Capítulo 8.2

1972 Words
Masaki no dudó en firmar la autorización porque quería saber de una buena vez qué era lo que tenía enfermo a su hijo. Por medio de ese examen exploratorio Kazumi encontró un tumor maligno de unos 4 cm que estaba ligeramente oculto por el mismo órgano, haciendo que sea imposible el retirarlo sin tener que cortar casi el 80 % del páncreas, algo que a la larga produciría la muerte de Aki. Ante la situación Kazumi propuso seguir un tratamiento de quimioterapia para hacer que el tumor pierda tamaño, y si es posible, hasta que desaparezca. Al empezar con el tratamiento de quimioterapia, Yuna decidió estar al lado de Aki para seguir cuidando de él, ya que su suegro debía regresar a j***n para encargarse del grupo empresarial o determinar quién se quedaría a cargo de este mientras permanezca en Estados Unidos monitoreando el estado de salud de su hijo. Así fue que Masaki pidió a su sobrino Kenji Sato -hijo de su hermana Hanae-, que en ese tiempo ya era el Director General y Presidente de la Junta de Accionistas del Conglomerado Sa-Na en Nagoya, que le apoyara supervisando la gestión de sus empresas mientras acompañaba a Aki en su tratamiento. Kenji no dudó en ayudar a su tío y designó que Manuel Tuesta -el Gerente Financiero del conglomerado, quien, además, era su mejor amigo y mano derecha al ser un excelente profesional graduado con honores del MBA de la Universidad de Stanford, donde lo conoció- se encargara de dicha supervisión, trasladándolo a Tokio para que junto a los profesionales del Grupo Empresarial Fukuda puedan seguir guiando por buen camino los negocios de esa familia. Con la tranquilidad de saber que su sobrino Kenji estaba pendiente de cualquier eventualidad que pudiera afectar sus empresas, Masaki volvió a los Estados Unidos para seguir de cerca el avance del tratamiento de su hijo. Las acertadas indicaciones de Kazumi estaban haciendo que poco a poco la condición de Aki mejorara, claro que debían ser pacientes y tener fe de que podría superar la enfermedad, además de ser muy positivos, ya que el buen ánimo y las ganas de vivir es lo que más ayuda a un paciente a salir de cualquier cuadro crónico. Al ver que su hijo tenía un mejor semblante y que podía sostener una conversación al haber dejado de sufrir los terribles dolores que lo afectaban, entabló una amena charla con este. Entre varios temas que tocaron, salió uno que a Masaki le preocupaba: la descendencia Fukuda. Al notar lo cansado que estaba su padre por haber dejado su retiro cuando él cayó muy enfermo, Aki decidió abrirle su corazón y contarle sobre Yumei. - Papá, hay algo que debí confesarte hace años atrás, cuando me comunicaste en el estudio de la mansión donde crecí que debía casarme con Yuna para ayudar a Los Mitoma a no caer en la bancarrota –empezaba a decir Aki con tristeza en la mirada, emoción que notó Masaki porque el buen humor de su hijo se desvaneció de golpe. - Que es eso que imagino debe ser muy importante, ya que ha hecho que cambie tu semblante. - Papá, cuando tenía veinticinco años me enamoré de una joven que era asistente en el área de Recursos Humanos del grupo empresarial. Era tan bella, pero más una buena persona que no pude evitar amarla y querer formar una familia a su lado. Cuando me informaste que debía casarme con Yuna, yo estaba decidido a hablarte de ella, de Yumei, de abrirte mi corazón para que me entendieras y supieras lo enamorado que estaba, pero tu pedido me tomó por sorpresa y al no querer negarme ante algo que me pedías hacer para ayudar a tu mejor amigo, simplemente acepté hacer tu voluntad. - Aki, junto a tu madre creímos que la experiencia con tu hermana Oyuki era ejemplo suficiente para que entendieras que eras libre de elegir a tu compañera, y si en ese momento te pedí que te casaras con Yuna fue porque creía que tu corazón estaba libre. Si hubiera sabido antes sobre la joven Yumei, ten por seguro que Ritsu no hubiera obtenido mi aprobación sobre el matrimonio entre nuestros hijos, por lo que, si no cambiaba de opinión, hubiera perdido su empresa y yo no sentiría ningún remordimiento porque para mí antes que mi amistad con él estaba tu felicidad –Aki empezó a llorar al darse cuenta que hizo mal en callar, que debió confiar en sus padres, quienes nunca le habían dado motivos para que pensara que estaba haciendo mal al haberse enamorado y no querer aceptar el compromiso con Yuna. - Papá… Yumei estaba embarazada –Masaki no podía crecer lo que acababa de oír-. En la tarde, después de que hablaras conmigo sobre el compromiso pactado, le conté a Yumei que me iba a casar, que nuestra relación tendría una pausa, ya que me habías propuesto terminar el matrimonio con Yuna después del tercer aniversario de bodas si yo no era feliz a su lado. Le dije que me divorciaría y que a los pocos meses de ello la llevaría a la Mansión Fukuda para presentarla ante ti y mamá como la mujer que se había apoderado de mi corazón y con quien quería compartir el resto de mi vida, pero un hijo nacería estando yo casado, ese pequeño sería un bastardo que avergonzaría a nuestra familia, y yo no quise eso, así que le propuse que lo abortara –Masaki empezó a llorar, algo que no se le daba muy seguido hacer, ya que en su vida nada lo había golpeado tan duro como para derramar lágrimas, pero al saber en ese momento cómo su hijo se había equivocado y que no pudo ayudarle para enmendar su error lo estaba hiriendo de