Después de Rachel charlar un largo rato con Maia sobre el día tan loco que había tenido, colgó, metiéndose a la cama. Una llamada entró desde un número que no tenia registrado. Contestó, pues su padre estaba trabajando fuera y podría ser el. — Hola. — encendió la luz de su mesita de al lado. — Buenas noches. — en la otra línea solo se escuchaba el silencio. — Hola. — Hola, Rachel. Soy Esteve. — Y claro que era el, llamando desde otro número. — Por favor, no sabes lo que te voy a decir, no cuelgues. — Esteve, te dije que no me llamaras, que si seguías insistiendo iba a cambiar de número. No me hagas hacerlo. — Dame un solo minuto para decirte algo, no pido mucho. — Adelante. Luego de eso voy a colgar y tu no volverás a llamar. — Se…— tuvo que hacer una pausa. — se que no fuis