2- Entrometida

1645 Words
Capítulo 2. Entrometida. Hannah permaneció quieta con la respiración agitada, no tenía idea de sí debía voltear o simplemente quedarse quieta hasta que aquel lobo se encargara de hacer con ella lo mismo que con aquel otro lobo más pequeño. ¿Qué podría perder?, ya no le quedaba nada más que la traición de su “familia”. —Dime… ¿Te agrada lo que ves?. —Su voz era gruesa, Hannah sintió que sus palabras le atravesaron el cuerpo— —Escuche unos gritos, y quise ayudar… —Aquel lobo no pudo evitar reír ante el comentario de la mujer, ya que ella jamás podría ser de ayuda, puesto que a simple vista se notaba que no tenía fuerza física.— —¿Utilizas algún tipo de magia?. Ahora quiero saber la manera en que ayudarías a ese otro inútil de allá. —El lobo sigue detrás de Hannah, la toma del cuello con una de sus manos, y con la otra la sostiene de la cintura, con un simple movimiento, podría partir en dos a la mujer quien se atrevió a interponerse en su camino sin hacer, lo lograría sin mucho esfuerzo— —No, no poseo magia. —Ella responde con su voz entre cortada, el miedo se había apoderado por completo de sus sentidos, en el fondo la joven no deseaba que su vida acabara en ese momento, pues lo que nunca perdía, era la fe, creía firmemente en que todo mejoraría en un futuro cercano— Por favor déjeme ir. —exclama la chica tras el silencio de aquel hombre lobo— —Tú eres quien vino hasta aquí, sin poder o fuerza alguna para ayudar a un completo extraño. —La mujer dejó de sentir las garras del hombre lobo en su piel, las cuales dejaron una marca en su cuello, el dolor de la cortada que le produjo hizo que emitiera un leve gemido— Y tienes una voz muy suave, no asustarías a nadie. —Vuelve a clavar sus garras en el cuello de la chica— El hombre lobo la arroja al suelo y se aleja con lentitud, Hannah trata de ponerse de pie, pero su cuerpo no dejaba de temblar, tampoco volteó a ver a aquel lobo, simplemente observó la sombra que dejó atrás su cuerpo ya con forma humana, el cual se veía grande, bastante robusto. —No vuelvas a aparecer en mi camino, si no tendré que enseñarte modales por las malas, dime tu nombre. —Ordena— y más vale que no mientas. La mujer sintió cómo su sangre resbalaba dentro del atuendo que llevaba puesto, ese hombre le acababa de dar una orden sin siquiera acercarse. —Ha… Hannah —Responde apenas— —¡Hannah qué! —Aquel hombre sabía como asustar, y lograr su cometido para obtener lo que desea, en este caso lograr que la joven sintiera tanto temor como para volver a hacer algo tan impulsivo— —Hannah Gracia —Sigue intentando ponerse de pie— Por intentar ayudar a una persona en aparente peligro, Hannah sabía que podía estar en peligro, pero aun así no le importó, según la historia que le contó su padre, ella heredó esas agallas vanas y poco justificadas de su madre, una elfa noble y siempre predispuesta a ayudar. Cuando ya no visualizó la sombra del actual dueño de sus futuras pesadillas, al fin se puso de pie. —Señor —Se acerca temerosa al otro lobo quien la mira con desprecio mientras acomoda su ropa ya completamente rota, son intenciones de huir de aquel lugar— —Tonta, ese hombre es peligroso, no se olvidará de tu nombre —suspira— seguía con los rasgos de su forma licántropa. —Ya es tarde, vine porque me deje llevar. —Ella sentía temor, y su intuición le decía que debía alejarse lo más rápido posible— —Digamos que merecía lo que me estaba haciendo, porque le robé, el dinero es ya insignificante en la vida de ese asesino, tengo ganas de desquitarme con alguien. —El lobo la observa de pies a cabeza antes de seguir hablando— Pero digamos que gracias a ti sigo con vida, asique también perdonaré la tuya. Cuando Hannah desvió su mirada por unos segundos, ese hombre lobo desapareció, de repente ya estaba sola en medio de la oscuridad, fue corriendo hasta la casa de Amaris, a quien tuvo que esperar por casi una hora más en un estado de shock inimaginable. Sus ojos se llenaron de lágrimas, su cuerpo cansado por su arduo trabajo ya ni siquiera dolía o molestaba, pues el dolor en su corazón era más fuerte, tras unos minutos se dio ánimos para olvidar lo sucedido. La noche estaba perfectamente estrellada, la belleza de la luna iluminaba aquella oscura noche un tanto extraña, ella no entendía por qué presentía que volvería a encontrar a ese hombre lobo quien le dejó una cortada en su cuello, eso