Empujé la puerta con fuerza, apenas se movió un poco, me alejé y sin pensarlo corrí y me estrellé contra ella golpeando mi hombro, pero haciendo que ésta se abriera de sopetón y que por supuesto yo terminara cayendo al frío y sucio suelo. —Maldición. —Me levanté acariciando mi brazo y hombro adolorido. Ese espacio aún seguía a oscuras, pero la luz del otro lado iluminaba un poco, además la grieta del suelo también permitía que la luz de mi habitación entrara. Me giré para salir de allí y al hacerlo fruncí el ceño desconcertada, frente a mí había una especie de altar que no había visto antes. Todo estaba lleno de polvo. ¿Qué diablos era eso? En la esquina de la habitación había una mesa de buen tamaño con restos de velones e imágenes de personas, también habían platos manchados de un co