Capitulo Ocho

1271 Words
La mujer perfecta es como el mejor helado; refrescante, sutil y delicada, pero con el corazón frío y letal cuando es necesario. ¿Qué quieres saber? Lucas se quedó contemplando en silencio la escena por un momento pese a la insistente mirada de ambas, tanto la madre como la hija esperaban una respuesta de una pregunta no formulada. —Lo siento, no quise interrumpir su lectura, solo vine para ver si estaban cómodas —se disculpó luego de salir de su impresión. Camila enarcó una ceja ante su repentino ataque de caballerosidad cuando la noche anterior se había comportado como un cretino, sin embargo, decidió morderse la lengua para evitar un nuevo conflicto entre ellos. —Sí, gracias y gracias también por la ropa, la usaremos solo cuando sea necesario —contestó Camila con una media sonrisa en los labios. —Puedes tomarlo como un bono extra por tus servicios —Camila tragó saliva y tuvo que hacer use de toda su fuerza interior para no responderle como se merecía. Para ella, sus palabras, el cómo las había pronunciado, eran una ofensa y la muestra clara de que su trato no iba a funcionar. —Gracias, pero no es necesario, con lo que nos estás pagando es suficiente —espeto ella orgullosa. Sofía la miró con los ojos muy abiertos al escucharla. Cuando llegaron y vieron los vestidos y los zapatos, su hija se enamoró por completo de un hermoso vestido rojo, la falda tenía varias capas que salían de un delgado cinturón n***o con lentejuelas, al verlo no dudo ni un segundo en probárselo y comprobar que le calzaba como un guante. Por su parte, Lucas solo se encogió de hombros dándole a entender que le daba igual siempre que cumpliera con su parte del trato. —La cena ya está lista, bajen, comeremos como la amorosa familia que somos —dijo, pero a Camila no le pasó desapercibido el carácter de la orden que había oculto detrás de esas simples palabras pronunciadas con tanta indiferencia. Camila apretó los labios y se mordió la lengua una vez más al verlo dar la vuelta y alejarse. En su interior estaba segura de que mantener una distancia marcada entre él y ella era lo que más le convenía, no quería caer en el juego de seducción que se había presentado la noche anterior, no se podía dar el lujo de volver a pasar por una desilusión. Por qué si de algo estaba segura era de que ella era una mujer muy torpe cuando se trataba de hombres, se enamoraba con facilidad y se cegaba ante la realidad, eso es lo que le había pasado con el padre de su hija, se cegó tanto que no vio el verdadero monstruo que en realidad era, aunque a causa de ese error tenía a su lado a Sofía y para Camila, ella lo valía todo. —Iré a lavarme las manos —dijo su hija sacándola de sus pensamientos. —¿Necesitas ayuda? —En casa Sofía solía usar un banco para poder alcanzar el lavabo, pero al salir tan deprisa Camila había olvidado traerlo con ellas. No obstante, La niña negó con la cabeza, Sofía se las arreglo acercando una silla que había dentro del baño. Quince minutos después ambas bajaban las escaleras, Camila no estaba acostumbrada a una casa tan grande como esa, el departamento en el que vivía con Santiago era pequeño y modesto, no gozaba de grandes lujos aunque nunca sufrió por las necesidades. —Este es tu lugar —indicó Lucas a Camila señalando la silla a su derecha. Quiso protestar, pero al final pensó que lo mejor era mantener la fiesta en paz. —Gracias. —Camila ayudo a su hija y luego se sentó al lado de su falso esposo. —Bien, buen provecho —Lucas alargo la mano y tomo la botella de vino para servir la copa de Camila mientras esta le servía un vaso con jugo a su hija. La comida se veía apetitosa y desde que había llegado al comedor la boca se le hizo agua con el olor, no obstante, reprimió sus impulsos. Por otro lado, Lucas experimentaba una especie de conflicto interno, era la primera vez en mucho tiempo que se sentaba a la mesa con otras personas, a pesar de saber que todo era parte del acuerdo que mantenían, su corazón latía con más fuerzas que de costumbre ahogándolo al no poder llevar el ritmo. Ver a Camila a su lado le estaba causando tantos pensamientos y sensaciones para los cuales no estaba preparado. Se obligó a centrarse en su plato, sin embargo, no perdía detalle de los movimientos de ella. —Señor Cromwell —dijo Sofía sosteniendo su bebida con ambas manos—, su casa es muy bonita, gracias por invitarnos a pasar una temporada en ella —Tomo un sorbo y devolvió el vaso a su sitio. —Gracias. —Miro a Camila y vio que sus labios dibujaban una tenue sonrisa—. El libro que estabas leyendo, no es uno para alguien de tu edad —Se aventuró a decir por qué todo con respecto a la pequeña le causaba curiosidad. Sofía lo miro y se sonrió. —Sofía es una niña un poco diferente, es decir, hace las mismas cosas de otros niños, juega ríe, le gustan los dulces, pero… —¿Pero? —Soy muy inteligente, es por eso que me tengo que cambiar de colegio —respondió con puntualidad—, termine ¿Me puedo retirar? —No seas descortés, debemos acompañar al señor Cromwell hasta que termine su cena. —Ustedes quieren hablar cosas de adultos y siempre dices que yo no las entiendo, además me aburro con su silencio. —Dejó caer los hombros. —Sofía… —Déjala, tiene razón tú y yo tenemos que hablar —Camila clavó su mirada asesina sobre Lucas para luego poner los ojos en blanco y voltear a ver a su hija. Ese insignificante gesto bastó para que el cuerpo de Lucas reaccionara de una manera que tenía prohibido con la mujer a su lado. La imagino con un vestido blanco de satín cayendo por todo su cuerpo, marcando con delicadeza la curvatura de su cintura, la boca se le secó al instante deseando que en ese momento la imaginación se volviese realidad. —¡Que sea la primera y última vez que tú intervienes en como educo a mi hija! —Las palabras de la autora de sus descabellados pensamientos lo hicieron caer de nuevo en la realidad. La observo un segundo antes de hablar y se dio cuenta de que su entre cejo se fruncía levemente. —¡No estoy interviniendo en la educación de tu hija, no me interesa ser el padre de nadie! —aclaró Lucas endureciendo el tono y obligándose a borrar la imagen sensual de ella de su cabeza—. Sin embargo, el baile es pronto y necesito tener más información sobre ti y sobre temas que no creo que una niña de cinco años sin importar lo lista que sea deba escuchar. —Ambos se miraron con intención de escudriñar hasta lo más profundo de sus almas, pero tanto él como ella habían levantado un muro en sus vidas que les impedía traspasar la frontera de lo que conocían hasta ese momento. Ninguno de los dos podía más con la tensión que existía a su alrededor, Camila se sentía sofocada por el calor que emanaba de su cuerpo y Lucas no podía respirar mientras sus ojos siguieran anclados a los de ella. —¿Qué quieres saber?
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