Punto de vista Julia
Era la primera noche en la mansión de Xavier, se me estaba complicando conciliar el sueño, toda la excentricidad del lugar, la soledad, pero sobre todo la idea de un contrato matrimonial con él me estaba causando escalofríos.
Era un completo desconocido para mí, lo había visto solo un par de veces, y por los deseos inmensos de una venganza en contra de mi ex prometido, estaba a punto de cometer una locura, no tengo idea de quién es Xavier, si es un buen hombre, si es un empresario real como lo dice, o si es un asesino en serie.
Lo único que puedo admitir, es que el hombre está demasiado guapo, su presencia es espectacular y su personalidad intrigante me está quebrando hasta los huesos.
Salí de la gran habitación que me habían asignado para vivir, todo en la mansión estaba en plena oscuridad, no sabía en donde estaban ubicados los interruptores de la luz, encendí la linterna de mi telefono y con todo el miedo de la situación, comencé a bajar lentamente las escaleras, era impresionante el frío que sentía y solamente estaba vestida con una pijama pequeña, una bermuda que apenas cubría mis nalgas, y un top, ¿A quien se le ocurría?
Llegué a la sala y con deseos de beber un vaso de agua, me fui hacia la cocina, sentía pavor, era como si los cuadros de la sala de Xavier cobraran vida propia y me mirarán.
Atravesé la puerta de la cocina, y la misma situación ¿En donde estaba el estúpido interruptor de la luz? Sin embargo, con la poca claridad que me brindaba mi telefono, pude servir el vaso de agua y salí rápidamente, pero sentí que el corazón se me congeló, cuando de repente una sombra en medio de la oscuridad se dirigió hacia mí, emanaba un olor entre almizcle y ron.
—¡Mierda! —grité despavorida, dejando caer el vaso al piso, comencé a correr en medio de la oscuridad, tratando de buscar un refugió, pero unas manos grandes y heladas, pero al mismo tiempo suaves, me atraparon, sentí que el corazón iba a salirse de mi pecho, comencé a forcejear y a llorar, pensando que estaba en peligro.
—¡Ayuda por favor! ¡suélteme! ¡no me haga nada! —Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, en ese momento pensé que era mi fin, de repente las manos me soltaron y dieron dos aplausos, la luz se encendió y rápidamente salí corriendo para buscar refugio, pero una voz ya conocida me detuvo.
—Julia ¡Julia soy yo Xavier! Espera
Sentí un montón de sentimientos encontrados, era normal que me hubiera asustado de esa manera, estaba en una casa desconocida, con un hombre desconocido, ¿Qué podía esperar?
—Me asustaste —Grité en medio de mi llanto, pero el hombre se quedó en silencio con la mirada fija justo en mi pecho, pude notar como sus mejillas se sonrojaron, bajé mi mirada para saber qué era lo que lo estaba inquietando y mi sorpresa vino al darme cuenta de que tenía el top corrido hacia abajo y mis senos, estaban desnudos al aire.
Me subí la blusa rápidamente y lo miré con desprecio.
—¿Me estabas viendo? ¡Xavier por favor!
El hombre de inmediato se tapó su cara y con toda la vergüenza de la situación negó con la cabeza.
—Julia discúlpame, me siento muy avergonzado contigo, de verdad, no quería incomodarte, tampoco asustarte, mucho menos verte, eh ver tus se... —tartamudeó — pero fue un simple reflejo cuando te vi salir corriendo, además ¿Qué hacías a oscuras? Pudo haber pasado un accidente.
—Pues porque no sé cómo prender las luces de esta casa, solamente me dejaste aquí a que tu empleada me diera instrucciones, pero ella, solamente me entregó las llaves de este cuarto y se fue, me quede sola.
—Si, es que Dennis no siempre se queda, no la puedo retener aquí—respondió sin darle mucha importancia a lo sucedido antes, estaba ebrio, lo podía notar , pues de su boca, solamente salía un horrible olor a alcohol, y eso me daba miedo, no quería enfrentarme a la ebriedad de un hombre y mucho menos que no conocía.
—Estoy reconsiderando lo del contrato —Le respondí sin más, cruzando mis brazos sobre mi cuerpo para tapar mis pechos.
—¿Qué? Pero si ya lo firmaste, Julia ¿Es por lo que acabe de ver? Mira discúlpame, fue una equivocación, yo no quise molestarte y mucho menos verme como si yo fuera quien sabe qué clase de pervertido, eso no vuelve a suceder, además, yo no sabía que eso iba a pasar por favor.
A mi del todo no me incomodó que él me hubiera visto, por una extraña razón, algo en medio de mis piernas se dilato un poco al ver su mirada penetrante atravesar mi pecho desnudo, lo peor, es que él notó que mis pezones se irguieron de forma involuntaria, como una señal de excitación, sin embargo, eso no le quitaba en absoluto lo tedioso a la situación.
