—Hola —logré pronunciar, tratando de no parecer tan estúpida como seguramente creía que era en ese momento. Mi asesor extendió su mano hacia mí, y noté cómo su gesto era elegante y seguro. Sin embargo, no pude evitar sentir cierta tensión en el aire mientras nuestras manos se encontraban en un breve apretón. La maestra decidió retirarse, dejándonos solos para ponernos al día. Mi asesor y yo permanecimos allí, aún con nuestras manos entrelazadas. Incómoda con la situación, finalmente rompí el contacto y pedí cortésmente que me soltara. —Debería disculparme por casi atropellar a mi pupila —comentó con un tono algo burlón. Intenté restar importancia a aquel incidente, diciendo que no era necesario disculparse, pero él solo sonrió con más confianza. Había algo en él que me hacía sentir in