El tintineo de las campanillas sobre la puerta de la boutique de novias resonaba en el aire, mezclándose con el suave susurro de telas y el murmullo de conversaciones emocionadas.
Julia caminaba por el elegante pasillo, mientras que su dedo rozaba con la fina tela de los trajes que estaban frente a ella.
Sus ojos brillaban con fascinación, su corazon latía emocionado, pues ese sería un gran día, por fin elegiría el vestido que utilizaría el día de su boda.
Hacía dos años que conocía a Fernando Branson , su prometido, el gran amor de su vida, un joven millonario, excéntrico, guapo, pero sobre todo amoroso.
Apenas suspiró al imaginarse caminando con él por el sendero hacia el altar.
—¡Perfecto señorita Beller ! Ya esta listo el vestido que nos pidió ¿Quiere probárselo?
Una mujer le habló, sacándola de sus pensamientos, la vendedora llegó con un hermoso vestido de novia, lleno de lentejuelas, una larga cola y un precioso escote en forma de corazon.
Julia abrió sus ojos, se lo recibió, lo abrazó a su pecho y emocionada quiso probárselo.
—¡Claro que sí! Es lo que más he estado esperando. Voy al cambiador.
De camino al vestidor, su telefono empezó a sonar insistente en su cartera, ella omitió la llamada, pues estaba demasiado ocupada para alguna interrupción, sin embargo, este sonó de nuevo.
Ella, decepcionada por no poder medirse el vestido de inmediato, con delicadeza lo dejo sobre el cuelga ropa y contestó.
—¿Hola?
—Señorita Julia Beller —una voz desconocida preguntó al otro lado del telefono, Julia , confundida acertó.
—Sí ¿Quién llama?
—Señorita, le habla Romina del hospital central de Manhattan, siento demasiado lo que tengo que decirle, pero su madre falleció. ¿Podría acercarse lo más pronto posible?
—¿Qué? —Todo se desvaneció ante los ojos de Julia , un doloroso vacío se posó en su estómago, pensó que iba a desmayarse en ese instante y tuvo que sentarse, de lado quedó el precioso vestido con el que pensaba casarse, lo primero, era enterrar a su madre.
Con el corazón destrozado y el rostro mojado producto del llanto salió corriendo de la boutique, sacó su telefono y empezó a llamar a su prometido.
«¡Contesta Fernando ! Contesta por favor» Ella no dejaba de repetir mientras que conducía hasta el departamento que compartía con él. Su madre llevaba unos cuantos años enferma, y aunque le doliera, estaba esperando la noticia de su muerte, pero no anticipó que fuera por esos días.
Condujo con tanto desespero, que en pocos minutos estuvo frente al gran edificio en donde estaba el departamento de soltero de su amado, entró corriendo, la noticia de la muerte de su madre la descontroló y no supo exactamente que estaba haciendo, solamente necesitaba el abrazo de la persona que más amaba.
—Señora Julia , ¿Para dónde va? —El portero del edificio quiso detenerla
—Pues para el apartamento de Fernando , yo vivo aquí José, ¿Sabe si él esta allí?
El portero, se puso nervioso por lo que debía responder, palideció, y se le enredo la lengua.
—Sí, o sea no, señorita es que…
—Gracias José, subiré. —Ella no hizo caso al nerviosismo del hombre y siguió su paso.
Julia entró al elevador que casualmente llegaba en ese instante y marcó el numero del piso de su amado, sus lagrimas rodaban por su mejilla, su madre, la mujer que sacrificó tanto por ella y su pequeña hermana, ahora estaba muerta, justo un par de semanas antes de su matrimonio, Julia quiso desfallecer, solamente necesitaba que Fernando la consolara en ese momento.
Cuando el elevador arribó , corrió hasta la gran puerta principal del departamento, sacó las llaves de su bolso, pero una extraña corazonada se apodero de su ser, pues al otro lado de la fina madera, se escuchaban unos extraños sonidos, podrían ser voces, gritos, ¿O gemidos?
Sintiendo que su corazón no iba a resistir, abrió la puerta con cautela, se adentró poco a poco al departamento al escuchar que de la habitación principal en donde ella dormía con su prometido, era de donde sobresalían los sonidos, una voz femenina agitada le pedía a Fernando “que no dejara de hacerlo”
Un espeso nudo se atravesó en la garganta de Julia , poco a poco se acercó a la puerta y por una abertura se dio cuenta de que una mujer rubia espectacular estaba cabalgando ferozmente sobre su amado.
—¡Ah! Fernando , sigue así, ¡No te detengas! Me haces la mujer más feliz del mundo ¡Eres fantástico! —Le gritó la mujer en medio de la pasión
Fernando miraba a la mujer con fascinación , con lujuria, sus ojos estaban encendidos de erotismo, jamás miró a Julia con tanta candencia como estaba mirando a la mujer que lo piloteaba. Eso acabó de romper el corazón de Julia
—Cuando me case con Julia y reciba la herencia de mi abuelo, nos iremos juntos cariño, nos iremos lejos de aquí y seremos muy felices —Dijo Fernando en medio de jadeos.
—¿Por qué no puedo ser yo tu esposa? —La rubia preguntó ansiosa
—No puedo explicarlo ahora mi amor, mi familia no aceptaría una mujer con un hijo de otro hombre, pero yo te amo igual así, ahora muévete muñeca, quiero correrme dentro de ti.
Julia estaba viendo la escena más espeluznante de su vida, su corazón se quebró en mil pedazos, y lo que quedaba de esperanza en su interior se desvaneció. Primero la muerte de su madre, y ahora, su novio engañándola con otra mujer, justo en el momento en el que ella pensó que más lo necesitaba.