tal manera que solo podía expresar su dolor con el silencioso llanto. - ¿Qué pasó después, Aki? ¿Ella lo abortó? ¿Dónde está Yumei? –preguntó Masaki tomando aire para que la voz no se le quebrara. - No lo sé. Ella nunca llegó a la cita que pactamos para ir al consultorio del ginecólogo que la evaluaría y haría el aborto. Ella había dejado las llaves del apartamento en donde nos encontrábamos todos los días para amarnos, y cuando fui al edificio donde alquilaba un pequeño espacio de vivienda, ella ya se había ido, llevándose consigo solo su ropa y enseres esenciales. - Ella no quiso que mataran a su hijo. Ella fugó para proteger a su bebé. ¡Pero cómo te pudiste equivocar así, Aki! ¡Así no te crie! –elevó la voz Masaki al sentirse defraudado por su único hijo varón, cuyo comportamiento no fue el mejor-. ¿Qué hice mal para que tu no fueras capaz de confiar en mí y contarme estas cosas cuando recién habían sucedido? Pensé que siempre había sido un padre comprensivo, uno a quien se te daba fácil contarle tus cosas, pero me doy cuenta que nunca confiaste en mí, que me ocultaste algo tan delicado como la posible existencia de un hijo tuyo, mi nieto. - ¡Papá, perdóname! –pedía Aki llorando, sujetando la mano de Masaki quien se sentía doblemente mal por los sentimientos que despertaban en él la noticia que acababa de recibir y porque expresarlos estaba afectando a su hijo, quien aún tenía un delicado estado de salud. - Calma, hijo, calma –pidió Masaki entrando en razón, ya que no convenía para la salud de su hijo que ambos perdieran el control de sus emociones-. Entiendo que me cuentas todo esto porque hay una posibilidad de que esa criatura haya nacido y que ahora tenga unos veintiún años. - Sí. Y que sea tu heredero o heredera al yo irme de este mundo –escucharle decir que su muerte sería inevitable hizo que el corazón se le estrujara a Masaki. - ¿Tienes idea de dónde puedan estar? –preguntó Masaki mientras trataba de mantener la ecuanimidad. - No. Busqué a Yumei por siete años, el tiempo que no consumé el matrimonio con Yuna –el padre miró a su hijo sorprendido porque ese era otro secreto que este le había ocultado-. Sí, papá, con Yuna esperamos mucho tiempo para intimar en nuestro lecho matrimonial porque tenía la esperanza de que encontraría a Yumei, pero el tiempo pasó, ella no apareció y yo debía seguir con mi vida. Además, Yuna es una buena mujer que no se merece sufrir, así que enterré el recuerdo de Yumei para tener una vida al lado de mi esposa. - Y tu esposa, ¿sabe de esto? –Aki asintió con la cabeza como respuesta a la pregunta que hizo su padre. - Ella no es la mujer que amo, pero se convirtió en mi mejor amiga –Masaki le sonrió a su hijo porque con Yuna no se equivocó como lo hizo con Yumei y eso aliviaba al anciano. - Entonces, tendré que retomar su búsqueda. Dame su nombre completo, y si tuvieras una fotografía de ella sería mejor –Aki le pidió que le alcanzara el libro de poemas que leía todos los días desde que estaba internado en Mayo Clinic y que no cambiaba por ningún otro tipo de lectura. Al abrirlo en una página en específico que estaba doblada, sacó una fotografía, era aquella que tomó del álbum de fotos que Yumei había puesto en la caja de enseres a ser echados a la basura cuando abandonó el espacio de vivienda que alquilaba por esos meses en que todo fue felicidad entre ellos. - Esta foto la he guardado por años. Al principio era para recordarla, luego la sepulté en el último cajón de mi escritorio en el estudio de mi casa, pero cuando mi condición empeoró y recomendaron que viniera a Estados Unidos para recibir otras opiniones médicas, la desenterré del olvido junto a este poemario que era su libro favorito. La foto la guardo aquí, junto al poema que me aprendí porque a ella le encantaba, y a mí me gustaba recitárselo mientras la desnudaba lentamente, antes de unirme a ella –Aki tomó las manos de su padre y le entregó la foto, pero antes de soltarlas le hizo un último pedido-. Por favor, encuéntrala y dile que estoy muy arrepentido de haberla alejado de mí; que todos estos años la he extrañado demasiado; que no he sido feliz por más que sonriera y que una buena mujer sea mi esposa porque a la única que he amado y amaré es a ella; que me perdone por haberla hecho sufrir y hacerle pasar malos ratos. Y a mi hijo o hija, dile que me perdone por haber deseado su muerte; que cuando me enteré que iba a ser padre tuve miedo y no pude pensar claramente; que si pudiera retroceder el tiempo haría todo diferente, tratando de ser un buen padre como el que tengo y nunca supe valorar porque no le confié mis problemas para que me ayudara a enmendar mis errores –Masaki se aferró a su hijo en un abrazo que intentaba ser fuente de consuelo para ambos, pero que debió cortar cuando la joven Dra. Kazumi Shimizu llegó junto a los enfermeros alertada por la señal que enviaban las máquinas a las que estaba conectado Aki. - Disculpen que pregunte, pero ¿todo está bien? –cuestionó sutilmente Kazumi mientras auscultaba a Aki con su estetoscopio, ya que notó los ojos rojos y llorosos en el padre y el hijo. - Sí, doctora, todo está bien, solo nos pusimos un poco sentimentales al recordar ciertas cosas del pasado que ahora vamos a solucionar –dijo Masaki apretando la mano de su hijo, señal que significaba que él no descansaría hasta hallar a Yumei Ogawa y a su nieto perdido.
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