Capítulo 3

973 Words
Hace mucho que Savannah no leía Orgullo y prejuicio, y esa misma tarde, luego de ducharse, se acostó boca abajo y empezó con la lectura. Edward estaba en su despacho y antes de que ella subiera, Wyatt llegó, saludó y fue a ver al Alfa. — Me pregunto quién sería el primero en descubrir la eficacia de la poesía para acabar con el amor… — leyó en voz alta. Miró hacia la ventana y la lluvia no se detuvo, de seguro en la noche con más seguridad acabaría. — ¿Savannah? — escuchó que la llamaban detrás de la puerta, era Juliette. Dejó el libro sobre la mesa de noche con el separador en la página. — Pasa, Julie — se incorporó hasta sentarse —. No sabía que regresaste, Edward me dijo lo de mudarse… — Creo que te tomó por sorpresa, ¿no es así? — se sentó al frente de Savannah. — Sí, pero no fue lo único que me sorprendió — sonrió. — Entonces, ¿aceptarás ser la madrina de Solari? Sonrió como respuesta. Juliette hizo igual y la abrazó. Al separarse, Savannnah solo quiso preguntar dos cosas. — Juliette, no malinterpretes mi pregunta, pero, ¿por qué me elegiste a mí? Tenemos poco tiempo de conocernos, y considero que esto se le pide a quien tienes mucha confianza y aprecio. — Todo sucede y pasa por una razón, Savannah, y que te eligiera es porque no pensé en otra persona. Tú puedes comprender mi situación a la perfección. ¿Comprender? Ahora sumaba otra duda. — ¿A qué te refieres? No entiendo quién no podría comprender tu situación. No es que sea anormal estar embarazada… — Savannah, yo en un principio tuve el mismo comienzo que tú. Fui una humana que encontró a su persona predestinada en un ser sobrenatural. No puede ser. — ¿No eras una mujer lobo cuando conociste a Dorian? — Juliette negó —. No, no lo creo. Nunca lo dijiste. — Tenía mis motivos — miró hacia el costado —. Como debes saber, el padre de Edward, George, siente mucho desprecio y odio hacia los humanos. Aunque no siempre fue así. Antes de conocer a la madre de Edward, tuvo un amorío con una humana, y eso llegó a oídos del padre de George. En ese tiempo, el Alfa sembró odio en su hijo, diciendo que por lo único que la humana estaba con él era por miedo, porque aunque ella quisiera alejarse, no importaba. De todas maneras la encontraría. Lo de sentir miedo es ilógico para el padre de Edward, pero lo creyó cierto, gracias a lo que pasó luego. Semanas después de que comenzara a disminuir su cariño hacia ella, George recibió una carta que confirmaba todo lo dicho por el Alfa. Eso fue lo último. — ¿Y la humana…? — Nadie sabe sobre ella, pero las brujas dicen que el abuelo de Edward mandó a que dos Rouges se encargasen de solucionar el problema. Sí, podía colocar cada pieza y armar el rompecabezas… La humana fue asesinada por Rouges y la carta probablemente no fue escrita por ella. — Cuando George asumió el cargo de Alfa, ya casado y con su esposa esperando a su futuro heredero. Su primera ley fue que en la manada quedaba prohibidos los seres no sobrenaturales. — ¿Dorian y tú ya se conocían desde antes de la proclamación? — Sí, conocí a Dorian unos meses antes y cuando reveló la noticia decidimos que lo mejor era tomar caminos separados. Aunque más por mí que por él. Si George se enteraba de que teníamos una relación conmigo, de seguro daba otra proclamación que afectaría a Dorian. — respiró profundamente — No duramos mucho tiempo distanciados y nos veíamos a escondidas. — Como “Romeo y Julieta”. — Con el pequeño cambio de que nuestro final no fue trágico. Savannah sonrió y asintió. — ¿Y cómo llegaste a convertirte en una mujer lobo? — Dorian llegó una tarde a mi departamento y se veía muy nervioso, por lo que primero fue tratar de calmarlo, luego ya me contó que tenía una solución — hizo una pausa —. Tocaron la puerta y era una chica que, de solo verla, aparentaba ser menor que yo. Y las apariencias engañan. Era una señora de quizás sesenta años. Una bruja. Me platicó sobre lo que haría y las consecuencias; al principio pensé que no saldría viva. Posiblemente, quedaría dormida, como en coma, o en el peor de los casos dejaría de respirar, y ni la pócima más poderosa de la señora podría devolverme la vida. — ¿Te hechizó? — Es un poco más complicado, pero algo parecido. — Sacrificaste tu vida de humana por Dorian. — Hay veces en que podemos sacrificar lo que es necesario para obtener lo que más anhelamos. En ese momento recordó a la bebé que Juliette esperaba. — Es una decisión muy importante. — Una que solo Dorian, tú y yo conocemos. — ¿Edward no debería saberlo? — Aun la proclamación sigue y, a pesar de que haya un nuevo Alfa, las reglas deben acatarse — Savannah ahora debía hacer algo al respecto. Era la Luna y también tomaba decisiones y Edward debería escucharla —. Pero no debes decir nada, confío en ti. ¿Puedo? Tal vez no se involucraría, no ahora. — Confía en mí. — Estupendo. Ahora, de seguro, tienes otra duda más, ¿verdad? Ambas rieron. — Solo tengo curiosidad por el nombre. — Solari es un nombre único. Por esa razón nuestra pequeña tendrá siempre presente lo especial que es. Tenía una buena razón. Savannah miró el vientre de Juliette y como ella hacía lo mismo al tiempo que daba lentas caricias a su abdomen. Sin duda será una excelente madre.
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