Todos quedaron viendo fijamente a Alejandra: tenía el cabello largo de un castaño claro; estaba maquillada y se veía muy bien, había algo en ella que la hacía ver muy hermosa. Estaba al lado de Keidys y las dos caminaban ignorando a las personas a su alrededor. Tomás estaba junto con Josef y Mateo, se les notaba su impresión al ver a Marcela tan cambiada físicamente.
—¿Esa es Alejandra? —preguntaba Tomás anonado.
—Yo tampoco la reconocí cuando llegó a la casa —expresó Mateo bastante sonriente.
—¡Está hermosa! —gritó Tomás y llevó sus manos a su boca— tengo que hablar con ella, debo felicitarla por aquel cambio. —Salió de prisa con rumbo hacia las chicas. Todos los hombres les echaban piropos y le pedían el número de celular a Alejandra, pero ella solo los ignoraba: bueno, ese fue el consejo que le dio Keidys, quien era una gran experta en ese ámbito.
—¿Será que se convirtió en modelo? —preguntó Josef.
—No lo sé, —dijo Mateo— pero espero que no cambie mucho ahora que su mejor amiga es la chica más popular del colegio.
—¿No te gusta el cambio que está tomando Alejandra? —preguntó Josef.
—No, para nada, y peor si es Keidys quien la está aconsejando.
—¿Por qué de repente te desagrada Keidys? Antes la amabas a morir.
—Ella no es quien demuestra ser, siempre está sintiéndose mejor que los demás y es tan superficial, solo mira lo que le hizo a mi prima para que fuera su amiga, como supuestamente siempre tiene que estar rodeada de personas que sepan vestirse bien y entiendan de moda. De lo contrario, ni los determina.
—Creo que estás malentendiendo las cosas, Mateo, Keidys no es así, eso demuestra cuando apenas la estás conociendo, después solo es una chica como cualquiera. —A Josef le desagradaba que hablaran mal de Keidys, no lo soportaba, por más que Mateo fuera su amigo, no debía referirse a ella de esa manera y mucho menos si decía sentir algo por Keidys, era algo muy contradictorio.
—Eso era lo que yo también creía, pero después me di cuenta que no es así —dijo Mateo bastante seguro de sus palabras.
Josef dejó salir un suspiro.
Por otro lado, estaba Tomás, quien se escurría por el tumulto de personas que también querían acercarse a las chicas.
—¡Alejandra! —Gritó y se posó frente a ella— ¿cómo estás? Oye, qué cambio te has hecho, increíble —desplegó una gran sonrisa.
—¿Podrías quitarte del camino? —preguntó Keidys con un tono seco y engreído. Tomás borró su sonrisa y se apartó, Alejandra tampoco lo determinó y se comportó de la misma manera.
—¿Qué le sucede? —inquirió Tomás mientras veía cómo las chicas se adentraban al colegio.
Así pasó la primera hora, todo muy normal, los estudiantes y profesores se acercaban a Alejandra y le decían cuan bella estaba, la joven les agradecía los elogios con su actitud natural de siempre; hablaba con Josef y Mateo como todos los días. Pero el problema radicaba en Tomás, hacía como si no existiera y él se sentía muy humillado con la forma en la que se comportaba con él.
En el descanso, Alejandra invitó a Keidys a comer con ella y su grupo, Mateo, Tomás y Josef. Al principio Keidys se negó rotundamente, pero, después aceptó y al rato estaban todos comiendo en una mesa debajo de un gran árbol, allí siempre se sentaban.
—¿Me vas a seguir ignorando? —preguntó Tomás a Alejandra.
—¿Por qué te comportas así con él? —inquirió Mateo a Alejandra.
—Creo que no es de su incumbencia lo que Alejandra haga o deje de hacer, si no quiere contarlo es porque es íntimo para ella —explicó Keidys.
—¿Te he preguntado algo? —Mateo se veía sumamente molesto cuando se dirigía a Keidys.
—¿Cuál es tu problema conmigo? Yo ni te conozco y me odias tanto, ¿eres un antifans?
—Por favor, Keidys, no vayan a discutir —pidió Alejandra al saber que las palabras de Keidys ofenderían más a Mateo.
—No. Esto es el colmo, no lo conozco, pero cada vez que me ve, pareciera que le daño el día, ¿por quién me toma? —Keidys ya estaba cansada de tantas discusiones inverosímiles.
