El alma me escuece, el silencio me agobia y tu voz entumece mis sentidos. Siento el frío de la nieve derritiéndose en mi pecho mientras tus manos abrasan la sensibilidad de mi piel.
Él nos protege y me quiere
Todo ese tiempo su hija había cargado con recuerdos dolorosos por culpa suya, por no haberla protegido con mayor esfuerzo. En ese momento ella sentía que su vida se quebraba igual que un espejo cuando cae al piso, vio cada momento de su vida fragmentándose al tiempo que los recuerdos de ese día se reflejaban en su mirada enrojecida.
Camila cayó de rodillas y dejo salir un grito amargo que le desgarraba la garganta, su hija se bajó rápidamente del asiento y se lanzó a los abrazos abiertos que la esperaban.
—Perdóname por no haberte protegido, perdóname por haber dejado que vivieras con eso todo este tiempo —gimió con dolor mientras estrujaba contra su cuerpo a Sofía.
—Tú no hiciste nada malo, mami, fue él quien te lastimó —dijo con su carita escondida en el cuello de su madre.
Como tantas otras veces, la manera de razonar de su hija la sorprendió, pero esta vez agradeció que para su edad Sofía fuese tan madura y pudiera comprender tantas cosas que un niño de su edad no sabría cómo manejar.
»Quiero quedarme aquí, con Lucas, él nos cuida y me quiere. —Las lágrimas de Camila se detuvieron al escuchar esa declaración, la soltó y la alejo un poco para poder mirarla.
—¿Quién te dijo eso? ¿Fue él?
—Sí, el otro día…
—No, Sofía, el señor Cromwell…
—Si quiero mucho a Sofía, indistintamente de lo que suceda entre tú y yo. —Camila giró la cabeza al escuchar la voz gruesa de Lucas detrás de ella—. Y ella tiene razón, yo voy a protegerlas a ambas y no porque un trato me obligue sino porque yo quiero.
Lucas escuchó el grito de Camila y por instinto subió corriendo hacia la habitación, encontró la puerta abierta, por lo que sin necesidad de hacer notar su presencia pudo oír el intercambio entre madre e hija. De nuevo se estaba metiendo en donde nadie lo llamaba, llevándole la contraria a Camila, pero en su fuero interior sintió que no debía permitir que ella destruyera las ilusiones de la niña.
Además, era cierto que había empezado a querer a Sofía, en distintas oportunidades él había llegado temprano y se había distraído conversando con la niña o más bien escuchando como esta le contaba sobre su día en el nuevo colegio, también habían ido por Camila al trabajo o a comer helado mientras esperaban para ir a recogerla. Los momentos con ellas eran los mejores que había vivido en toda su vida, a pesar de que era claro que Camila no se sentía del mismo modo.
—Señor Cromwell, creo haberle pedido que no interfiriera en la crianza de mi hija, le agradezco todo lo que hace por nosotras, pero le suplico que no le cree falsas ilusiones cuando ambos sabemos que este acuerdo tiene fecha de vencimiento.
—Te repito Camila, que indistintamente de nuestro acuerdo, siento mucho cariño por Sofía. —Hizo una pausa y extendió la mano hacia la niña, quien no se hizo de rogar y se acercó a él—. Tu hija es una niña muy inteligente, educada y muy hábil en el ajedrez, no creerás que la voy a dejar ir sin haberle ganado al menos una partida —agregó viendo como Camila abría los ojos como platos al darse cuenta de lo mucho que él y su hija compartían, pero también vio el intenso color rojo que teñía sus pupilas.
—Si mami, yo sé que tú y Lucas no son esposos de verdad, pero él me cae muy bien y yo también lo quiero mucho.
Camila se humedeció el labio inferior y aspiro con fuerza poniéndose de pie.
—Te entiendo hija, pero en algún momento tendremos que irnos de esta casa, nosotras no pertenecemos aquí —dijo suavizando el tono a medida que se acercaba a ella para tomarla de la mano, pero Sofía dio un paso hacia atrás para ocultarse detrás de Lucas.
—Yo no me iré, no voy a volver con mi papá, nunca volveré a vivir con él —chilló la niña demostrando que presenciar ese evento causó un trauma en ella.
—Yo tampoco quiero, pero no podemos vivir para siempre en esta casa —insistió e intentó tomarla de nuevo, pero esta vez fue Lucas quien la detuvo.
—No quiero meterme, pero creo que lo mejor es que dejes que se calme primero, tú también necesitas calmarte un poco antes de seguir con esta conversación —sugirió y Camila pudo notar la sinceridad en sus palabras—, es una niña, no importa que tan inteligente sea, sigue siendo solo una niña.
Camila tuvo que admitir que Lucas tenía razón, pero le costaba tanto aceptar ese límite que su hija ponía entre ambas, era la primera vez que Sofía se alejaba de ella y no pudo evitar sentir que de algún modo la estaba perdiendo, sus ojos de nuevo se anegaron, pero antes de que alguna de sus lágrimas se deslizara por sus mejillas salió de la habitación convertida en un torbellino ardiendo de dolor.
Lucas tomó una respiración profunda antes de darse la vuelta y agacharse para quedar a la altura de la niña. Sofía también tenía la cara manchada por las lágrimas y como había demostrado un segundo atrás, imaginar que su papá podía volver a hacerles daño era un pensamiento nacido del trauma sin superar con el que había estado viviendo y que gracias a Lucas había olvidado hasta ese momento.
—No te preocupes, no voy a permitir que nada malo les suceda, ahora ustedes son mi familia y nada puede separarnos —susurró Lucas y la abrazó buscando reconfortarla.
Luego de algunos minutos la dejó dormida en su cama y salió en busca de Camila, no podía creer que en el mismo día discutiría dos veces con ella, sin embargo, nada lo había preparado para lo que encontró cuando llegó a la habitación que ocupaba ella.