Sin embargo, se secó las lagrimas que tenía en su rostro, y de un solo empujón abrió la puerta de par en par.
—¡Maldito desgraciado! Eres un traidor. —Le gritó Julia llena de dolor.
La pareja paró de inmediato, la mujer que estaba sobre Fernando se levantó de un sobresalto y envolvió la sabana en su cuerpo, mientras que él, con sus mejillas coloradas, miró a Julia con furia.
—¡¡No me dijiste que ibas a llegar temprano!!
—¡¿Qué?! Pero si vivimos juntos Fernando , ¿Qué es todo esto? ¿Por qué me estás engañando de esa manera? —Julia se botó sobre él y empezó a llenarle de golpes el pecho, su tristeza y frustración era tanta, que en ese instante solamente quería asesinarlo.
Fernando , enojado por la reacción de su prometida, se fue hasta el armario, sacó una maleta y dentro de esta comenzó a echar todas las pertenencias de Julia . Con furia, aplastó todo dentro de la maleta y se fue directo hacia ella, tirándosela en el pecho.
—Te me largas de aquí Julia
—¡No! Pero si yo vivo aquí, maldita sea , vendí mi departamento para pagar la boda, y ¿Me pagas con esto? Fernando ¡Eres un traidor!
Julia comenzó a llorar desconsolada, sentía que iba a desmayarse en ese instante, no quería irse de ese lugar, rogaba porque su amor le dijera que no era cierto, que eran mentiras, que todo tenía una explicación, por el contrario, él simplemente la ignoraba.
—No me interesa si tienes que dormir en la calle Julia , solamente quiero que te largues, eres un estorbo para mí, una deshonra, no te amo.
«No te amo, ¿Qué? ¿Él no me ama?» Julia se repitió en su interior, incrédula por todo lo que estaba viendo y con el cadáver de su madre esperando por ella, sintió que no podía más, agarró su maleta y humillada salió de allí, dándole fin a la relación que por años ella creyó perfecta.
Hudson Yards, Manhattan
En una de las mansiones más opulentas y elegantes del vecindario, en su sala de estar, la familia Branson estaba reunida, era el día de la lectura del testamento del abuelo Christopher , quien decidió adelantar las condiciones de la entrega de su herencia antes de su muerte, fueron cambios de última hora, pues en su lectura anterior, había nombrado a Fernando como el albacea de su herencia, siempre y cuando se casara con Julia .
Se trataba de una fortuna inimaginable, un torrente de dinero en efectivo, propiedades, autos, clubes, y una establecida compañía de repuestos para autos con un gran auge en el mercado, la herencia perfecta para vivir sin nunca más tener que trabajar.
—Padre, no entiendo a que se debe esta reunión, mira la hora—Eloise Branson la hija mayor de Christopher , le preguntó al tiempo que sacudía su copa de un lado al otro.
—Nos estamos tardando ya que tu amado hijo Fernando no llega. —Christopher respondió tranquilo.
Christopher en su primer matrimonio tuvo una hija, Eloise , una mujer que ya llegaba a los cincuenta años, cuando la madre de Eloise falleció, empezó de ceros con una mujer mucho menor que él, Mary, la madre de su hijo menor. Xavier, el soltero más cotizado, abruptamente millonario y codiciado en la ciudad, pero también el más temido, pues no se dedicó a los negocios legales de su padre, sino que por el contrario, todos murmuraban que se inclinó por la mafia, pero él también estaba presente en la lectura del testamento.
—Padre, tengo que irme, mis negocios me esperan —Xavier , se levantó de su silla, arregló las arrugas de su traje y se acercó a Christopher . —No me importa tu herencia padre, haz lo que creas conveniente, solo cuídate mucho, no estás bien rodeado. —Xavier le besó la frente dispuesto a irse, pero Christopher lo tomó del brazo.
—No te vas a ir Xavier, debes quedarte aquí, pues ahora haces parte del testamento querido hijo.
Thomás arqueó una ceja, y resopló, no podía negarse a la petición de su padre, así que de nuevo tomó su lugar. Unos treinta minutos más tarde, la gran puerta de la mansión se abrió para darle paso a quien faltaba.
Fernando entró imponente, y arrogante, con su mirada fija en su familia y un aire de ira por ver a su tío allí sentado.
—¡Vaya! Veo que tenemos visitas poco deseables el día de hoy, se supone que sería una reunión exclusivamente familiar —Fernando dijo con sarcasmo al mismo tiempo que caminaba hacia su lugar.
Christopher se levantó y aclaró su garganta.
—Nieto, primero que todo, la educación, buenas tardes saluda a tu familia, tu madre, tu hermana y tu tío no son invisibles.
—¡OH! ¡Buenas tardes! Familia—Fernando no podía evitar su tono de ironía, estaba lleno de ira al ver a Xavier allí sentado —¿Qué hace este mafioso aquí? ¡Ah! Dañando la reputación de mi familia —Fernando se acercó lentamente a Xavier y lo miró con desdén.
—No soy un mafioso sobrino, soy un gran empresario, cosa que no llegas a ser ni en tus mejores sueños —Xavier respondió con su aire relajado.
—¿Empresario? ¡Ridículo! Eso no es lo que dicen por ahí—Fernando miró a su abuelo —y Tú abuelo, espero que esto sea importante, porque no quiero estar más en el mismo espacio que este despreciable hombre.
Christopher se sentó y resopló, no se soportaba a sus engreídos nietos.
—Siéntate Fernando tenemos que hablar —Christopher sacó de una carpeta de papel unos documentos y los puso sobre la mesa, era su testamento, todos fijaron la mirada en estos, Mérida y Eloise no dejaban de ver los papeles, mientras que Xavier , solamente se daba miradas retadoras junto a Fernando , ellos se odiaban desde pequeños.