—¡Me iré a mi habitación!—Exclamé, salí corriendo por las escaleras, y rápidamente cerré la puerta con un fuerte golpe a mis espaldas, me asegure de que tuviera doble llave, aunque qué garantía podría ser, si muy seguramente él tenía copia.
Me recosté sobre la gran cama, el aire se me estaba volviendo espeso al respirar y mi pecho subía y bajaba, pasé en blanco la noche, de solo pensar que él pudiera hacerme algo indebido, pero era algo demasiado confuso, en el fondo no quería ser la víctima de alguien que me pudiera abusar, pero por otro lado, pensar en el físico de Xavier, en su profunda mirada, y todos los sentimientos lujuriosos que el hombre me hacía tener, me descontrolaba.
Me gustaba su rostro perfilado, su cuerpo musculoso, su boca carnosa, su barba en forma de candado, y sobre todo su maldita y sexy voz, que a decir verdad, era armonía para mis oídos, la sensación más profunda que una mujer como yo, despechada y poco deseada, podía sentir.
Pero era un simple desconocido, el tío de mi ex, una irremediable situación que hacía que todo entre los dos, fuera una completa locura. Apenas vi el sol entrar por la ventana de la habitación, me levanté de la cama, saque una maleta y empaque lo poco que tenía, era una babosada estar convencida de que un contrato de matrimonio falso y estar casada con Xavier, era la solución, solo porque mi ex no me había querido, ¿En qué clase de mujer me estaba convirtiendo? El dinero estaría bien, pero la dignidad no se compra.
Baje rápidamente, ni siquiera me duche, pero para mi sorpresa, el señor, estaba sentado en uno de sus grandes sillones, con una tasa de café en una mano y en la otra un periódico.
Levantó su mirada por encima de sus lentes, cerró el periódico y lo puso sobre la mesa.
—Buenos días, Julia, ¿Para dónde vas tan temprano? —Me increpó con la pregunta
—Me voy de tu mansión, si quieres hacer efectiva la cláusula del contrato por incumplimiento, puedes hacerlo, pero no puedo casarme contigo Xavier.
Xavier se levantó despacio de su asiento y a paso lento se acercó a mí, él maldito, parecía que con los días se volvía más sexy.
—Dime, ¿Fue por lo de anoche? Si quieres puedes irte a vivir en uno de mis apartamentos mientras nos casamos, y claro nos damos el tiempo de conocernos, Julia esto solo es un contrato matrimonial, evidentemente entre tu y yo no va a pasar nada, en este preciso instante no me interesa una relación y menos si no es consensuada.
Las palabras del hombre me estaba inspirando confianza, pero no, debía salir de allí.
—Muchas gracias por el ofrecimiento, pero no, con permiso.
Abrí la puerta de la mansión, llevándome conmigo, no solo la pequeña maleta, sino también el perfume embriagador de Xavier, que se impregnó en mis fosas nasales, cuando atravesé el umbral y la gran puerta se cerró a mis espaldas, un terrible escalofrío atravesó mi ser, ¿Para donde iba a irme? Si es que no tenía dinero en mi bolsillo, lo peor, mi amiga no podía recibirme en su casa y no tenía empleo.
Camine por las calles de Manhattan tratando de pensar una sola solución que me sacara de ese apuro. Revisé mi teléfono un montón de veces para ver si tenía alguna llamada de Xavier, pero no tenía ni el más mínimo mensaje por lo menos, no comprendía porque eso me estaba afectando tanto, si es que irme de su mansión era la mejor decisión que pude haber tomado.
Las horas fueron pasando, y con estas, el hambre y el frío se apoderaron de mi ser, en ese momento confirmaba que por una estúpida relación con Fernando, mi vida personal se había ido al estanco, no tenía amigos, no tenía familia, una vida social y mucho menos un alma caritativa que me tendiera su mano, estaba tan sola en el mundo que parecía que Xavier, era lo único que tenía en ese momento, pero yo me negaba a aceptarlo.
Tomé mi teléfono, llame a mi amiga muchas veces, pero no me contestó, estaba haciendo justamente ese día una prueba importante para irse a la universidad, era lógico que no podía ayudarme en ese momento, bajé mi cabeza y la metí en medio de mis rodillas, me acurruque a mí misma para darme el consuelo que tanto estaba necesitando, la vida me estaba poniendo duras pruebas, pero solamente me tenía a mí, dormiría en la calle, tenía frio, sueño, dolor, sin embargo, al otro día con la claridad del amanecer, buscaría que hacer, por ahora, solamente me restaba dormir en la calle.