Iris
Mi nombre es Iris Jones, tengo diecinueve años y nací un veinte de febrero, así que mi signo zodiacal es Pisis.
Según uno de los artículos que leí hace tiempo:
"Fluyo en aguas corrientosas, voy a contracorriente; soy una soñadora e idealista, tan emocional que no puedo decidir en que corriente quiero nadar. Soy contradictoria por naturaleza y por eso tiendo a no confiar en mi propia intuición"
Qué tanto de esas palabras son ciertas, no lo sé. Por momentos siento que me describe a la perfección, pero por otros, creo que son puras patrañas.
En realidad no me importan mucho esas cosas, pero por aquí no hay muchas opciones para entretenerse uno mismo; debido a esto, en mis momentos de ocio, tiendo a leer muchas revistas del mundo exterior.
Desde los ocho años vivo con mi tía y mi primo, pero pese a que los llamo así, no compartimos ningún tipo de parentesco real.
Mirta y mi madre se criaron juntas desde niñas, eran hermanastras. Mi abuelo y la abuela de Roy se casaron poco después de enviudar, así que nuestras madres son teóricamente "hermanas".
Por lo que a mi yo actual respecta, soy una joven vigorosa y a la vez algo insegura. La vida me volvió algo imbécil en muchas ocasiones, y me es bastante indiferente todo lo ajeno; mientras lo pueda evitar, lo evito. No me molesta en lo más mínimo alargar las cosas; estirarlas hasta que tenga la oportunidad de huir, esa es mi filosofía de vida.
En realidad describirme correctamente me sería muy difícil, solo dejo que la vida misma fluya; si no hay otra salida, lo qué tenga que venir que venga.
Aunque no siempre fui así.
Antes era una preciosura de niña, siempre me preocupaba por los más débiles, estaba llena de sueños e ilusiones. Los primeros años de mi vida estuve en una familia hermosa y armoniosa, completamente rodeada de amor y comprensión.
Mis padres me consentían en todo, me trataban como a una pequeña princesa, y por sobre todas las cosas, me amaban incondicionalmente. Por eso, pese a las malas intenciones de mi odiosa prima, siempre dudé del hecho de que me hayan abandonado por voluntad propia.
El día que cumplí siete años, mis padres desaparecieron por completo.
Ese año, como siempre, mi mamá organizó una fiesta a la salida de la escuela; todos nos quedamos esperando por ella, pero jamás apareció. Como todo estaba pagado y reservado, una de las mamás de mis compañeros se hizo cargo de llevarnos, pensando que la mía nos encontraría por allí en cuanto pudiese.
El salón cerró y era hora de irse, todos se fueron a excepción de la dueña; que era una simple humana y amiga de mi mamá.
Esperó casi hasta media noche, y al ver que no llegaban ninguno de mis padres, decidió llevarme a casa. En el camino me decía que esperara a que lleguemos, que les retaría enormemente, y que deseaba ver qué era tan importante, como para haberla detenido de pasar la velada con migo.
Cuando llegamos a mi casa no había rastro de ninguno de ellos, todo estaba en su sitio, menos mis padres. Solo el auto estaba algo sucio, pero después todo estaba igual que cuando me despedí de ambos por la mañana.
La amiga de mi mamá se quedó junto a mí esperando en casa, pero las horas pasaron y más nunca volvieron.
Elís fue testigo de lo mucho que me apreciaban mis padres, estaba cien por ciento segura de que algo malo les pasó, que jamás me hubieran dejado sola y menos sin supervisión de no ser así. Al igual que yo creía de todo corazón, que nunca hubieran sido capaces de abandonarme; ni mucho menos como lo cuenta la insoportable de Shannon.
Después de llamar a la policía, me llevó con ella y me cuidó en lo que investigaban. Los meses fueron pasando, y no hubo rastro alguno de sus paraderos.
A un año y medio del acontecimiento, la única que apareció por mí en la casa de Elís, fue Mirta; trayendo con sigo una supuesta carta de mi madre, en la que decía que en caso de pasarles algo, me dejaban a su cargo.
La presencia tardía de ese pedazo de papel, nunca me cerró por completo, no podía creer que era de ellos realmente, pero para la ley fue un testamento irrefutable. Pese a que Elís luchó por mi custodia, mi tutela y los activos de mi familia, fueron a parar a manos de Mirta.
Llorando le pedí al juez que me dejara con la amiga de mi mamá, que mi tía no podía quererme en verdad porque tardó más de un año en venir a buscarme. Mirta se defendió diciendo que su desastroso marido no lo quería así, que la detuvo cada vez que trataba de venir por mi, y que ahora que finalmente ese mal hombre se fue, podía llevarme con ella y ofrecerme un mejor ambiente para crecer; “con mi verdadera familia”.
Y bueno... aunque no lo quisiera, vivo con ellos desde entonces.
Tiempo después, en cuanto mi tía tuvo acceso a la empresa y el dinero que me dejaron, compró una enorme casa al otro lado de la isla, a kilómetros del centro, muy lejos de mi verdadero hogar y de Elís.
Luego de mudarnos a su nueva casa, mi desagrado por toda la situación fue más evidente, que hasta Mirta sintió lo mucho que desconfiaba de la supuesta decisión de mis padres; por lo que en mi décimo cumpleaños sacó "otras pruebas".
En medio de la fiesta que me organizaron, a modo de distracción, reprodujo una serie de videos viejos grabados por mis padres, "y por ella", en antiguas reuniones familiares. Entre ellos filtró un corto en que se veía a mi madre embarazada, le estaba hablando a quien sostenía la cámara, diciendo que si nacía siendo mujer, me casaría con el hijo de la persona que filmaba.
Luego de que este video se terminara, mi tía se apresuró en desconectar todo el sistema, dejando a todos los invitados, como a su hijo y a mi, sin entender absolutamente nada.
Fingiendo que eso fue un error técnico, subió al escenario y se disculpó con todos los presentes. Luego explicó que Roy y yo estábamos comprometidos, desde hace mucho tiempo antes de que naciera, y que supuestamente mi tía y mi madre así lo reafirmaron, el mismo día en que me dio a luz.
Solo después de su mala actuación, se acercó a mi y también me pidió disculpas.
Entre lágrimas me dijo que le dolía este incidente, que no era su intención que todo haya salido a la luz tan pronto, y que supuestamente planeaba hablarme de ello, despacio y con calma, cuando fuera mayor de edad.
Frente a todos, y con tan poca experiencia en la vida, no sabía qué hacer ante esa situación, por lo tanto quedé a la merced de las malas intenciones de Mirta.
Desde entonces trataba de juntarnos cada que podía.
Si había una fiesta a la que uno era invitado, el otro debía de llevarlo obligatoriamente; si había que ir a comprar algo, íbamos los dos o ninguno; si había eventos en el colegio, trabajábamos juntos en el mismo proyecto, o por lo menos llevábamos al otro a las reuniones.
Cosas así fueron sucediendo sucesivamente...
No se que pensaba Roy al respecto, pero por mi parte, no sabía que hacer o que pensar, no era para nada cercana a mi primo. Constantemente sentía un fuerte rechazo para con él, en especial después de saber que era mi "prometido".
Era raro todo eso, aún éramos muy pequeños y ya teníamos en la mente que nos íbamos a casar, lo quisiéramos o no.
Y por si la exposición de ese viejo video fuera poco, después de mis dieciséis, todo fue para peor...