—Sí, me dañas el día. Eres una engreída y superficial que cree que el mundo gira a su alrededor, no sé qué te crees, cada vez que hablas es para ofender a alguien y simplemente no soporto eso.
—¿Y a mí qué si no me soportas? No eres nada para mí, así que deja de gastar tu tiempo haciéndote notar —soltó Keidys con bastante enojo—. No te gusta que moleste a otros, ¿pero tú si puedes hacerlo conmigo? Contradices todo lo que sale de tu boca.
—Mateo, deja de tratarla así —pidió Josef.
—Mateo, es cierto, basta —pidió Tomás cuando notó que Josef empezaba a enojarse. No era bueno que lo hiciera, se formaría una gran pelea allí.
—De todos modos, ella es una aparecida aquí, es tan absurdo esa amistad que tiene con mi prima, —rodó la mirada a Keidys— ¿acaso no fuiste tú quien la trató mal ayer?, qué hipócrita eres.
A Keidys se le aguaron los ojos al escuchar las palabras de Mateo.
—Mateo antes te admiraba, —explicó Josef— decía que estaba enamorado de ti, pero, después te observó y vio tu forma de ser que lo decepcionó en gran manera y ahora cree que eres una chica que discrimina a las personas y que eres sumamente superficial.
Todos hicieron silencio y Keidys quedó con la boca un poco abierta, Mateo tragó en seco y después se levantó de su puesto y se marchó.
—¡Josef! —gritó Alejandra avergonzada por la situación de su primo—, ¿por qué hiciste eso?
—Keidys estaba preguntando el por qué Mateo la odiaba tanto. Dejen el dramatismo y que las cosas se aclaren de una vez por todas. Además, fue muy patán con ella, ¿quién se cree para tratar a una mujer así? —explicó Josef, sus mejillas estaban acaloradas, se aguantaba las ganas de golpear a Mateo. Él hablaba muy poco, pero cuando lo hacía, era para resolver problemas sin importar las consecuencias o cuando no se aguantaba la rabia.
Keidys quedó observando a Josef: la había defendido. Sus miradas se cruzaron por un momento y después Josef se levantó de su silla y se fue. Tomás, quien no entendía en lo absoluto lo que pasaba con su mejor amigo, fue tras él para pedir una explicación.
—Josef, oye… —lo alcanzó—, ¿qué rayos te sucede? —empezó a caminar a su lado. Josef se notaba que estaba muy furioso.
—Mateo es un idiota de primera, ¿cómo es capaz de tratar a una mujer así?, solo le faltó pegarle —soltó Josef y después respiró profundo.
—¿Qué te pasa? Tú no eres así —Tomás se asustó, tenía tiempo que no veía a su amigo en ese estado. La última vez que lo vio de aquella manera fue cuando se fueron a puñetazos y terminaron con los rostros hinchados.
—Él tiene sus problemas con Keidys, deja que ellos los arreglen solos; no te metas en ese tipo de cosas, además, tú nunca lo haces, ¿por qué de la nada defiendes a alguien que trata de hacerte la vida imposible?
—Ella no trata de hacerme la vida imposible —replicó Josef.
—¿Qué mierda estás diciendo? ¿Crees que no he visto las miradas que te envía? Y a veces da la impresión de que se burla de ti —dijo Tomás. Se detuvo y Josef volteó a verlo—, ¿estás enamorado de Keidys?
.
.
Mateo se encontraba observando el panorama desde un cuarto piso del colegio, el viento soplaba lentamente y recordaba una y otra vez lo que había dicho Josef. No le gustó para nada que soltara su secreto sin importarle el cómo se iba a sentir; le pareció muy mal de su parte, ahora había quedado como un completo ridículo frente a Keidys. Se imaginaba el ego de esa chica en aquellos momentos y todo su interior se revolvía.
Aunque la joven no estaba para nada orgullosa de su comportamiento con Mateo, lo había tratado mal y por ende la forma agresiva del joven hacia ella. Era de esperarse de una persona que ha sentido todos sus sentimientos hacia alguien desvanecerse, ella tenía problemas con Tomás y Josef, pero Mateo nunca estuvo en sus planes.
—Keidys… —dijo Alejandra bastante apenada por lo que sucedió hace un momento.
—No es nada, tu primo tiene razón, soy así, es lógico que me odie —soltó Keidys, trató de calmarse, sus sentimientos estaban revueltos en aquel momento y tenía ganas de llorar.
