¿Quién sabe? ¡Oh Dios mío!, ¡oh Dios mío! ¡Al fin voy a escribir lo que me ha pasado! Pero ¿podré hacerlo?, ¿me atreveré? Resulta tan extraño, tan inexplicable, tan incomprensible, ¡es una locura! Si no estuviera seguro de lo que he visto, seguro de que no ha habido, en mis razonamientos, ningún fallo, ningún error en lo que constaté, ninguna laguna en la sucesión inflexible de mis observaciones, creería que soy un simple alucinado, el juguete de una extraña ilusión. Después de todo, ¿quién sabe? Hoy por hoy me encuentro en un sanatorio mental; pero vine por voluntad propia, por prudencia, por miedo. Solo una persona conoce mi historia, el médico de aquí. Me propongo escribirla, no sé muy bien por qué… Para librarme de ella, porque la siento dentro de mí como una insoportable pesadilla.