Mateo estaba en blanco ¿qué había hecho?, veía que Tomás estaba muy enfadado, se notaba la impotencia en su rostro, Claudia no dejaba llorar, nunca la había visto así. En aquel momento a su mente vino el recuerdo de cuando estaban corriendo por la playa y ella recogía caracoles: —Mira Mateo, este tiene tu color favorito —dijo ella mostrándoselo. —¿Cómo sabes que es el rojo? —le preguntó. —Siempre lo usas. Mateo volvió a la realidad y vio que Claudia se estaba yendo con Tomás: —¿Cómo dejas que te trate así? ¿Siempre lo hace? —le iba preguntando Tomás—, deja de llorar. No me gusta verte así, me hubieras dejado que le rompiera la cara a ese poco hombre. —¡Claudia, espera! —gritó Mateo detrás de ella. —¡¿Qué quieres idiota?! —preguntó Tomás volteando a verlo. —Claudia, por favor,