Sasha pasó dos horas mirando su teléfono, esperando una llamada de Michael, pero no llegó nada. Intentó su número de nuevo por centésima vez y todavía no estaba disponible, ¿qué estaba pasando? Michael nunca fue difícil de contactar cuando estaba de guardia, así que, ¿qué estaba mal hoy? Justo cuando pensaba en llamar a Gary para saber qué estaba mal, llamaron a la puerta y entró Sebastián -señora, los inversores están aquí- anunció.
-Está bien- Sasha asintió y dejó caer su teléfono sobre la mesa –vamos- le dijo después de recoger un archivo de su mesa. Ambos salieron de su oficina hacia la sala de conferencias donde sus nuevos compradores —bueno, ella esperaba que lo fueran— estaban esperando. Fue una reunión breve y se alegró de que fuera un éxito. Las damas estaban felices y querían ce
