero cómo hacerlo cuando ella le atraía como nunca antes le había pasado con otra mujer? No es que Lucas se la pasara de cama en cama, no era un hombre que necesitase de la intimidad para poder existir, pese a que había tenido un par de amantes en su vida. Luego de la traición que sufrió decidió ocuparse enteramente de su carrera, se prometió no volver a enamorarse nunca más, sin embargo, Camila conseguía que todas sus ideas se contradijeran la una con la otra. —No quise ofenderte —atisbó a decir, pero en ese momento las palabras le fueron insuficientes y se volvió a quedar callado sin apartar la mirada de ella. Un silencio incómodo y tenso se instaló entre los dos. Camila luchaba por contener las lágrimas de la decepción, en el fondo ella quería que sus besos fuesen reales, aunque tenía miedo de lo que pudiera suceder. Su ex la había dejado muy lastimada y desde entonces avocó su vida a lo único que en ese momento le daba sentido a su vida: su hija. No obstante, pese a la rabia, la decepción y el arrepentimiento, ninguno de los dos sabía qué hacer con ese hormigueo en su interior. Camila tomo aire y se llenó los pulmones antes de poder hablar: —Dejé a mi esposo porque descubrí que tenía otra familia, en realidad era su verdadera familia yo solo fui una amante engañada, creí estar casada y resulta que nuestro matrimonio era falso, no sé si represente una amenaza para tus proyectos hace dos años que no sé absolutamente nada sobre él y la verdad, prefiero nunca volver a verlo en mi vida —Las palabras salían amargas de los labios de Camila, el dolor que transmitían le hizo entender a Lucas que ella al igual que él, había vivido en una fantasía donde solo uno fue el que perdió al entregar su corazón al ser amado. Al terminar de hablar ella salió del despacho y camino a paso rápido hacia la habitación que ocuparía mientras viviera con él, al pasar cerca el aroma de su perfume golpeo las fosas nasales de Lucas que se sintió mareado de pronto con todo lo que acababa de suceder. Mientras Camila se encerraba en su habitación para dejar salir su dolor en silencio, Lucas se sirvió un trago y lo tomo de un solo golpe. El líquido le quemo la garganta, pero eso no fue impedimento para que se sirviera otro y lo tomara antes de azotar el vaso contra el piso con furia. No muy lejos de esta hermosa mansión en donde las pasiones empezaban a hacer estragos entre sus habitantes, el destino formaba su telaraña con tanta precisión que no quedaban espacios para equivocaciones, salir de ella dependía únicamente de sus víctimas. —Por supuesto que estaré ahí, no me lo perdería por nada —dijo el hombre a través del teléfono. —Eso quería escuchar, por cierto ese día podrás conocer a mi nuevo director ejecutivo y a su adorable esposa —comento antes de colgar Roberto. —No cambias Roberto, ya imagino que hiciste tu papel de detective e investigaste al hombre —bromeó—. Ya te he dicho muchas veces que la capacidad de una persona para dirigir una empresa no tiene nada que ver con; si está con una sola o si está con muchas —agregó y volvió a reír pensando en que él acostumbraba a tener dos esposas, aunque en ese momento una de ellas había escapado. —¿Qué te puedo decir, Santiago? Me genera mucha más confianza saber que la persona que tendrá en sus manos todo mi capital es alguien sensato y responsable —dijo en un tono que encerraba todos los motivos que tenía para confiar en la sagrada institución del matrimonio—, bueno, no te quito más tu tiempo, te espero este sábado en mi casa —repitió a modo de confirmación. —Ya te di mi palabra de asistir —resoplo Santiago del otro lado y se despidió. A Santiago no le gustaba asistir a ese tipo de eventos porque implicaba llevar a su esposa y detestaba la idea de hacerlo, sin embargo, nada le impedía encontrar el modo de hacer que ella no estuviera disponible el sábado para asistir. Dejo caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos por un momento, el recuerdo de la madre de su hija apareció en su pensamiento de pronto, lo que le hizo arrugar el entrecejo. —¿En dónde estás? —musitó al pensar en Camila luego de tantos meses, la había buscado por todas partes, pero era como si la tierra se la hubiese tragado. No entendía por qué en ese momento su recuerdo rondaba en su cabeza. Aquel día, cuando no la encontró en casa, él había decidido ir a almorzar con ella y su pequeña hija, en verdad sentía algo por Camila, aunque solo fuese sexualmente. No se arrepentía de haberle hecho daño, estaba seguro de estar en su derecho al disciplinar a su mujer como le viniese en gana. Pero al llegar a casa y encontrar todo en silencio, un mal presentimiento le abatió de un golpe. Se quedó en el departamento en espera de que ella regresara, quizás había ido al parque con Sofía, no obstante, las horas pasaron y Camila no llegaba, buscó en la habitación, pero todo parecía normal, la ropa de ella estaba en el closet al igual que la de su hija. Ignoraba si ella tenía dinero, él se ocupaba de los gastos y le había abierto una cuenta a ella para que hiciera las compras de los alimentos. —Querido, es hora de cenar —La voz de su esposa lo sacó de sus pensamientos—. ¿En tanto piensas? —indagó suponiendo que se trataba de otra de las aventuras de su esposo. Ya se había deshecho de Camila y desde entonces no había tenido a ninguna otra, pero las cosas parecían volver a empezar. Estaba harta de las amantes de su esposo, pero amaba la vida cómoda que llevaba a su lado, además él cuidaba de que nadie se enterase de sus infidelidades, por lo que solían pasar en su círculo como una pareja perfecta. —En nada en especial, solo estoy cansado —contestó un par de segundos después y le extendió la mano a su mujer. Gustosa se acercó y se dejó hacer. Compartieron un momento íntimo y apasionado, algo que no había cambiado entre ellos pese a las múltiples infidelidades de su esposo.
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