Su segunda copa de martini en mano hace más llevadera la reunión, él se queja, gruñe y niega con la cabeza cada dos por tres... Cuando no logra un rápido sí por parte de sus futuros inversionistas, toma su mano y la aprieta cómo si nada hubiera pasado entre ellos. No fue algo premeditado, al contrario, se arrepintió de hacerlo, pero no quito la mano de allí porque se sentía cálido y cómodo. Ella sólo sonríe y se muestra amable frente a todos, las dos mujeres restantes beben de sus copas e ignoran a sus maridos, no les preocupa ser groseras, e incluso hablan en su idioma y hacen algunas bromas con Nina quien les responde con amabilidad y cordialidad ya que ella habla perfectamente en italiano y en árabe gracias a que una vez viajaron con el morocho y quiso tomar unas clases para poder n