—Pero se pasó, discúlpalo, es la primera vez que lo veo actuar de esa manera —Alejandra notaba que la mirada de Keidys estaba perdida en sus pensamientos, la pobre la estaba pasando muy mal.
Pero la historia de Mateo y Keidys había comenzado hace muchos años atrás, cuando eran solo niños de cinco años de edad. El problema era que Keidys no se acordaba de nada y Mateo sí.
Todo comenzó una mañana cuando Keidys llegó por primera vez al colegio, se había sentado junto a Mateo y él le prestó su color favorito para que pudiera dibujar.
—Puedes quedártelo —le dijo Mateo muy sonriente.
—Muchas gracias —la pequeña tenía una mirada emocionada que le encantó al niño.
Keidys había nacido siendo gordita y eso le gustaba a Mateo. Siempre estaban juntos en los dos primeros años de instituto. Mateo le decía que serían novios cuando grandes. Al parecer, eso nunca se le olvidó.
Pero un día llegó Josef al colegio y tenía gran popularidad entre estudiantes y profesores, se mudó a unas cuantas casas de donde vivía Mateo y casi todo el día estaban juntos. Así fue como Keidys conoció a Josef y se enamoró de él, poco a poco se separó de Mateo y siempre estaba detrás de Josef.
Empezaron a transcurrir los años y llegó el día en el cual Keidys se le declaró a Josef, Mateo estaba allí, observando todo. Le entristeció en gran manera el modo en el cual fue tratada, pero no fue capaz de defenderla, le daba miedo que también se burlaran de él.
“Eres hermosa” le escribía papelitos y los dejaba en el casillero de la niña. Le gustaba verla a lo lejos cuando ella los leía, hacía que su peso de conciencia se calmara un poco.
—¿Te vas a ir? ¿A dónde? —le preguntó a Keidys el último día que pudieron hablar.
—Voy a convertirme en modelo, espero que seas mi fan número uno —dijo ella.
—Claro, pero, cuando vuelvas, debes volverte mi novia y casarte conmigo —Mateo mostró su dedo meñique derecho y Keidys estrechó el suyo con el del niño.
—Es una promesa —soltó Keidys con gran entusiasmo.
Y así fue como transcurrieron los años, Mateo siempre estaba pendiente de la carrera de Keidys, muy orgulloso al ver que la chica cumplió su palabra de ser una gran modelo. Pero ella, entre los problemas y su carrera profesional se le olvidó su promesa, no recordaba el rostro de Mateo y aquellos recuerdos de esos días. Al parecer eso era lo que más enfadaba a Mateo, el que estuviera esperando a alguien a quien dejó de importarle desde hace muchos años.
—¿Todo lo que dijo Josef es verdad? —preguntó Keidys a Alejandra.
—Es verdad, Mateo era una gran fan tuyo, hasta tenía algunos afiches de ti pegados en su cuarto, decía que era tu fan número uno. Una vez me dijo que te conocía desde pequeño, que… lo que sentía por ti no era solo porque fueras modelo o por tu fama. Nunca lo entendí, pero Josef creo que sabe mejor esa historia, él puede contártela si quieres.
—¿Mi fan número uno? —preguntó Keidys, en su mente había un recuerdo nublado de algo parecido.
—¡Ya me acordé! —Soltó Alejandra— él tiene una foto contigo guardada en su cartera.
—¿Mía?
—Cuando estaban pequeños. Deberías decirle que te la muestre —aconsejó Alejandra— y hacer las paces con él. Es tu fan número uno después de todo.
—Pero me da vergüenza, lo traté mal…
Pasaron las horas de clases, se hizo una evaluación y Keidys tenía pensado hacer perder a Josef aquella nota. Cuando se finalizó la clase y todos ya habían salido del salón, Keidys se escabulló hasta los exámenes que reposaban en el escritorio del profesor y buscó el de Josef, borró algunas operaciones y lo rellenó con números que no llegaban ni al caso. Pero en aquel momento recordó que Josef la defendió. Eso la enfadó más ¿quería ganarse su perdón de esa manera?
Arregló todo como estaba antes para que nadie sospechara que habían manipulado los exámenes y salió del salón. Se sentía tan bien al hacerle la vida imposible a Josef. Pero no contaba con que alguien la estaba esperando afuera: era Mateo.
—¿Dañaste el examen de Josef? —le preguntó.