CAPÍTULO 4

1366 Words
—Y ¿eso que? Yo no pedí tu ayuda— se acercó a mi. —Entonces debí dejarte morir esa vez— me aleje de él. —Pues fue lo mejor. Comencé a caminar —Creo que venir aquí no fue una buena opción— me detuve y lo mire —Gracias por nada— volví a caminar. Uno de sus hombres me guió hasta la salida y volví a la casa de Jan. Cuando llegue Adel se encontraba esperándome afuera —¿Donde estabas?— cuestionó molesta. —Salí a caminar— dije y entre. —Robin— me llamó y me detuve —Quiero hablar contigo un momento— me giré y volví a salir. —¿Qué quieres?— pregunté molesto —Tengo sueño. —¿Dónde fuiste? Dime la verdad— me miró. —Estas alterado. Di un suspiro y fui a sentarme, ella se sentó a mi lado —Quiero salvar a nuestra madre y fui a ver a un viejo conocido qué tal vez podría ayudarnos, pero se rehusó. —Descuida— me rodeó con su brazo —Nosotros podremos rescatarlos sin la ayuda de esa persona. —Si— susurré —¿Puedo contarte algo?— la mire. —Claro, dime— me miró también —Sabes que siempre te escucho. —Hem, veras. Yo iba a irme— un nudo comenzó a formarse en mi garganta —estaba dispuesto a salir de la manada y jamás volver, pero regrese porque escuche a nuestra madre gritar. —¿Por qué te irías? —Yo estaba harto de todo, mi madre siempre hablaba de mi matrimonio con el hijo del Alfa y yo no quería casarme con él, yo no quería ser la persona que ustedes esperaban que fuera— un par de lágrimas salieron de mis ojos —Yo odiaba todo eso. Adel me abrazo —¿Por qué no lo dijiste antes? Estabas tan feliz que creímos que en serio querías casarte y tener la vida que nuestra madre quería para ti. —Yo no quería herir a nuestra madre. —Tranquilo— dijo —Ahora que lo se, yo impediré que tú te cases con él. —No le digas a nadie nada sobre esto. —No lo haré. —Gracias— me puse de pie y entre nuevamente a la casa. Fuimos a dormir y al día siguiente Elyan nos levantó a todos. —Arriba todos— dijo —Tenemos que volver a la manada. —¿No crees que es peligroso?— pregunté. —Peligroso o no tenemos que ir y ver si hay alguien con vida o alguna pista que nos lleve al paradero de los que se llevaron. —Bueno, entonces vamos— me puse de pie y me acerqué a él. —No, tú te quedarás aquí— ordenó. —¿Que?— lo mire —¿Tan siquiera sabes el camino de regreso? —No es tan difícil— dijo. Yo solo reí —Si claro. Yo me perdía las primeras veces que salí. —Como sea, solo vamos— se giró y salió de la casa. Detrás de nosotros se escuchó un ruido y seguido de eso un grito —¡JAN!— gritó el chico castaño que estaba en ropa interior —¡JAN!— volvió a gritar. —¡HERMANO! Jan salió de su habitación —que escándalo— se quejó —¿Qué pasa, Derek? —¿Quienes son ellos?— nos señaló. —Mierda— susurró —Son algunos amigos— se acercó al chico —Se quedaron anoche cuando tú estabas durmiendo así que no quise molestarte. —Casi me da un infarto del susto, creí que eran delincuentes— nos escaneo de pies a punta. —Para la próxima avísame con anterioridad que traerás amigos a casa— se giró y volvió a su habitación —Terminaré de alistarme para ir a la universidad. —Si, hermano. —Jan ¿tienes un hermano?— pregunté. —Si, larga historia— sonrió —Y ¿qué hacen despiertos tan temprano? ¿Nunca duermen? Hace cinco horas que llegaron aquí. —Bueno, iremos a la manada para buscar pistas sobre el paradero de nuestra madre— me giré para salir, ya que todos me esperaban fuera —volveremos pronto y recogeremos nuestro desorden. —¿Quieres que te acompañe? —¿Por qué harías eso? Será aburrido. —Tengo curiosidad por saber cómo es ahí, donde tú vives— sonrió ligeramente. —Okay— dije y seguido una sonrisa apareció. —Bien, entonces espera que iré a ponerme algo más formal— se dio la vuelta y corrió a su habitación, después de un par de minutos volvió a salir —Derek voy a salir, volveré pronto— aviso a su hermano. Ambos salimos de la casa y luego Jan cerró la puerta. Caminamos hasta llegar con los chicos, los cuales esperaban al otro lado del asfalto. —Ahora guíanos de regreso— ordenó Elyan. Yo asentí y comencé a caminar, al lado de mi camino Jan y por detrás nos seguían Elyan y los demás chicos. Caminamos por mucho tiempo así que Jan comenzó a cansarse. —Espera— se detuvo y me detuvo a mi también —Esto es tan agotador ¿En serio caminabas todo esto para poder llegar al bar? —Si— asentí —Y aún falta la mitad del camino. —Robin apresúrate— dijo Elyan —Tú amigo el humano solo nos retrasa. —Si— camine y jale a Jan. El solo jadeaba del cansancio —No puedo más— volvió a detenerse —Si hubiera sabido que tu casa quedaba del otro lado del mundo no habría venido. —Suficiente— Elyan se acercó a donde nos encontrábamos Jan y yo —Sube a mi espalda, si sigues así llegaremos hasta el anochecer— se hincó para que Jan subiera. Este sin oponerse subió y entonces retomamos nuestro camino. Rápidamente llegamos a la frontera, pasamos y fuimos hasta donde nos asentamos. Elyan bajó a Jan de su espalda y todos nos quedamos estáticos cuando vimos todo el daño que esos hombres habían hecho. Habían muchos guerreros en el suelo, no podía saber con claridad cuál de ellos aún tenía pulso y cuál no ya que su pulso era demasiado débil. —Tenemos que ayudarlos— mire a Adel. Rápidamente camine hasta donde estaba el enorme charco de sangre y al primero que revisé fue a mi padre. Su pulso... había desaparecido. Un par de lágrimas brotaron de mis ojos. Esos hombres se habían atrevido a matarlo, se habían atrevido a llevarse a mi madre y se habían atrevido a lastimar a la manada. Uno por uno fui revisándolos y de entre los treinta soldados que ahí estaban solo siete aún seguían con vida. Los auxilié y pedí a los chicos que buscaran las hierbas medicinales que mi madre me enseñó a usar para curar heridas. Cuando termine de curarlos los dejé descansar, justo ahora ellos se encontraban en el estado de hibernación y nada podía despertarlos hasta que sus heridas se curaran completamente. Durante todo el día buscamos pistas para poder conocer el paradero de los asesinos, pero solo logramos dar con otro grupo más grande de chicos que estaba oculto en el bosque, entre ellos se encontraba el hijo del Alfa. Bueno, no era por juzgar su apariencia, pero no era mi tipo. Era guapo, claro que lo era. Su cabello estaba rizado y era color dorado, sus ojos eran color miel y su piel era blanca. No iba a casarme con él, incluso si me llevaban a rastras hasta el altar. Un tipo que claramente era débil ¿como podría cuidar de mi? Prefería a Noah mil veces que al que se supone que será mi esposo. Ash ¿Por qué pienso en él ahora? En fin, algunos de ellos, los más fuertes para ser exactos, se quedaron ahí para cuidar de los heridos. Las chicas, Elyan, Jan y yo vivimos a casa de Jan. Ese lugar era más seguro y Elyan creyó que era primordial que las chicas y yo estuviéramos a salvo.
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