No me di cuenta cuando fue que mi helado cambio su dulzor por la hiel de tus besos. Ni cuando esa hiel se hizo parte de mi vida y se convirtió en necesidad.
Volatilidad
Tal como habían acordado, luego de la comida Camila preparó a Sofía para salir, nunca una conversación con su hija le había costado tanto esfuerzo, pero estaba segura de que Sofía comprendía bastante bien la situación, aunque se cuidó de tocar ciertos temas porque aunque segura del grado de comprensión de su hija, no tenía duda de que continuaba siendo una niña.
—Te ves muy bonita con ese vestido mami —dijo la niña sacando a Camila de su trance.
Camila se miró a sí misma, llevaba un vestido veraniego en rosa pálido con estampado en flores blancas que le quedaba un poco más arriba de las rodillas. No pudo evitar sonrojarse cuando Lucas la vio y noto el destello en los ojos de él, quien también lucia, atractivo en su atuendo casual, jean rasgados y un suéter de color n***o, lo hacían ver mucho más joven de lo que realmente era.
—Tú te ves mucho más bonita mi amor —respondió luego de unos segundos y le sonrió.
Antes de ir a la feria debían pasar por el registro civil para efectuar la firma de su acta de matrimonio, el abogado de Lucas se había ocupado de organizar todo en medos de dos horas. Al llegarlos tres bajaron del auto y caminaron directo hacia la sala en donde ya los esperaban, tanto Camila como Lucas estuvieron de acuerdo con que el protocolo era innecesario por lo que pasaron inmediatamente a la firma del acta que los declaraba marido y mujer.
Al salir fueron directo a la feria y lo hubiesen hecho en completo silencio de no haber contado con la presencia de Sofía, que le hacía distintas preguntas a cada uno, al final y antes de bajar del auto declaró con total seguridad que estaba feliz de que su mamá tuviera un novio. Camila se sonrojó al instante y para disimular bajo del auto sin esperar a que le abrieran la puerta.
Camila se sentía nerviosa, estaba consciente de que ese matrimonio era solo una falsa y que un papel firmado no cambiaba nada entre ellos, únicamente la obligaba a ella a permanecer por más tiempo al lado de Lucas, pero ¿cómo hacer para no olvidar que solo viven una mentira cuando él la besa de una forma que hace que el mundo completo desaparezca para ella?
Compraron los boletos en la taquilla y disfrutaron de la tarde juntos, como si de verdad fuesen una familia, por algunas horas los problemas, las preocupaciones, todo quedó en el olvido. Camila había olvidado lo que era disfrutar de verdad: sonreír, saborear una manzana caramelizada, deleitarse con el algodón de azúcar, gritar como una loca subida en uno de los juegos, sobre todo había olvidado lo que era sentir seguridad y la protección de un hombre, su compañía, su presencia.
Que tomara su mano con fuerza y que todo pareciera real.
—Tal vez estoy loco, pero me encanta verte sonreír de esta manera —susurro Lucas a un lado de ella.
Ambos veían a Sofía sobre uno de los juegos. Por un momento Camila sintió las mejillas arder, sin embargo, Lucas no pudo definir si el rojo que coloreaba el rostro de ella se debía a los gritos de unos minutos atrás en el que se había subido a uno de los juegos para adultos o si era por sus palabras.
»No entiendo que es lo que sucede conmigo… hace años juré que nunca en mi vida volvería a sentir nada por ninguna mujer, sin embargo, contigo me siento desarmado —agregó al tiempo que tomaba su mano y la apretaba ligeramente.
—Creo que estás confundiendo las cosas —clamó ella con un hilillo de voz—, ¿o esto es parte de tu plan? Quieres enamorarme, hacerme creer que de verdad sientes algo por mí solo para asegurar que todo te salga bien. —Sentía su corazón golpear con fuerzas mientras hablaba, y aunque lo que dijo era una respuesta para él, la verdad es que era el modo en el que ella trataba de mantenerse en la realidad.
Una frágil realidad que amenazaba con desaparecer si él continuaba viéndola con esos ojos seductores que le derretían hasta el alma.
—No quiero hacerte daño, sé que iniciamos mal, pero…
—Pero esto seguirá siendo solo un contrato, no tengo interés en hacer que mi hija sufra de nuevo por mis decisiones, no quiero que ella convierta todo esto en una realidad que nunca existirá —lo cortó y se soltó de su mano.
Las palabras de Camila provocaron que Lucas se sintiera frustrado, sobre todo al perder el contacto que tanto le gustaba, sentir la suavidad de sus manos, el calor que desprendía. Su mirada se tornó peligrosa y sin darse cuenta volvió a convertirse en el hombre que era antes de conocerla.
—Llama a tu hija, nos largamos ahora mismo —ordenó y sin darle tiempo para que le diera una respuesta, le dio la espalda y caminó hacia la salida.
Ella se quedó mirándolo, pensando en lo volátil que él era, había pasado de la seducción a la arrogancia con tanta facilidad que muy en su fuero interior sintió algo de temor. En el pasado no recordaba que Santiago se hubiese mostrado violento alguna vez con ella, siempre había sido amoroso y atento hasta el día que lo enfrontó, fue entonces cuando descubrió al verdadero monstruo.
Era obvio que no podía comparar a uno con el otro, pero al menos Lucas no se ocultaba detrás de una careta de príncipe como lo había hecho su ex.
—¡Mami! —gritó la niña llegando con su madre—, ¿y Lucas?
Sofía se veía feliz, sus ojitos brillaban, se notaba a leguas que estaba disfrutando, sobre todo porque Lucas la había llenado de dulces.
—Tenemos que irnos ya —contestó ignorando la pregunta de su hija.
La niña dejó caer los brazos, sabía lo que significaba el tono serio de su madre, por lo que únicamente se agarró de su mano y caminó con Camila hacia la salida. La diversión y la felicidad se habían acabado en un segundo y todo porque ella no aceptaba caer en el juego de seducción de Lucas, aunque ella ya estuviese bajo su embrujo.
Llegaron al auto y se subieron, Lucas esperaba adentro. Todo el camino fue en silencio, esta vez no hubo preguntas ni conversaciones, solo un asfixiante y tenso silencio. Por suerte el camino de regreso fue bastante corto, por lo que en menos de lo que pensaban ya se encontraban en casa; Lucas se encerró en su despacho, Camila llevo a Sofía a asearse y luego fue a su habitación, saco el cofre para poder ver las fotografías que guardaba en él.
En ese momento sentía la necesidad de un abrazo de su madre, pero la perdió cuando decidió seguir a Santiago.