Mi cuerpo se sentía extraño, como si estuviera dividido entre el deseo ardiente y el miedo paralizante, entre la pasión desbordante y la repulsión angustiosa. A pesar de querer hacerlo, no podía apartarlo de mí. Sus labios finalmente se separaron de los míos, adejándolos doloridos y sensibles por la intensidad con la que los había presionado. Descendió lentamente hacia mi cuello, su risa resonando en mis oídos mientras su lengua trazaba el camino de la marca que me había dejado anteriormente. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando mordió mi oreja, su aliento cálido haciendo que mi piel se erizara en respuesta. Intenté suplicarle que se detuviera, que me dejara en paz, pero las lágrimas nublaron mi visión. Mis ojos llorosos buscaban compasión, pero él no mostraba ninguna señal de deten