dejaría marca, y posiblemente una cicatriz. Se colocó un pedazo de tela en la herida, ya que no dejaba de sangrar, las garras del lobo fueron unos milímetros profundos, no era grande, pero si lo suficientemente profunda como para causar dolor. —Oye Hannah. —Amaris se acerca a su amiga, quien la abraza— Ya, todo estará bien amiga, lo resolveremos. —¿Cómo pudieron robarme?, trabajé mucho. —Su voz sonaba quebrada— Amaris la ayudó con esa herida en el cuello, quedó sorprendida, ya que le hubiese encantado ver a dos hombres lobo pelear, por allí no era común verlos en su forma de licántropa, normalmente visitaban ese pueblo para buscar sirvientes. —No lo puedo creer Hannah, nunca debes acercarte a intentar ayudar a alguien medio de la noche, eso es como condenarte a ti misma. —La regaña— —Lo sé, no volveré a hacerlo, dormiré un rato, ya no quiero seguir en este pueblo; mañana hablaré con el general, cobraré mi dinero e iré a Mikros, trabajaré de lo que sea, aunque deba dormir bajo un puente, y seré enfermera como lo he soñado siempre. —Lo serás amiga, mañana iremos juntas, yo terminaré unos pendientes y te alcanzaré en esa ciudad. —Hannah se alegra ante su comentario— —¿Iras conmigo?. —¡Claro!, somos como hermanas, yo tengo unos ahorros, y nos irá mejor si vivimos juntas y compartimos los gastos, también estoy harta de este pueblo. —Suspira— tu padre es un idiota, esas dos lo botarán a la calle cuando se vuelva anciano y ya no pueda mantenerlas. —Pues fue su decisión, es que soy muy ingenua, no debí agregar el nombre de mi padre en la cuenta de mis ahorros, pero no imaginé un acto tan vil departe suya. Esa noche pareció más corta que cualquier otra, al día siguiente la vida de Hannah cambiaria por completo, pues ella misma lo había decidido. En la granja: El General y patrón de ambas amigas se veía más molestó que de costumbre, arrojo al suelo la comida de los animales. —¡Ese maldito!, ¿Cómo pudo traicionarme de esa manera?, inclusive le di trabajo a su estúpida hija en mi granja. Pero le cobraré todo de alguna manera. —Se queja bufando— —Buenos días señor, —Hannah se acerca a el sin saber que ese hombre de quien hablaba se trataba de su padre— Él voltea hacia la chica, y tiene ganas de desquitar su furia por la enorme deuda que generó su padre, pero el sabía bien que la favorita de ese malnacido era Deisy, después de todo Hannah trabaja con honestidad y nunca ha sido irresponsable. —Que necesitas. —Pregunta con un suspiro lleno de enfado. —Hoy es el último día que vengo a trabajar, decidí ir a la ciudad. —El hombre nota que ella lleva una mochila. —¿Y esa decisión tan repentina? —Sigue observándola— —Bueno, me echaron de la casa y decidí ir a Mikros para trabajar. —Le responde cabizbaja— —Vaya, tu padre, sí que es un completo idiota, tú eres la única persona productiva en esa casa, pero sabes; es lo mejor que puedes hacer niña, inclusive puedes irte ahora mismo, te pagaré el dinero pendiente. La chica quedó sorprendida, pero eso la hizo feliz, su cuello aún dolía, no podía moverlo con total normalidad. —Gracias, señor, en verdad le agradezco la oportunidad que me dio. —Toma la mano de su ahora ex patrón— El hombre quita su billetera del bolsillo trasero de sus jeans, inclusive le da un poco más de dinero de lo que debía, en el fondo sintió algo de pena por la muchacha, él se encargaría de cobrar la deuda utilizando a Deisy. Hannah volvió a la casa de su amiga, decidió ir caminando como prefería, no pudo evitar pasar frente a lo que alguna vez fue su casa, pues no podía llamarlo hogar, inclusive en las festividades de navidad, para no hacer quedar mal a Deisy, ella tenía que hacerse pasar como una sirvienta, esto sucedió durante los últimos tres años, desde que aquel Elfo noble decidió cortejar a su hermana, no querían dar la impresión de que vivir con lo justo no les permitía contratar a personal de servicio. Aunque esta situación fuera de incomodarla, le agradaba, ya que prefería eso antes que compartir la mesa con dos mujeres que a simple vista la detestaban por ser una Edhil sin gracia; según ellos, eso también la tenían sin cuidado, a veces sí le dolía un poco la manera en la que se referían a su persona. Aunque se concentraba en mentalizar su viaje hacia un mejor futuro, cada vez que recordaba la voz de aquel lobo, la piel se le erizaba...
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